Estos son mis consejos para hacer frente a esta problemática:
1. Programa de mantenimiento preventivo
Sé que es la más trillada de las recomendaciones y que es lo que todo administrador de flota tendrá en su lista de actividades primero. Lo recalco debido a que actualmente muchas organizaciones aún tienen procesos manuales para la realización de los mantenimientos o bien hacen mantenimientos “genéricos” a todas sus unidades. Debemos considerar que en la actualidad las flotas están compuestas con diferentes tipos de motores: gasolina, diésel, vehículos eléctricos, de gas, entre otros. Por ello es clave reducir en la medida de lo posible, cualquier proceso manual e involucrar a los fabricantes de las unidades en el correcto proceso de mantenimiento.
¿Qué debemos observar? Síntomas tempranos previos a una reparación mayor. Para ello recomiendo capacitaciones constantes al personal en el taller, ya que así será mucho más sencillo tener registros fiables y detectar tendencias.
2. Control efectivo en el despacho de unidades
Recomiendo a los encargados de despachar y asignar las unidades, evaluar constantemente el proceso. En muchas ocasiones se hace una serie de actividades establecidas tiempo atrás. Con la tecnología, ahora tenemos herramientas para cuestionarnos si se tiene la cantidad correcta de unidades. En algunas flotas se llega a tener hasta el 10% de vehículos de reserva. Esto conlleva una inversión sumamente importante y si añadimos que el suministro de vehículos apenas está regresando a su normalidad, este porcentaje puede representar un reto.
Otras cuestiones podrían ser: ¿tengo la unidad adecuada para mi tipo de trabajo? o ¿tengo al conductor adecuado para la unidad y labor que tiene que realizar? Esta última pregunta me lleva a la siguiente recomendación.
3. Programa de capacitación integral a conductores
Prácticamente todas las empresas tienen ciertos controles o programas de capacitación, la cuestión es que la mayoría de ellos está enfocada únicamente a los hábitos de manejo. Un diferencial que he visto con flotas sumamente efectivas es que también se imparten conocimientos mecánicos básicos. De este modo, en el momento de la detección de cierto síntoma, se pueden tomar precauciones como detener la unidad y evitar un fallo mayor.
Lo principal debe ser una menor siniestralidad, de eso no hay duda, ya que una unidad en taller, además de costar, no está facturando y en ocasiones impacta más la venta perdida que el rentar otro vehículo.
4. Programa de validación de inventario
Como prestador de servicios a esta industria, me he dado cuenta que en muchas ocasiones las organizaciones, a medida en que van creciendo, establecen una meta anual de adquisición de vehículos o bien de renovación de flota. No siempre cuentan con un plan de revisión efectivo del inventario lo que deriva en “pérdida” de unidades. Sí, leíste bien, “pérdida” de unidades debido a situaciones como préstamos a otros centros de distribución, entrada a talleres terceros, corralón, bajas, etc. Claro que son los peores escenarios, pero suceden. Por ello debemos constantemente tener un registro confiable del número de unidades y establecer políticas para asegurar que no se desbalancee una operación.
5. Voz del usuario conductor
Cada vez que he tenido la oportunidad de platicar con un conductor/operador, me he percatado que lo que se planea en una oficina, dista de lo que sucede en la operación diaria. Por eso es importante contar con mecanismos para incluir estos puntos de vista: ¿El tipo de unidad seleccionado es el idóneo?, ¿tengo el conocimiento para operarlo?, ¿las rutas son ideales? Nada como la sensibilidad del día a día para asegurar que los planes sean más apegados a la realidad. Mientras más estén en favor de los conductores del tipo de unidades, mejor se utilizarán y mayor tiempo estarán en su labor.