Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

La música nos hará libres

Cada canción tiene un tono que define un punto de referencia en balance. Cuando una nota se aleja del tono central se generan tensiones emocionales y, cuando regresan, placeres catárticos.
mar 04 julio 2023 05:58 AM
La música nos hará libres
La música es sublime porque su impacto trasciende al sonido, experiencia e individuo mismo; es un reflejo de la esencia más honda del tiempo y el espacio que nos conecta con nosotros mismos y el principio del todo, apunta Juan Carlos Chávez.

(Expasión) - ¿Por qué la música es capaz de cautivar lo más entrañable de nuestro ser? La respuesta tiene que ver con un fenómeno biofísico que mueve al mundo y pocos conocen.

Para develar los secretos más profundos de la relación que tenemos con los sonidos estructurados con ritmo y armonía, primero tenemos que reconocer el carácter dialéctico de la existencia: todo lo que sucede a nuestro alrededor corresponde a un movimiento incesante que busca el equilibrio entre opuestos. No existe un solo milímetro o segundo estático ni en nosotros mismos ni en el entorno.

Publicidad

La clave está en la palabra: balance.

Los seres vivientes perseguimos permanentemente un estado biológico homeostático que significa el máximo punto de bienestar con respecto a las posibilidades de supervivencia. Es decir, la vida es una danza que procura el equilibrio justo entre un mar caótico de fuerzas implacables para resistir y prevalecer. Una de estas fuerzas, la más imponente, se conoce en el mundo de la física como entropía, un ímpetu termodinámico que condena al derredor a un destino gélido, caótico y disperso.

El serendípico logro de la vida ha sido, precisamente, desafiar al destino buscando mantener el orden. Para esto, ha sistematizado un sin fin de fascinantes tecnologías —disponibles para los Homo sapiens— como genes, emociones, sentimientos, razón y creatividad. Con este último aliado, con la facultad creativa, el hombre ha diseñado sorprendentes analogías de los procesos existenciales, como la música.

La vida es una sinfonía plena de disonancias que generan dramáticas tensiones y placenteras resoluciones al retornar a su punto correcto. El vaivén se refleja en todo lo que experimentamos, desde lo más minúsculo hasta lo más colosal.

Los átomos se mueven persiguiendo un balance entre fuerzas opositoras. Lo mismo hacen las moléculas, células, organismos, mentes, ecosistemas, planetas, sistemas estelares, galaxias y universos. Se trata de un patrón dinámico siempre presente de tensión-carga-descarga-relajación que el avezado biofísico Wilhelm Reich llama funcionalismo energético. Otra autoridad del pensamiento, Georg W. Friedrich Hegel, propone un símil muy acertado con respecto a la fenomenología psicológica que llama dialéctica, el cual propone que las ideas evolucionan con un proceso interdinámico donde una tesis es enfrentada por una antítesis y el conflicto se resuelve con una síntesis que representa la tesis en un nuevo ciclo:

1) tesis-antítesis-síntesis-tesis
2) tensión-carga-descarga-relajación

Ahora, con esta información, estamos listos para el gran desenlace.

Publicidad

La música se conforma por estímulos sonoros que encausan una reacción fisiológica neural y corporal que conocemos como emociones. Estos movimientos representan tensiones y resoluciones que desembocan, correspondientemente, en sentimientos dramáticos y majestuosos, representando una metáfora asombrosa de la vida misma.

Cada canción tiene un tono que define un punto de referencia en balance. Cuando una nota se aleja del tono central se generan tensiones emocionales y, cuando regresan, placeres catárticos. Por ejemplo, si una melodía está en Do mayor, un Sol generará una pequeña disonancia que puede resolver en un gratificante regreso a Do. Por eso es que a veces sentimos que una canción tiene que terminar con una nota específica sin necesidad de saber nada sobre teoría musical; se trata de un fenómeno principalmente intuitivo que conecta directamente con nuestros sistemas biológicos a nivel consciente e inconsciente.

La música es sublime porque su impacto trasciende al sonido, experiencia e individuo mismo; es un reflejo de la esencia más honda del tiempo y el espacio que nos conecta con nosotros mismos y el principio del todo. No por nada este arte ha sido la obsesión de las mentes más brillantes en la historia de las civilizaciones, el manjar más preciado de los emperadores, la inspiración más conmovedora de las almas creativas y una manifestación que ha movilizado masas en busca del prometido balance que nos hace libres.

__________________________

Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Bioeconomía (Genética, Neurobiología, Biofísica y Psicología en un contexto económico) en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de cientos de empresas nacionales y transnacionales. Síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad


Publicidad