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Instintos contra democracia

Para transitar de una 'sociedad de instinto' a una 'sociedad inteligente', debemos comenzar por procurar una individualidad más inteligente y menos impulsiva.
jue 15 junio 2023 06:11 AM
Instintos contra democracia
A nivel social, los sistemas abiertos y democráticos son mucho más eficientes no solo en la política sino en la innovación, economía, ciencias, humanidades, desarrollo de tecnologías, y más, apunta Juan Carlos Chávez.

(Expansión) - Transitar de una sociedad de instinto a una sociedad inteligente es requisito para la evolución.

Durante siglos, los seres humanos nos hemos vanagloriado de nuestra capacidad de controlar los impulsos naturales en comparación con otras especies. Pero, ¿realmente los controlamos? La respuesta rápida y sin rodeos es un contundente: no.

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Lo anterior sucede por una causa muy sencilla: analizar racionalmente —para tomar decisiones distintas a las motivaciones intuitivas— implica un esfuerzo adicional, y, estamos diseñados para ahorrar energía; el resultado de la ecuación es evidente. Desde un punto de vista evolutivo, la razón es una especie de “botón de emergencia” que nos admite detectar causas y efectos para ir contra los aprendizajes evolutivos cuando el contexto en el aquí y ahora lo amerita; es muy influyente en situaciones de vida o muerte, pero en lo cotidiano, solo es una posibilidad latente.

El problema comienza porque nuestra psique consciente (o ego Freudiano) nos presenta la ilusión de control, pero lo que sucede a nivel inconsciente es mucho más abundante. No vayamos muy lejos; la inmensa mayoría de las operaciones vitales suceden sin nuestro consentimiento. El ego es simplemente un espejismo neural con la función de detectar peligros y oportunidades en tiempo presente.

Por ejemplo, en el pragmatismo del mundo de la publicidad, sabemos muy bien que para motivar una acción se debe persuadir al instinto manifiesto en emociones; con argumentos lógicos, solo se convence a un pequeño grupo de académicos, no a las masas.

Los instintos se han ganado ese lugar estelar en el mapa evolutivo; se trata de tendencias de comportamiento concebidas con aprendizajes obtenidos durante más de cuatro mil millones de años. Su influencia dominante en el comportamiento ha sido necesaria para la supervivencia de cualquier especie con sistema nervioso central (incluido el Homo sapiens).

Consecuentemente, el instinto gobierna principalmente en nuestros sistemas socioeconómicos. Prueba de ello es el lastimoso egoísmo de la inmensa mayoría de los líderes políticos motivados por un deseo instintivo de poder, el cual, irónicamente, lo cubren satisfaciendo los deseos instintivos egoístas del colectivo civil. Nos encontramos dando vueltas en un círculo vicioso poco conveniente.

Aquí es donde entra la potencia de la democracia. El pensamiento colaborativo inyecta la energía necesaria para deliberar racionalmente con base en el bien del grupo. La tendencia contemporánea de gobiernos autoritarios es muy peligrosa y representa una involución social.

Posiblemente, en un futuro lejano, en que la genética del Sapiens se adapte a un pensamiento principalmente racional, creativo y empático, entonces un liderazgo individual sea viable. Mientras tanto, la regulación colectiva es una máxima indispensable para el bienestar.

Para transitar de una sociedad de instinto a una sociedad inteligente, debemos comenzar por procurar una individualidad más inteligente y menos impulsiva. Primero, aceptando nuestra estructura biológica con sus virtudes y debilidades. Segundo, comprendiendo que la lucha primaria es la proteger la prevalencia de la vida. Tercero, practicando el autocontrol y depurando los condicionamientos instintivos. Cuarto, reconociendo la potencia creadora y reguladora del consciente e inconsciente colectivo.

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A nivel social, los sistemas abiertos y democráticos son mucho más eficientes no solo en la política sino en la innovación, economía, ciencias, humanidades, desarrollo de tecnologías, y más.

Sumar mentes, descentralizar el poder, reforzar la transparencia y monitoreo y alimentar el pensamiento crítico son ejercicios mucho más inteligentes que restar mentes, centralizar el poder, impedir el flujo de información y promover la ignorancia.

En un futuro cercano, ¿seremos capaces de controlar mejor nuestros instintos a pesar del esfuerzo adicional que implica? La respuesta no es de ninguna manera clara y, desafortunadamente, el peligro de no lograrlo está más presente que nunca. Comencemos con un ejercicio reflexivo individual y confiemos en que nuestra semilla generará frutos.

Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Bioeconomía (Genética, Neurobiología, Biofísica y Psicología en un contexto económico) en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de cientos de empresas nacionales y transnacionales. Síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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