(Expansión) - La escasez de talento a nivel mundial es un desafío significativo que enfrentan las empresas en la actualidad. En un mundo donde la demanda de habilidades especializadas está en constante crecimiento, encontrar candidatos calificados se ha convertido en una tarea cada vez más difícil, sobre todo cuando de desarrollo interno se refiere. Esto se evidencia en situaciones cotidianas, como la experiencia de un cliente que, a pesar de haber entrevistado a unos 30 jóvenes para cubrir dos vacantes, sólo ha logrado encontrar el talento adecuado para cubrir un puesto. Este fenómeno, lejos de ser un asunto de habilidades, responde a un tema que se remonta a la elección y cambio de carrera y a la forma en cómo estas se resuelven.
El nexo entre la escasez de talento y el creciente fenómeno de cambio de carrera
Usualmente, se toma la carrera como un fin en sí misma y no como el inicio de un proceso; si se toma el ejemplo de un campamento, cuando se va a ir a esta experiencia uno se prepara con antelación para tener el mejor viaje posible. Cuando, por el contrario, se realiza el viaje de forma abrupta, sin preparación, hay un riesgo muy alto de que la experiencia no sea tan satisfactoria.
Los impactos de un cambio de carrera comienzan por lo cercano o lo que se vive en la microesfera, la incomodidad personal y la inadecuación, que se presentan al sentir que otros lo están logrando y están avanzando, es entonces cuando se genera esa sensación de que se está mal, pero lejos de ser así, es más bien un signo de que el resultado de ese ciclo no se lleva con plenitud. De hecho, el 44% de los estudiantes que cambian de carrera concuerda en que las materias del plan de estudios resultaron poco motivadoras para ellos, informa la UNAM .
Esa inadecuación impacta de tal forma en la autoestima, que los jóvenes entran a una curva de descenso que puede tomar desde un par de semanas hasta incluso años, generando un costo muy alto a nivel personal, pero también impacta a la relación familiar.
En realidad los cambios de carrera responden a motivos como la insatisfacción. En primer lugar, no hay nada peor que ir enojado o enojada a la escuela, pero incluso, hay algunos que aprenden a navegar con ese disgusto pensando que después de terminar verán qué hacen. Por otro lado, también están quienes por incompatibilidad reprueban constantemente hasta que la institución ya no les permite estar ahí. Pero lo interesante es entender el dilema no como parte de un sistema educativo, sino como fruto de un desarrollo interior inmaduro e incentivado.
Cambiar de carrera no es algo que todas las personas deban vivir, pero, muchas veces esto invita a tomar decisiones que son mucho más importantes que la carrera en sí, como son el cambio de mindset o caer en cuenta de la incertidumbre sobre el futuro. El dolor que se vive en estos procesos nos puede llevar a reflexiones de mayor complejidad, puesto que, cuando uno está incómodo tiende a inclinarse a hacer preguntas importantes. A pesar de ello, el 58% de los alumnos indecisos sigue sin recibir guía en este proceso, reporta el estudio “ Causas que influyen en el cambio de carrera profesional. ”
Son muchos los obstáculos que se pueden desencadenar de este sentimiento de disconformidad, de hecho parte del problema de que hoy en día sea complejo encontrar talento radica en que es importante verlo como un asunto emocional relacionado con la plenitud en lo que se hace para vivir, porque al final, cuando alguien no sabe, se le enseña, pero cuando alguien no quiere, entonces ¿qué se hace?
De eso se traduce el actual dilema por el que atraviesan las empresas a la hora de contratar. Los procesos de selección son tan extensos y costosos porque sólo ciertas personas deciden conscientemente su carrera y la ejercen de forma plena. Por ello, cuando se encuentra al candidato ideal, no sorprende que las organizaciones inviertan en métodos de retención con sueldos más altos y prestaciones novedosas.
De tal forma que la mejor manera para elegir una carrera depende de factores importantes como lo es el autoconocimiento derivado de un trabajo profundo interior. Sin lugar a dudas saberse, o sea, conocerse a sí mismo para luego perfilar una decisión en función de a dónde quiero llegar es fundamental. El segundo factor es este conocimiento de sí, pero en campo, es decir, reconocer si se ha tenido experiencias de trabajo, si se han resuelto problemas creativos, si se ha detectado que se es bueno para vender o para hablar, si hay gusto para resolver problemas complejos o se facilita el análisis o escribir.
En otras palabras, es saber que tenemos talentos latentes y otros desarrollados. Tras la experiencia de visibilidad de ciertas habilidades y la noción de autoconocimiento sigue el comprometerse a explorar los lugares en los que se quiere estar. Esto no se resuelve con test ni pruebas psicométricas.
Estos procesos conducen a una madurez que llega en la medida en que se presentan los desafíos, pues uno se desdobla a través de los retos. Los problemas y la incomodidad son los grandes generadores de habilidades y la seguridad necesaria para poder navegar en la incertidumbre. En definitiva, lo interesante es lo que se hace con ese tiempo en el que no se sabe qué hacer, el que está previo a la elección de carrera, pero también las respuestas radican en cómo se procesa el cambio, pues el potencial nace de querer encontrarse y hallar el profesional que sea pleno no sólo durante la carrera sino para el resto de la vida.
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Nota del editor: Agustín Mier y Terán G. es CEO y fundador de agustinmieryteran.com y Elektia. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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