Muchas son las modalidades que las mafias despliegan para capturar a adolescentes y jóvenes, pero su objetivo es absolutamente deleznable: alimentar la lealtad, generar pertenencia e identidad, desarrollar sangre fría en una ‘sociedad’ secreta, ilícita y asesina. Para ello, entre sus modus operandi está publicar anuncios en los periódicos, llamando desde lo que podría parecer un call center y lanzando posteos en redes sociales ofreciendo supuestos empleos de seguridad privada, bien pagados y hasta con beneficios laborales.
El reclutamiento del crimen organizado no se libra solamente en las ‘zonas del silencio’, en aquellas donde no entran ni militares ni periodistas; éste se ha desplegado en buena parte del país.
David Saucedo, reconocido especialista y consultor en seguridad, desmenuza algunas de las entretelas de esta perversa industria:
El reclutamiento al narco ocurre mediante diferentes dinámicas y circunstancias. Hace unos años, el narco reclutaba a través de la promoción de un credo. En algunas regiones del país, y al tiempo que el catolicismo perdía feligreses, el reclutamiento ocurría mediante un aparato pseudo religioso. El vínculo de un familiar o conocido con las mafias y un entorno violento en casa también han facilitado su incorporación. La ‘narco cultura’ es otro detonante.
Otro tipo de reclutamiento es mediante un modelo de franquicias, es decir, a través de asociaciones y pactos con mafias criminales locales que se incorporan a la red del cártel. De esa forma, la lealtad hacia una ‘marca’ no es vertical, es horizontal y ésta se profesa sobre todo hacia el jefe de plaza, quien tiene la zona alquilada, en renta, a favor de un cártel”, explica David Saucedo.
Pero, a raíz de la intensa batalla entre cárteles, estos recurrieron al reclutamiento masivo, forzado, vía ‘levantones’. Actualmente, el reclutamiento se ha recrudecido ante los frecuentes enfrentamientos entre bandas particularmente en Jalisco, Guanajuato, Zacatecas, Morelia, donde hay un intenso flujo de armas, drogas y tropas. En ocasiones, los sicarios llegan en camionetas a las canchas deportivas de algún lado y levantan a los chicos que están jugando pelota. También, se ubican a las afuera de una escuela, detectan a adolescentes y jóvenes con cierta complexión y van por ellos.
Por otro lado, los criminales recurren al incentivo económico y a una propuesta que en el fondo es un engaño. Ahora, se sabe del reclutamiento a través de una llamada telefónica que, aparentemente, proviene de un call center. El ‘gancho’ es un sueldo atractivo en labores de seguridad privada cuidando ranchos, como guardias de seguridad en un local comercial o en un fraccionamiento.
No hay data sobre la cifra negra de la economía del narco, pero esto es lo que hay detrás del proceso de reclutamiento: los salarios son variables en función de la plaza y del ‘trabajo’ que se realice, la captura de adolescentes y jóvenes ocurre en aquellas entidades expulsoras de migrantes, la paga oscila entre los 15,000 y los 25,000 pesos mensuales y, para quienes cuentan con algún grado de experiencia (ex policías), el sueldo puede ser mayor.
¿Cómo logran obtener la información de adolescentes y jóvenes? Esta es una hipótesis que comparte el experto en seguridad: en muchas bolsas de trabajo municipales, donde el narco controla todas las estructuras, hay cientos de nombres, direcciones y fotos registradas. Así, a través de esa base datos, se sospecha que los criminales obtienen toda la información de sus potenciales víctimas.
“Sin importar cuál sea la modalidad -impresa, digital, telefónica- se les hace saber que tendrán un salario muy alto, con horarios muy cómodos más prestaciones”, explica David Saucedo. “Se les convoca, se les atrae y finalmente se les informa que están siendo reclutados por el cártel y aceptan o son asesinados”.