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¿Todo pasa por algo?

Debatir sobre si la creación fue un evento aleatorio o preplanificado es fundamentalmente absurdo; ambas nociones son convergentes.
jue 07 septiembre 2023 06:07 AM
¿Todo pasa por algo?
Hasta dónde podemos entender, las cosas pasan y pasaron por algo, aunque a veces no sea por lo que nos gustaría. El vaivén cósmico está pleno de misterios, pero la esperanza de develarlos nos llena de sentido y energía, señala Juan Carlos Chávez.

(Expansión) - La frase “todo pasa por algo” es actualmente un emblema dogmático, casi poético, que recarga de consuelo y esperanza a una infinidad de situaciones que enfrentamos día a día. Pero, ¿será cierto?

¿Realmente existe una razón magna por la cual pasan todas las cosas?

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En términos propios, el carácter teleológico (del latín telos, que significa propósito) de la fenomenología existencial no es evidente. Desde una óptica científica, el universo parece, más bien, poseer un carácter ekinológico (del latin ekínisi, que significa comienzo) (S.Carol 2016). Es decir, en consonancia con las ideas del famoso pensador Pierre-Simon Laplace, las cosas suceden por lo que sucedió en el pasado, no por lo que sucederá en el futuro.

Aparentemente, esta línea de pensamiento despoja a la existencia de sentido y sincroniza con las mentes más pragmáticas y escépticas. Sin embargo, estamos hablando de la misma idea con diferentes términos. Incluso si lo analizamos con profundidad, ambos acercamientos se tratan de creencias axiomáticas erguidas para explicarnos racionalmente el derredor. Me explico mejor a continuación.

Primero, es crucial comprender que todo fundamento racional, por más consistente que parezca, se sostiene con axiomas que no tienen mayor explicación. Las “clásicas leyes físicas Newtonianas”, probabilidad, estadística, experiencias subjetivas y demás elementos —aparentemente— sólidos que utilizamos para comprender son solo instrumentos cognitivos, no la realidad en sí: el mapa no es el territorio. La mecánica cuántica ya nos ha dado una dura lección sobre las inconsistencias entre los paradigmas lógicos tradicionales y lo que sucede finalmente. Por lo tanto, la ciencia es mucho más frágil de lo que nos gustaría aceptar.

Pero, independientemente del anterior paréntesis epistemológico, el reto de identificar si existe una razón de ser es una cuestión tangible directamente relevante para nuestras vidas.

Entonces, ¿las cosas pasan por algo en el futuro o pasaron por algo en el pasado? La respuesta más penetrante es ambas. Los principios ekinológico y teleológico derivan en el mismo resultado. Supongamos que nos centramos en la visión utilitaria de que el presente es puramente resultado de los estados físicos pasados y asumimos que no existe evidencia sobre una razón de ser más allá de ello. En ese caso, también nos encontramos con configuraciones que marcan tendencias específicas hacia adelante. Por ejemplo, en cálculo diferencial, la primera derivada de una función determina cómo cambian todas las variables subsiguientes; es decir, el pasado marca la pauta para lo que ocurrirá en el futuro, lo cual implica un “objetivo” predeterminado.

La controversia principal se da por definir si dichas metas o configuraciones previas fueron “decididas” por una consciencia parecida a la que nosotros conocemos. Lamento informarles, queridos lectores, que sobre eso no tenemos la más mínima idea. Ni siquiera hemos sido capaces de entender qué es aquello que admite la experiencia consciente subjetiva en la mente humana, mucho menos podremos detectar si el cosmos lo sistematizó un esfuerzo “voluntario” similar. La probabilidad más prevalente es que fue creado por un proceso que no podemos entender, dadas nuestras limitaciones cognitivas como especie.

Por lo tanto, debatir sobre si la creación fue un evento aleatorio o preplanificado es fundamentalmente absurdo; ambas nociones son convergentes, presentan las mismas respuestas e interrogantes y ninguna ofrece conclusiones terminantes.

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Consecuentemente, hasta donde podemos ver, las cosas sí pasan por algo y, también, pasaron por algo que básicamente desconocemos en su expresión más amplia. Empero, si acotamos y nos enfocamos en sistemas específicos, es posible detectar causas y efectos con un valor práctico —aunque no ontológico—. Estas son algunas grandes primeras derivadas o Propósitos (como se prefiera referir) que podemos observar y comprobar entre mentes humanas:

1) El Universo tiende a la expansión y enfriamiento incesante.
2) La vida en el planeta Tierra desafía dicha tendencia y procura el orden en un entorno caótico.
3) Todos los seres vivientes compartimos el mismo objetivo biológico: ayudar a la vida a resistir y prevalecer.
4) Conforme resista y prevalezca la vida, la evolución admitirá nuevas y majestuosas posibilidades de cognición y consciencia, como la ha logrado durante más de cuatro mil millones de años.
5) Encontrar causas y propósitos nos dota de sentido, motivación e ímpetu a los organismos inteligentes; estamos diseñados a priori para ello.

Hasta dónde podemos entender, las cosas pasan y pasaron por algo, aunque a veces no sea por lo que nos gustaría. El vaivén cósmico está pleno de misterios, pero la esperanza de develarlos nos llena de sentido y energía.

¿Será que leíste este texto por algo mucho más significativo? Finalmente, parece que sí tenemos una razón de ser.

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Nota del editor: Juan Carlos Chávez es Profesor de Creatividad y Bioeconomía (Genética, Neurobiología, Biofísica y Psicología en un contexto económico) en el sistema UP/IPADE y autor de los libros Inteligencia Creativa (2022), Multi-Ser en busca de sentido (2021), Psico-Marketing (2020) y Creatividad: el arma más poderosa del Mundo (2019). Es director de www.G8D.com Agencia de Comunicación Creativa y consultor de cientos de empresas nacionales y transnacionales. Síguelo en Facebook , Instagram y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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