Pero, ante la creciente demanda que hay por parte de las generaciones jóvenes hacen a las compañías, solicitando ser cada vez más auténticas y enfocadas en criterios sociales y ambientales, estos criterios se han vuelto ejes rectores de mucha de la comunicación que se hace a nivel empresarial.
La importancia que hay en ellos es su relación directa con la intención de compra y adquisición. Es una realidad que aquellas compañías con mejor reputación tienen mejor oportunidad de ser consideradas al momento de que alguien que compra.
Con este interés puesto sobre la mesa, es muy fácil que ante escenarios como el actual en Acapulco, Guerrero, el impulso a subirse a la conversación salga como una reacción natural.
Principalmente si tenemos en cuenta que lo sucedido en los últimos días y las afectaciones ocasionadas por el huracán Otis en el estado han despertado el interés y movilizado a comunidades enteras, gobiernos y compañías que, en un acto de solidaridad, han emprendido acciones de ayuda a la población afectada.
Pero, ¿es eso realmente una oportunidad para seguir construyendo su reputación corporativa? ¿Es este, tan siquiera, un buen momento para seguir su agenda de comunicación y acciones realizada?
Ante eventos tan desafortunados como el actual, la clave está en entender que no son una temporada de descuentos o una efeméride más en la que las compañías deban buscar en el top of mind de sus audiencias. Al contrario, es muy probable que todo aquello fuera de esta agenda quede sin relevancia, sea sacado de contexto o pueda ser calificado como una insensibilidad. Lo cual podría, incluso, tener un potencial impacto negativo en la reputación. Muy contrario a los efectos positivos que se busca de una buena comunicación.
Esto no significa, tampoco, de ninguna manera, una invitación a comunicar y que todos los esfuerzos de relacionen con querer ser parte del contexto. Aunque se aplaude mucho el esfuerzo de distintas compañías por realizar donativos, mantener el bienestar de sus colaboradores, colaborar con gobiernos y unir esfuerzos con más compañías -incluso, sin importar si son sus competidores directos-, tampoco es momento de buscar protagonismo.
En un ejercicio de comunicación constante, a menudo subestimamos el poder del silencio y los mensajes implícitos. Aunque, a primera vista, la ausencia de palabras puede parecer simple inacción, a menudo es todo lo contrario. Y, en un caso como el actual, esto retoma más sentido.