Bien. Para iniciar esta colaboración y entrar en materia, pongamos los pies sobre la tierra. Te parecerá duro (hasta cruel) tener 100% de responsabilidad sobre tu vida, pero es el deber ser. Muchas veces nos enfocamos en repartir culpas del ‘por qué’ no nos va bien, y la realidad es que todo depende de nosotros, de nuestras decisiones, pensamientos y comportamientos.
Si bien el éxito es un concepto abstracto, y la obtención del mismo un hecho relativo, las metodologías y dinámicas funcionan de manera distinta para cada persona. Dicho esto, lo que hoy compartiré contigo es una breve guía para que coloques en orden tus ideas y comiences a sembrar en terreno fértil. Lo demás, dependerá de ti.
Y por ningún motivo tengo la intención de imponer a rajatabla mi definición de éxito. Si para ti es lograr una salud excepcional, concluir con excelencia tu doctorado, amasar una gran fortuna, formar una familia, viajar por todo el mundo y/o llegar a una jubilación pacífica, adelante, sigue tu dicha. Comencemos.
1. Primero tú, después tú
No, no es una premisa sustentada en un egoísmo sin sentido, sino todo lo contrario. Si nosotros estamos bien, todo a nuestro alrededor lo estará. ¿Quién es el capitán que navegará tu embarcación y la llevará a puerto seguro? ¿Quién será el artífice de tus logros y el responsable de tu propio aprendizaje? ¡Tú! Así que, el equilibrio físico, el mental y el espiritual no son negociables.
2. Definición de objetivos
Ya que elegimos sentirnos bien, ahora sí, manos a la obra. Hablemos del planteamiento de objetivos, que son, sin duda, las (cuatro) extremidades del éxito. Sin metas, no hay logros. Ok, Ana, pero ¿cómo se hace? Fácil, tomando en cuenta las siguientes características: fija pocos objetivos, claros, con fecha de caducidad, que sean específicos, y muy, muy importante, realistas.
3. Arma tu plan de acción, ¡y ejecútalo!
Es oportuno recalcar (y aprovecho este punto para hacerlo) que el éxito no es un accidente, ni mucho menos una casualidad. No podemos dar en el blanco sin lanzar la flecha; y las probabilidades de repetir tres tiros perfectos, sin entrenamiento, son casi nulas. Traza tu ruta del éxito con las acciones necesarias, que poco a poco te acercarán a tu(s) meta(s); desarrolla un cronograma diario de actividades y divide tus tareas de cada día; recuerda dar prioridad a lo urgente e importante. Evaluaciones diarias, semanales y mensuales, serán nuestro termómetro y brújula.
4. Sal de tu zona de confort
Y no me refiero al sofá (bueno, también), sino a hacer aquellas cosas incómodas que significan esfuerzo y estiramiento; te lo pongo así, las actividades que nos empujarán ‘irremediablemente’ al éxito, como levantarnos temprano, hacer la llamada, mandar el correo, gestionar la reunión, dejar la sal y el azúcar, hacer más flexiones, eliminar el cigarrillo, no ver más de un capítulo al día, y un extenso etcétera.