Aunque en la COP28 estos temas siguen siendo prioritarios en la agenda, el auténtico "elefante en la sala" es la continua proliferación de los combustibles fósiles. Informes de agencias internacionales, centros de pensamiento y destacados científicos del cambio climático, son unánimes en señalar que las emisiones de carbono han experimentado un incremento significativo desde la firma del Acuerdo de París. Esta tendencia persiste, a pesar de los compromisos universales de reducir drásticamente estas emisiones en la presente década y de los alarmantes impactos del cambio climático que se manifiestan año tras año.
El Acuerdo de París se enfoca en la reducción de emisiones a través del consumo de energía, pero omite abordar la producción de carbón, petróleo y gas. Esta omisión es crítica, ya que la industria de los hidrocarburos está invirtiendo en tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono, así como la captura y remoción de dióxido de carbono de la atmósfera. Sin embargo, estas tecnologías aún no han demostrado un impacto significativo en la reducción de las emisiones globales de carbono.
Si no logramos detener la proliferación de los combustibles fósiles y reducir su consumo, especialmente comenzando por los países con mayores ingresos derivados de estos recursos, y haciendo hincapié en la justicia climática, las consecuencias para la vida en el planeta serán catastróficas. Según datos de la ONG francesa Eclaire y la comunidad de 4,000 expertos en tecnología de Data for Good, existen 425 "bombas de carbón" en el mundo.
Estos proyectos de extracción de combustibles fósiles emitirán más de una gigatonelada de dióxido de carbono durante su vida útil, lo que equivale al doble de las emisiones de carbono que todavía se permiten dentro del presupuesto global para mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1.5°C. Sorprendentemente, el 40% de estas "bombas de carbón" se concentran en los principales productores de carbón, como China e India, y en los grandes productores de petróleo, como Estados Unidos, los países del Medio Oriente y Brasil.
Además, estos proyectos son financiados directa o indirectamente por importantes bancos y aseguradoras. Desde 2021, la Agencia Internacional de Energía ha subrayado la imperativa necesidad de evitar la expansión de proyectos de combustibles fósiles. Desde entonces, han comenzado 20 de estos proyectos, lo que evidencia la falta de acción para detener las "bombas de carbón".
En este contexto, los Emiratos Árabes Unidos, país anfitrión de la COP28, enfrentan una crisis de credibilidad. Siendo el séptimo productor de petróleo y el 14º productor de gas en el mundo, el Presidente de la COP28 también se desempeña como CEO de la empresa petrolera nacional. Ha afirmado públicamente que el mundo continuará dependiendo del petróleo.