Si nos lo proponemos encontraremos varias formas reducir emisiones sin la necesidad de invertir grandes cantidades de dinero. Para ello, un primer paso es identificar los factores con los que interactuamos a diario que son aportadores de GEI. A partir de ahí podemos tomar decisiones sobre si es viable hacer una inversión o si lo correcto es tomar acciones alternativas e incluso, si es posible delegar esta responsabilidad mientras definimos una acción acorde a la capacidad de nuestro negocio.
Una verdad indiscutible es que los combustibles fósiles todavía son la fuente número uno de emisiones de GEI. Además, la generación de energía, los edificios, la industria y el transporte son responsables de cerca del 80% de las emisiones globales y el 20% restante corresponde a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra . Por ello, se necesitan estrategias puntuales para lograr una verdadera reducción de emisiones en toda la sociedad.
Si partimos de la idea de que gran parte del trabajo que realizamos en oficinas y empresas requiere de uso de energía eléctrica, es aquí en donde se pueden tomar las primeras acciones. Existen medidas que son muy elementales y en consecuencia están al alcance de cada uno de nosotros de manera que no se requieren grandes inversiones sino disciplina y conciencia.
Por ejemplo, podemos comprometernos con acciones específicas en las que podemos involucrar a cada uno de los integrantes de nuestra compañía, de manera que sus lugares de trabajo nos ayuden a reducir nuestras emisiones, gracias a una participación integral en la que todos colaboramos como una familia empresarial.
Este compromiso puede extenderse a nivel hogar, de manera que la cultura de consumo responsable de energía termina por permear tanto en las instalaciones de la oficina, como en casa, con acciones como el simple hecho de apagar las luces cuando no se está en una habitación; reciclar los desechos que se generen; contribuir en labores de reforestación; preferir alimentos locales; dosificar el consumo de agua en casa; secar la ropa al sol en lugar de usar secadoras; utilizar la bicicleta en traslados cortos y la implementación de jornadas mixtas con trabajo desde casa, entre otros.
A nivel logístico, también podemos implementar opciones diversas, como el uso de vehículos híbridos o eléctricos, procurar un mantenimiento constante de las unidades motorizadas, checar el nivel correcto de las llantas para reducir el consumo de combustible, implementar buenos hábitos de conducción, o el uso de aplicaciones o software para optimizar rutas de entrega de productos. Con la aplicación combinada de todas estas estrategias podríamos ayudar a reducir hasta en 20% las emisiones de CO2 .
Existen además alternativas para compensar nuestra huella de carbono en lo que transitamos hacia una tecnología para lograr cero emisiones. Una de ellas es la compra de créditos de carbono que se encuentran en los proyectos de absorción de CO2 para compensar las emisiones de una empresa o una persona .