México fue uno de los primeros países en generar una agenda nacional de IA en 2018 y, aun cuando ocupa el quinto lugar en la gestión de la IA en Latinoamérica, según el Índice Latinoamericano de inteligencia artificial (ILIA) dado a conocer el pasado mes de agosto, nuestro país no ha avanzado mucho en esta área por parte del gobierno y, salvo excepciones, pocos consorcios mexicanos han tenido el interés por invertir en la IA como lo han hecho, por ejemplo, Colombia, sede de uno de los fondos de inversión más fuertes en el continente, o Brasil, que ha dado sólido impulso al desarrollo de este tipo de herramientas.
En México, los avances involucran la adopción de robots industriales, seguramente asociados al fenómeno del nearshoring, o la implementación de nuevas plantas manufactureras con tecnologías modernas y sistemas automatizados. Pero la administración pública federal ha manifestado poco interés en la IA y en los desarrollos tecnológicos, como lo evidencian la eliminación del Foro Consultivo Científico y Tecnológico del Conacyt, y la creación de un nuevo organismo a cuyos directivos no se les exige experiencia en el campo científico.
La IA prácticamente no ha sido considerada en los informes de gobierno del presidente. En el más reciente, el pasado septiembre, sólo la mencionó cinco veces en temas de participación ciudadana, educación, industria petrolera, servicio nacional del empleo y promoción de la industria 4.0, pero sin abundar en detalles o logros. Realmente no sabemos cómo la está empleando.
Parece que en México está perdiendo de vista que la IA puede contribuir favorablemente a la sostenibilidad a través de temas como: el empleo de drones para detectar áreas de reforestación, monitorear el comportamiento de infraestructuras y de individuos ante escenarios que supongan un desafío climático; prever, a través del análisis de datos, posibles afectaciones en áreas urbanas y rurales producidas por fenómenos naturales predecibles (como pudo ser en el caso del huracán Otis en Acapulco), o focalizar áreas urbanas propensas a contaminación ambiental severa.
El gobierno federal podría considerar que la IA puede contribuir al desarrollo sostenible del país ayudando a predecir errores; favorecer los objetivos ambientales al ayudar a crear ciudades inteligentes que generen bajas emisiones de carbono; modular los consumos de electricidad y generar una mejor integración de las energías renovables a través de redes inteligentes; y hasta identificar tendencias de desertificación a través de imágenes satelitales y luchar contra la contaminación marina, entre muchos otros aspectos en favor del logro de los ODS en materia ambiental.
En España, por ejemplo, se aplica la IA para conseguir una mayor sostenibilidad a través de tecnología de IA aplicada en el sector de la construcción, procesando constantemente la información de 3,000 variables para anticipar cuándo se puede producir una falla, es decir, para predecir errores y minimizar problemas que puedan afectar al desarrollo sostenible.