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Innovación tecnológica, ¿la clave para el cambio climático?

La transformación de nuestros sistemas de producción actuales exige cambios en diversos niveles, abarcando desde políticas públicas hasta finanzas y comportamiento social.
mar 17 octubre 2023 06:06 AM
Innovación tecnológica, ¿la clave para el cambio climático?
Para que la tecnología se convierta en una realidad a gran escala, se requiere el respaldo del Estado, un sector financiero dispuesto a asumir riesgos y, sobre todo, consumidores dispuestos a adoptar estas tecnologías emergentes, apunta Isabel Studer.

(Expansión) - Las recientes declaraciones de Bill Gates durante la Semana del Clima en Nueva York, enfatizando el papel de la tecnología en la lucha contra el cambio climático, han provocado un apasionante debate dentro de la comunidad ambientalista. ¿Puede la tecnología, o más precisamente, una amalgama de tecnologías, ser la solución definitiva para evitar la catástrofe climática? ¿O necesitamos un cambio sistémico que incluso incluya cuestionar el sistema capitalista?

La transformación de nuestros sistemas de producción actuales exige cambios en diversos niveles, abarcando desde políticas públicas hasta finanzas y comportamiento social. Si bien la tecnología por sí sola no tiene el poder de lograr un cambio estructural que frene el aumento de la temperatura global, es innegable que la innovación tecnológica es un elemento esencial en esta lucha.

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Las tecnologías relacionadas con los combustibles fósiles están siendo gradualmente sustituidas por innovaciones como los vehículos eléctricos, el hidrógeno verde, biocombustibles, energía solar y eólica, así como propuestas más controvertidas como la energía nuclear (principalmente de fisión) y la captura de carbono. Bill Gates ha respaldado algunas de estas tecnologías con inversiones que superan los 2,000 millones de dólares (mdd) a través de Breakthrough Energy, una organización sin fines de lucro enfocada en encontrar soluciones, especialmente para el sector industrial.

Sectores como la industria del acero y del cemento, que representan aproximadamente una tercera parte de las emisiones globales, enfrentan el desafío de obtener los altos niveles de calor necesarios para sus procesos productivos a partir de fuentes de energía renovable como la solar y la eólica.

Con el apoyo de Gates, Direct Air Capture, una empresa dedicada al desarrollo de tecnología para la absorción de dióxido de carbono de la atmósfera, ha asegurado contratos por un valor de 3.5 mil mdd en Estados Unidos. Sin embargo, esta tecnología ha generado críticas por parte de ambientalistas, quienes argumentan que los recursos podrían destinarse a otras soluciones que realmente transformen el sistema energético y de producción. En cambio, son una distracción en la ruta hacia una era libre de combustibles fósiles. Por otro lado, algunos creen que estas tecnologías podrían desempeñar un papel crucial durante la transición hacia economías con bajas emisiones de carbono, hasta que las energías y combustibles alternativos alcancen una posición dominante.

Además de la captura de carbono, tecnologías como las mini-nucleares ya se están implementando en varios sectores, incluyendo la industria química, que depende en gran medida del gas para la producción de plásticos. Dow Chemical, una de las principales empresas en este sector, se ha asociado con X-Energy Reactor Company para llevar a cabo un proyecto en la planta de Seadrift en Texas, respaldado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos. Dow también está invirtiendo en la captura y almacenamiento de carbono, combinado con hidrógeno circular, con el objetivo de desarrollar el primer cracker de etileno y derivados con emisiones de carbono cero netas en su planta en Fort Saskatchewan, gracias al apoyo del gobierno canadiense.

En el sector del acero, se está explorando la comercialización de la energía nuclear de fisión, que une átomos en lugar de separarlos, como ocurre en la energía nuclear de fusión. El productor de acero Nucor ha establecido una asociación con Helio, una empresa energética, para desarrollar una planta que generará 500 megavatios de energía para el año 2030. Esta planta será 10 veces más grande que la que ya están construyendo para Microsoft y que se completará en 2028. Estos avances están ocurriendo a pesar del escepticismo inicial sobre la viabilidad comercial de la energía nuclear de fisión, ya que requiere más energía para producirla de la que produce. Hace apenas un año, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de la Universidad de California demostró que se puede generar más energía mediante la fusión nuclear que utilizando los láseres que desencadenaron la reacción.

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Estos ejemplos ilustran que estamos viviendo en una era de disrupción tecnológica que nos permite vislumbrar soluciones para abordar el gran desafío del siglo XXI: el cambio climático. Sin embargo, para que estas tecnologías se conviertan en una realidad a gran escala, se requiere el respaldo del Estado, un sector financiero dispuesto a asumir riesgos y, sobre todo, consumidores dispuestos a adoptar estas tecnologías emergentes.

De manera similar a lo ocurrido durante la revolución digital, donde los consumidores estuvieron dispuestos a pagar el costo de los primeros productos tecnológicos, incluso cuando no eran completamente avanzados, la maduración de estas tecnologías energéticas será rápida si se crean las condiciones necesarias para su adopción y desarrollo.

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Nota del editor: Isabel Studer es Presidenta de Sostenibilidad Global. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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