Hace 10 años la ONU publicó un documento que busca invitar a los gobiernos y sociedad a crear ciudades más resilientes ante los embates de la naturaleza. Algunos países han tomado cartas en el asunto, pero otros como México les falta mucho camino por recorrer. Se debe fomentar el compromiso del gobierno para la reducción de riesgos, y que la resiliencia a los desastres y el cambio climático sean una prioridad de sus políticas.
Normalmente en mis columnas busco compartir algunas guías de ruta, sin embargo, para este caso en lugar de guías deberían ser prioridades para seguir:
1. Financiamiento y recursos
La prioridad debería ser clara en sí. Cada vez que una ciudad se enfrente a una situación de desastre, habrá que contar con fuentes económicas o presupuesto que restablezcan lo más pronto posible carreteras, medios de comunicación y en general infraestructura de abasto. Si una ciudad ya se encuentra en medio del desastre, buscar recursos de forma inmediata le hará lenta y complicada su recuperación. No hay recursos públicos o privados suficientes ante devastaciones como la que recientemente hemos presenciado.
2. Protección de las instalaciones vitales
Cualquier ciudad que no puede garantizar elementos básicos de supervivencia, por ejemplo, abasto de agua potable, continuidad en la operación hospitalaria y una pronta recuperación de sistemas educativos, está en riesgo grave de supervivencia. Esto es independiente del tipo de gobierno de la ciudad, sea de izquierda o de derecha.
3. Preparación, alerta temprana y respuestas eficaces
Hoy los avances tecnológicos permiten contar con diferentes herramientas que alertan a la población de riesgos inminentes. Dichos esquemas de alertas deben ser públicos, auditables e independientes de los gobiernos. Una alerta temprana puede prevenir muertes y desgracias mayores. La comunidad empresarial debe prever insumos de protección adecuados para suministrar a la población con la garantía de que el gobierno dé certeza jurídica a los comercios. Los empresarios necesitan estar tranquilos de que sus locales no serán saqueados en momentos de apremio y angustia.
4. Recuperación acelerada
Organizar, a través de la sociedad civil, comités de ejecución y supervisión de la infraestructura dañada, en algunos casos con la participación del gobierno o a pesar de su ausencia. Hay un gran número de casos de ciudades que han sido devastadas y que suelen recuperar su actividad económica al paso de tifones o erupciones volcánicas, esto gracias a la solidaridad y el esfuerzo conjunto entre gobierno, iniciativa privada y sociedad civil.