En la intersección entre el cambio climático y el desarrollo económico se vislumbra un vínculo cada vez más claro. El reciente informe del Foro Económico Mundial reitera esta conexión al señalar que cinco de los 10 principales riesgos económicos a largo plazo están relacionados con desafíos sociales y ambientales.
El camino de la descarbonización: medición para la acción
Tomemos el caso de Estados Unidos como ejemplo: en la actualidad, 239 empresas de la lista Fortune 500 han asumido compromisos climáticos. De ellas, el 39% se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050. Esta tendencia no es exclusiva de Estados Unidos; es un fenómeno global motivado por diversas presiones a las que se enfrentan las organizaciones. Entre estas presiones se destacan la necesidad de anticiparse a las regulaciones en aumento, fortalecer la relación con los consumidores, consolidar la imagen como empleador de elección y satisfacer las expectativas de clientes y accionistas.
Empresas de todos los tamaños y sectores están reconociendo estas señales y, en su mayoría, están integrando indicadores de impacto socio ambiental en sus modelos de negocio como parte de sus primeras acciones. Esto incluye específicamente la medición de emisiones de gases de efecto invernadero, gestión de residuos, uso eficiente del agua, energía y otros recursos clave.
Para aquellos de nosotros involucrados en el mundo del B2B, comprender y adaptarnos a estas tendencias se vuelve esencial como estrategia para satisfacer las necesidades cambiantes de nuestros clientes y garantizar una relación comercial sostenible en el tiempo.
Lo que no se mide, no se puede mejorar
La medición de la huella de carbono es un paso fundamental porque proporciona una base sólida sobre la cual actuar. Sin esta información, cualquier esfuerzo por reducir o compensar nuestras emisiones sería meramente especulativo. La medición nos permite identificar las principales fuentes de impacto, lo que facilita la priorización y la implementación de un plan de reducción para desarrollar una estrategia de negocios baja en carbono en el mediano o largo plazo. Las estrategias de carbono son la columna vertebral de cualquier estrategia ambiental.
Ampliar la mirada
La Huella de carbono puede dividirse en 3 principales alcances:
Alcance 1: Emisiones directas de Gases de Efecto Invernadero (GEI)
Alcance 2: Emisiones provenientes del consumo de energía.
Alcance 3: Otras emisiones indirectas tales como:
- Compra de insumos o materiales
- Transporte local e internacional
- Servicios contratados
- Alojamiento utilizado
- Fin de vida de materiales utilizados y otras variables.
En el camino hacia una estrategia de carbono que esté conectada con el modelo de negocio de las organizaciones, centrar la atención solo en las emisiones directas (Alcance 1) y las emisiones indirectas asociadas al consumo de energía (Alcance 2) puede resultar insuficiente. Para muchas empresas de diversos sectores (manufactura, textil, retail, otros), las emisiones del Alcance 3, que hacen referencia a las relacionadas con su cadena de valor, pueden constituir más del 80% de su huella de carbono total, por lo que su medición en profundidad resulta crucial para el proceso de toma de decisión.
Reducir las emisiones de carbono no solo implica las emisiones directas de una organización, sino también las indirectas que se generan en su cadena de valor, por ejemplo, los impactos en la producción de los bienes adquiridos, los servicios contratados, el transporte y distribución de los productos no controlados por la organización, así como las emisiones provenientes del uso y fin de vida de los productos vendidos.
Si bien este análisis puede ser desafiante nos arroja información valiosa sobre cómo la selección de nuestros proveedores y los procesos que emplean en el desarrollo de sus actividades impactan en las emisiones de nuestras organizaciones.
Medir es el primer paso ¿cómo pasar a la acción?
El verdadero desafío es usar esa información para efectuar cambios significativos. Esto puede incluir desde la optimización de procesos, la transición hacia fuentes de energía renovable y/o el rediseño de productos o servicios para minimizar su impacto ambiental. La medición señala el camino, que luego debe ser seguido por el desarrollo de una estrategia integral adaptada a la organización.
No se trata solo de medir emisiones, sino de incorporar la sostenibilidad en cada área clave del negocio. Por esta razón, el apoyo interdisciplinario de las diferentes áreas se vuelve vital como compras, finanzas, recursos humanos, comercial y operaciones. Las organizaciones que integren la sustentabilidad de manera transversal logren construir consensos de forma ágil desde la toma de decisiones hasta la ejecución de proyectos, cuentan con un valor diferencial sobre su propuesta de valor para actores de interés (clientes, inversores, competidores, empleados, gobiernos).
Abordar desafíos complejos requieren una combinación de conocimientos hard ambientales, competencias soft y un profundo entendimiento del negocio. Por eso trabajar con una visión sistémica, a través de la acción informada y colaborativa, se vuelve fundamental para transformar estos desafíos en oportunidades. Las organizaciones líderes serán aquellas que logran integrar las variables ambientales a sus modelos de negocio.
Nota del editor: Federico Manuel Gomez Guisoli es CEO de Kolibri. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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