Asimismo, el pasado jueves 20 de junio en la ciudad de Shenzhen, tuvo lugar El Seminario de Inversión en México. Este encuentro destacó los beneficios que México ofrece como destino de expansión para las empresas chinas, pero también evidenció las profundas disparidades que México enfrenta en su relación con el gigante asiático.
A nivel global, China se posiciona como el segundo socio comercial más grande de México. Sin embargo, existe un desequilibrio preocupante: por cada dólar que México exporta a China, importa 11. Esta situación refleja una significativa dependencia de productos chinos y destaca la falta de diversificación y competitividad en nuestras exportaciones hacia el gigante asiático. Adicionalmente, el fenómeno del nearshoring ha facilitado la llegada de empresas chinas a México, aprovechando su posición estratégica para acceder al mercado estadounidense bajo el T-MEC.
Durante el período de 2020 a 2022, las inversiones chinas en México superaron los 5,000 millones de dólares. Además, se estima que más de 3,000 empresas asiáticas, mayoritariamente de origen chino, han comenzado a operar en México. Este flujo de inversión contrasta notablemente con la cautela observada entre las empresas mexicanas al considerar el mercado chino. Estos hechos plantean la pregunta de si estamos aprovechando plenamente las oportunidades que China ofrece para los negocios.
Aunque se promueve activamente la inversión extranjera en México, se presta menos atención al necesario esfuerzo para que las empresas mexicanas se expandan globalmente.
En el caso específico de China, pocas empresas mexicanas han logrado incursionar exitosamente debido a barreras como regulaciones complejas y prácticas comerciales desconocidas. Esta falta de preparación se traduce en una inversión mexicana directa limitada en China y evidencia la ausencia de una estrategia clara desde el gobierno mexicano para apoyar esta expansión.
Reconociendo que la política económica mexicana ha favorecido la atracción de inversión extranjera sobre el apoyo a las empresas nacionales para internacionalizarse, se han limitado las oportunidades de crecimiento en mercados dinámicos como el chino lo cual afecta nuestra competitividad a largo plazo. Adicionalmente, la desaparición de ProMéxico en 2019, agravió aún más la brecha y fue un revés significativo para las aspiraciones internacionales de las empresas mexicanas, dejando un vacío que aún no se ha llenado adecuadamente para apoyar su expansión exterior.