A nivel legislativo vamos un paso adelante, pues contamos con la mayor transformación laboral de los últimos 50 años en diversas materias: desde justicia laboral, teletrabajo, gestión de riesgos psicosociales y subcontratación; hasta en acceso a vacaciones dignas, perspectiva de género en la Ley del Seguro Social, reconocimiento de los derechos de las trabajadoras del hogar e incremento del salario mínimo, entre otras.
También vemos una mayor sensibilidad organizacional hacia las necesidades de la fuerza laboral, con políticas de flexibilidad y beneficios que ayudan a los colaboradores a disfrutar más de lo que realmente importa en la vida.
Tiempos de cambio
Por lo pronto, este 2024 se dará el análisis de temas relevantes tanto para los empleadores, como para los 59.1 millones de personas que integran la fuerza laboral, de acuerdo con Data México. Concretamente, se discutirá la propuesta de duplicar el aguinaldo, la reducción de la jornada laboral semanal a 40 horas y la adopción de la Ley Silla.
Al margen de su posible aprobación, considero que estas iniciativas aportan una perspectiva valiosa sobre el mercado laboral y las expectativas de los trabajadores. Por ejemplo, entre 43% y 50% de los empleados expresa descontento en los rubros de carga de trabajo y equilibrio laboral, lo que se traduce en que cinco de cada diez estén dispuestos a renunciar, según estudios que hemos realizado. Además, detectamos que 75% manifiesta una necesidad de reconocimiento para permanecer en su trabajo.
Estos hallazgos no solo se reflejan en nuestros estudios. Por ejemplo, el reporte “Retos y perspectivas del trabajo: revelando las claves de la evolución laboral” de WeWork y PageGroup, indica que uno de cada dos colaboradores se siente frustrado por su actual empleo; mientras que el estudio “Reimaginando el trabajo”, de EY, alude a la inquietud de 40% de los mexicanos por cambiar de empleo el próximo año en busca de un mejor salario.
¿Qué necesitamos hacer para revertir el panorama? Desde mi punto de vista, no solo se requieren políticas públicas, sino además una mezcla de estructura, capacidades y voluntad corporativas para analizar lo que sí podemos realizar al interior de nuestras organizaciones.
La comunicación abierta, los programas de desarrollo profesional, las políticas de bienestar y flexibilidad laboral, y las prestaciones superiores a la lo que marca la ley pueden ser un camino. También es fundamental desarrollar programas de fidelización y reconocimiento para nuestros empleados y crear esquemas de compensación más robustos que no se limiten a lo monetario, sino que incluyan soluciones para ayudarlos a tener una despensa completa, una mejor alimentación, y apoyos para desplazamientos y transporte, entre otros aspectos.
La meta es crear una cultura laboral que priorice y atienda las necesidades reales de los trabajadores, en busca de crear condiciones para su desarrollo y bienestar integral que abonen a su permanencia y productividad en nuestras organizaciones.