Por lo tanto, es momento de dar paso a una reflexión sobre el papel que nos toca asumir en los tiempos que se avecinan. Esto no quiere decir no tener simpatías, preferencias, grupos que a unos y a otros les puedan parecer mejores o peores en un contexto específico. Pero, aunque puede parecer una candorosa propuesta, es tiempo de vigilar y exigir buenos resultados a todos los gobiernos, de todos los partidos y de todos los niveles, a los que gustan y a los que no gustan.
Hoy estamos frente a un inminente cambio de gobierno y, también, en la víspera de un cambio de régimen. Las reformas constitucionales que ya fueron aprobadas, y otras que se perfilan para serlo, colocan a Claudia Sheinbaum como la primera Presidenta de la República con poderes que ningún otro mandatario detentó y, frente a eso, se requiere de una sociedad exigente, vigilante, actuante, crítica…
No hay nada nuevo bajo el sol. El ‘Plan C’ fue anunciado desde hace meses y la forma en la que se ha empezado a materializar es una clara muestra de imposición. Algunos cambios pueden tener fundamento, pero las formas en las que se han impulsado exhiben la intención de imponer una visión particular de las cosas; aunque, también, la oposición no ha logrado articular una postura clara, convincente, que le permita a la ciudadanía contar con rutas distintas de solución a los problemas de fondo.
“No es una buena idea la manera en la que se están haciendo las reformas, ni en la forma ni en el fondo, pero cuando estamos en un cambio de régimen uno tiene que votar con propuestas alternativas. ¿Con qué estamos contrastando las reformas propuestas? Hay cosas que no nos gustan o que no nos parecen funcionales, pero no tuvimos o no tenemos una alternativa”, sostiene Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana.
Una manera de involucrarse en el proceso de cambio que hoy nos toca vivir podría radicar en saber distinguir entre gobierno y régimen, que están conectados pero la manera de abordarlos es distinta.
Así, mientras que al gobierno se le debería exigir que no ocurran eventos como los que hoy tienen capturado a Sinaloa, ante un cambio de régimen en el que se ha hablado de revocación de mandato, ¿no deberíamos empezar ya la revocación del mandato del gobernador del estado? Si somos congruentes con el régimen institucional que se está construyendo, también ya deberíamos de estar discutiendo la remoción del comandante de la Tercera Región Militar, Jesús Leana Ojeda, después de sus desafortunadas declaraciones frente a la crisis de inseguridad en la entidad.
¿Cuál es el papel que asumirá Claudia Sheinbaum? ¿Será la diseñadora del nuevo régimen o la implementadora del régimen que alguien más impulse? ¿Será la cabeza del nuevo régimen o solo una pieza de éste? La concentración de poder es evidente, pero no se tiene claro cuál es el régimen que se está construyendo y los canales que tendrá para respetar y tomar en cuenta la pluralidad que se vive en todo el país.
“Creo que podemos estar en presencia de un buen gobierno y un mal régimen. Tengo la impresión de que Claudia Sheinbaum va a hacer un buen gobierno, pero que la (autollamada) Cuarta Transformación está construyendo un régimen muy complicado para la vida de los ciudadanos”, afirma Eduardo Bohórquez, quien también ha sido autor de varios artículos y publicaciones entre los que se encuentra “Parlamento Abierto: hacia una nueva relación con la ciudadanía”.
“Yo no creo que Claudia Sheinbaum esté ni en lo formal, ni en lo esencial, ni en ningún aspecto, en contra de las ideas que ha planteado Andrés Manuel López Obrador; su gobierno se enfrentará a muchos problemas, pero no porque sienta que se los impusieron, sino porque serán consustanciales a las decisiones que se están tomando”, dice Roberto Castellanos, catedrático de la UNAM.
El momento obliga a tomar acción para enfrentar los desafíos y uno de ellos tiene que ver con buscar, de algún modo, las condiciones para construir ciudadanía bajo un enfoque integral que promueva el diálogo, la educación, la inclusión y la cooperación; no es romanticismo, sino un proceso con implicaciones políticas muy importantes.
¿Qué debemos hacer como ciudadanos para plantarnos frente a estas circunstancias? No hay respuestas acabadas para transitar hacia un mejor lugar en este momento. Finalmente, encontrar puntos de encuentro entre contrarios es uno de los grandes desafíos que enfrenta México y otros países.
“Primero, tenemos que reconocer que los radicalizados son un puñado muy chiquito del país. El grueso de nosotros somos sensatos, razonables, queremos vivir en paz y no estamos jugándonos la vida en cada café. Lo importante es no alienarnos y no caer en la indiferencia”, sugiere Eduardo Bohórquez.