A finales de agosto, el Cirujano General de los Estados Unidos, Vivek Murthy, emitió una alerta por la presión a la que están sometidos las madres y los padres. Según el informe, en 2023, 33% de las personas tutoras de menores de edad reportaron altos niveles de estrés en comparación con 20% de las personas adultas totales.
Cuando el estrés es severo o prolongado puede dañar la salud mental de las personas cuidadoras, lo que a su vez puede afectar a las infancias a las que cuidan. La situación está tan generalizada que se puede catalogar como un riesgo a la salud pública.
La crianza siempre ha sido demandante, pero ¿qué ha pasado en los últimos años para levantar esta alerta?
De acuerdo con Claire Cain Miller, experta en crianza del periódico New York Times, la forma en la que las y los tutores cuidan a las infancias ha cambiado con el tiempo. En la época de nuestros abuelos todo era más libre. Las y los menores salían a jugar a la calle y paternar era una tarea más simple que dependía de la intuición.
Cuando nuestra generación era más pequeña, las personas que estaban a nuestro cargo comenzaron a preocuparse más por la seguridad. Las ciudades se fueron complicando y era difícil andar libremente por ahí. Eso, a su vez, evolucionó a una sensación de tener que proteger a las y los hijos de cualquier peligro, como si fueran helicópteros.
Ahora que nuestros hijos están creciendo, además de querer protegerlos, estamos conscientes de que la economía es cada vez más competitiva y que nuestras hijas e hijos requieren generar habilidades que les permitan sobresalir. A esto hay que sumarle que cada vez hay más evidencia científica de cómo las madres y los padres podemos influir en el desarrollo cognitivo y emocional, lo cual requiere tiempo, esfuerzo y dinero. Por ello, esta fase se conoce como crianza intensiva.
¿Qué hacer ante este escenario?
La respuesta que ofrece Dr. Murthy no es sencilla. La crianza evoluciona conforme cambian las condiciones de vida, los desafíos futuros y la evidencia disponible. Sin embargo, las exigencias actuales no son sostenibles, porque si las y los cuidadores no estamos bien, las infancias tampoco estarán bien.