La libre flotación fue el tardío remedio que se recetó tras emerger la crisis del 94. Serra, Noyola, Carstens y Sales, seguramente, ya olvidaron que promovieron un esquema diverso, el ampliar la banda. Esa decisión ya no tiene padres, dado que los geniales impulsores vieron como se hizo pedazos el peso en tan solo unas horas. Durante mucho tiempo, movimientos discretos evitaron la volatilidad que tanto afecta al aparato productivo, sin embargo, hace tiempo los abandonamos, politizando la paridad.
El desastroso manejo del tipo de cambio, tarde o temprano, pondrá en evidencia a los bisoños funcionarios que llegaron por obra de la casualidad, la coincidencia y hasta la complicidad. Una vez más, cuando sobrevenga el desbalance, dirán que el origen fueron factores externos, y que, son problemas insoslayables los que nos devolvieron a un entorno de especulación cambiaria.
Mientras que una economía golpeada, pero supuestamente en ascenso, vio a su moneda, el dólar, subir 3 pesos en los últimos 6 meses, otra, que se supone están mal posicionada, la inglesa, vio a la libra subir casi 6 pesos en el mismo período. No es de extrañar, resulta claro que la Fed ha contribuido, en diversas maneras, a sobrevaluar el peso, dado que allá el objetivo de pleno empleo resulta acorde con el restar competitividad al principal socio comercial, por lo que ha hecho lo necesario para apuntalar la artificial posición del peso.
Una opaca valoración de la Reserva de Activos Internacionales del instituto central, cobijada por un Secretario de Hacienda que sólo busca la puerta de escape, se suma a la artificiosa existencia del engendro. Jamás sabremos cuánto nos ha costado el mantener artificialmente el tipo en el escalón de los 20 pesos, pero, dentro de poco, de nada servirá saberlo, porque estamos llegando a la orilla hacia el siguiente escalón. Se anticipa otro desliz, en el cual, uno, o la mayoría de los factores recién apuntados, contribuirán a que la moneda mexicana registre un nuevo ajuste, aquí y afuera. El superpeso es un reflejo de la enorme economía informal, por no decir criminal, del país, la cual, hace rato, supera a la formal. El titular de las finanzas públicas ha echado a andar el reloj de su salida, y no parece que llegue más allá del mes de abril, cuando sea sustituido por Luz Elena González, en medio de la tempestad.
Por otro lado, la aviesa y atropellada conducción del Congreso de la Unión, que difícilmente puede ser visto como algo distinto a una mera imprenta, esta capturada por una supermayoría, la cual, es un pernicioso producto atribuible a malas legislaturas del pasado que, con pobre o nulo asesoramiento jurídico, escribieron leyes electorales coloquiales, sin un fondo sólido de derecho. Hoy, todos pagamos su ignorante arrogancia.
Cada día, los integrantes de las cámaras advierten que la curul es más un grillete, que los masifica y condena a la invisibilidad, que un trampolín para crecer en el servicio público. No más de diez legisladores hacen como que hacen, dado que el encargo ahora consiste sólo en lanzar bravatas en defensa de las intocables iniciativas, mientras que el resto no es más que uno más, entre más de seiscientos obreros parlamentarios, sin nombre, ni futuro político.
Entre más irrelevantes se perciben los presidentes de mesa y de comisión, así como los coordinadores de bancada, más se abocan a otros menesteres, que a la anodina función legislativa. Sí, la Ejecutiva Federal nada les debe, ya que, sin ellos, o poniendo a quien sea en su lugar, el resultado será el mismo. Lo saben, y ya comenzó a preocuparles. Aquellos, otrora ilustres traficantes de votos legislativos, confeccionadores de mayorías arregladas, arrastran sus penas en los pasillos de los recintos, dispuestos a dar la nota, anunciado su retiro.
En tan sólo un par de meses, han desfigurado un país. México atraviesa sus peores momentos como integrante de la comunidad internacional. Está atado a los más funestos e impresentables gobiernos del subcontinente, postulando, sin recato, un modelo antidemocrático que es causa de risas en universidades; de preocupación entre inversionistas y de reprobación por organismos internacionales. Pero, para los especuladores, tal condición ofrece una tierra de conquista, ven un país entregado a decisiones suicidas que provocarán el tan ansiado rio revuelto en el que se pueden hacer grandes fortunas. Ven a improvisados administradores públicos que pronto naufragarán, quedando obligados a comprar salvavidas, valorando su peso en oro.
En el apocalipsis del estado de derecho, los mexicanos tenemos por delante el supermartes, en el que sabremos si el futuro será sólo malo, o de plano peor. Todo aquello que durante décadas fue construido para integrar las economías de los países de Norteamérica fue pateado y pisoteado por quienes aún viven el delirio del modelo comunista, sin importarles que los países que lo propalaron, hace ya más de un siglo, lo han enterrado para siempre.
La 4T, como aquel sistema de antiproducción económica, durará lo que dure el capital, cuando éste se agote, también apestará. Aunque la distribución de la riqueza es mala en México, no se compara con la de Rusia, China, Nicaragua, Venezuela, Cuba o Bolivia, donde, entre más comunistas dijeron ser, más oligarcas distantes alejados de la situación financiera de la población emergieron, siendo claro que fueron la autocracia y el totalitarismo, la fuente que los hizo brotar. La concentración de la riqueza, en el desiderátum morenista, es brutal y aplastante.
La guerra comercial, que hace rato comenzó en México sin declaración formal, ha transitado hasta ahora en aparente calma, pero pronto, en algunas semanas, atravesará vientos huracanados. Biden, quien tuvo la suerte de que sus males sólo le costarán la candidatura, y no la presidencia, carece de fuerza, talento y apoyo para enfrentar a China. Ha preferido solo derivar. Pero el electorado americano ya no está dispuesto a seguir viendo impávido al contrario llegar a sus fronteras. Exigirá de quien gane, acciones profundas, decisivas y frontales.
Pasan tantas cosas malas a diario en México, que ya hemos perdido la capacidad de ver el tablero completo, sí, de tener bien presentes diversos frentes que inminentemente ocasionarán lesivas repercusiones. Nos hemos concentrado en la mezquindad de la política nacional, así como en la inusitada ruindad de quienes sólo buscan hacerse del poder a toda costa, sí, seguimos pensando que todo es de fronteras hacia dentro, sin caer en cuenta lo que está en juego en el supermartes.