El exótico arranque de la precampaña de Marcelo Ebrard, quien una vez más va en busca de la candidatura, nos deja varias e interesantes lecciones, dado que uno no acierta a saber cuál fue el mayor de sus errores. Por una parte, lanza un velado ataque a las Fuerzas Armadas, quienes se encuentran al cargo de los puertos, aeropuertos y fronteras, y, por otro, campechanamente invade funciones y atribuciones del secretario de Hacienda, dado que el ramo en cuestión corresponde a esa dependencia, y no sólo el funcionamiento de las aduanas, sino también la supervisión, revisión y fiscalización de los agentes aduanales.
Comercio exterior, las primeras lecciones
El decomiso, secuestro o forzado acopio de mercancías, se llevó al cabo por una instancia que carece de funciones propiamente policiacas, y que, en todo caso, sólo podría acompañar a los funcionarios hacendarios, o bien, agentes ministeriales, en caso de que ya hubiera procedimientos iniciados contra empresas o individuos investigados. En realidad, la dependencia que encabeza el galo es resultante de las tasajeadas que otras secretarías han hecho en el pasado, dejándole funciones poco lucidoras, por lo que, seguramente, enfundado en sus mejores galas se dispuso a emprender el combate de mercadería pirata.
Qué decir de Santiago Nieto, quien, en la materia que ahora está a su cargo, tiene tanta experiencia como el tiempo que ha transcurrido desde que lo nombraron, esto es, bien poco. Ebrard es un personaje que se ha caracterizado por abocarse enjundiosamente a cuanta función le encargan, pero, más allá de sonrisas y cabeceos, realmente no ha dejado huella a su paso.
Ahora, ya no son las demandas en el exterior, con sus enormes e infructuosos gastos, ni los dispendiosos viáticos de funcionarios que pasearon mucho, pero nos trajeron poco. Hoy, no se atrevería a señalar las enormes omisiones, connivencia y hasta complicidad de gobiernos asiáticos en el tsunami de mercancías de bajo precio y poca calidad que está a la vista de todos.
Es claro su mensaje, para él, la ley no es la ley, ya que no se trató de un operativo que cuidara las formas legales, ni en el que se respetaran los derechos fundamentales de quienes son el último eslabón de la perniciosa cadena, es más, se ensañó con quienes expenden mercancías que ya se encuentran en territorio nacional, y no con quienes las introducen furtivamente al país.
Son muchos los buques que en Asia se cargan con contenedores llenos de baratijas que salen de puerto sin trámite alguno hecho en el país de destino. Sin embargo, más allá de que sabe que allá no le tolerarían el tongo de las demandas frívolas, como las que presentó en los Estados Unidos, es claro que en aquellos lares busca el reconocimiento y respaldo que consolide su candidatura, por lo que no emprenderá acciones que conduzcan al origen del problema. Es bien sabido que, como Camacho Solís, su empeño por acomodarse en las preferencias electorales arranca desde que comienza el inicio del sexenio.
Como funcionario público, este lance pinta en rojo, dado que la falta de respeto a las formas legales le buscará señalamientos y críticas provenientes de las autoridades que vieron invadidas sus funciones, y, cargará con la furia de la turba, esa, de la que se aprovechaba cuando caminaba de la mano de priistas y elbistas. Ni siquiera pudo colgarse la medalla de haber logrado una de las más importantes incautaciones, ya que ni de medio pelo fue, se trató de un operativo con números casi penosos. Pero, lo que sí se llevó a casa, fue la primera salida de manifestantes a la calle por su causa en este gobierno.
No es de descartar que haya escuchado el canto de las sirenas proveniente del IMPI, ya que su titular tiene mucho tiempo en la banca, buscando reflector. Ese personaje es fanático de verse envuelto en procesos plagados de irregularidades, en los que el autoritarismo brilla como luz de bengala, apagándose con extrema rapidez. Si se duda, basta ver cuantas sentencias firmes se emitieron con respecto a los sonados casos que iniciara en la UIF. Así es, bien pocas. Seguramente, no hay más duro censor de su labor que quien lo sucediera, él sí sabe qué pasó durante su gestión. Bien haría Ebrard en no sudar calenturas ajenas.
El nuevo secretario, en lugar de buscar verdaderos expertos en los sectores que norma la secretaría a su cargo, se ha rodeado de incondicionales, con lo que, muy probablemente, terminará cosechando los mismos sinsabores que recogió en la pasada administración. Los empresarios lo ven con cierta condescendencia, por que suele darle por su lado a quien con él conversa, pero, tanto el sector duro, como el blando de Morena, lo ven con recelo, y no le apoyaron en la medida adoptada, y menos, cuando huestes que apoyan a la divisa guinda se manifestaron, pidiendo que les dejen trabajar.
Su otrora mentor y carnal no tomó una sola acción en contra de los mercados y giros negros, mucho menos hizo el menor intento de reducir el gigantesco esperpento de la economía informal, por lo que, tampoco es de pensarse aplauda desde la selva lo que hiciera el político de “firmes convicciones”, quien ya carga con seis sellos partidarios en su haber. Lejos de abrazar a quienes forman parte de la veta dura del voto del oficialista movimiento, los acusó de ser parte de una maquinaria cobijada por el aparato gubernamental, olvidando que no es un opositor, sino fuerza viva que se nutre de actividades como la que hoy, sin facultades legales claras, combate.
Decíamos hace unas semanas, su cartera fue cuidadosamente seleccionada, sabiendo que es una trinchera que mancharía al más pintado general, dado que, como se dice coloquialmente, es de cuetero, por lo que no sólo en esta aventura, sino en las que sigan, lo dejarán solo, endilgándole todo el costo de lo que ocurra en materia de comercio exterior. Llegará desgastado y con muchos frentes abiertos a la intermedia, por lo que, desde ahora advertimos, se quedará sin poder colocar a los suyos en las listas.
Más allá de sus misteriosos e inoportunos viajes a la patria distante, sería bueno conocer más de los profundos vericuetos que le unen a Beijing, así como si se trata tan sólo de una admiración cultural, o si ya ha tomado partido en el conflicto comercial que inició hace algunos años, en el que China y los Estados Unidos luchan por la última frontera.
La primera medida de relevancia que decidió adoptar el ex canciller, ha sido una privación de propiedad de incierto fundamento; un desborde de la legalidad en cuanto a facultades se refiere, y una medida políticamente impopular. Si el despliegue no arroja resultados favorables en el corto plazo, puede ser el primer eslabón de una larga cadena que le conduzca a la perdida de confianza de quien, hasta hace no mucho, era su rival electoral, y de quien dijo le habría arrebatado de la mala manera la candidatura.
El comercio exterior, como antes lo fueran la banca, después las telecomunicaciones, y hasta hace poco, la energía, parece que será una de las materias que mucho darán de qué hablar, llenado los espacios mediáticos nacionales; sin embargo, parece que no admite improvisación, ni desplantes arriesgados, antes bien, precisa de serenidad, conocimiento y mucho oficio político.
Allá atrás quedaron el escándalo de Tláhuac, los líos de la Metrofinanciera y la Línea 12 del Metro, así como la compleja relación con la maestra. La pregunta es si sabrá entender que las miras que corresponde tener al secretario son las de alto nivel comercial internacional, preservando el buen desempeño del sector exportador; la conservación de la ventaja en las balanzas comerciales, y la eliminación de barreras para el productor mexicano, no las rebatingas de mercado.
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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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