Correr más de 500 kilómetros en el desierto de Atacama puede parecer una hazaña para atletas de élite. Sin embargo, soy una persona común. Comencé a correr durante la pandemia con los tradicionales medios maratones y maratones, buscando mejorar mi estilo de vida. Trabajo demasiado, duermo poco y, en ocasiones, me cuesta encontrar motivación. Pero cuando me propongo algo, no me detengo hasta lograrlo. Esa determinación me llevó a enfrentar The Speed Project Atacama... solo.
Running. Cuando un mexicano común desafía lo imposible y redefine su vida
Inspirado por Alex Roudayna “Chikorita”, la primera mexicana en completar esta carrera en modalidad “solo” como atleta élite, decidí intentar ser el primer mexicano amateur en hacerlo. Aunque The Speed Project generalmente se corre en equipos de relevos, algunos decidimos enfrentarlo en “solo”, desafiando no solo al desierto más seco del mundo, sino también a nuestros propios límites.
El desierto de Atacama, con altitudes de hasta 4,400 metros, es imponente y brutal. Sus temperaturas extremas y su desolador silencio hacen de cada paso una lucha contra el cansancio, el entorno y tus propios demonios. Aquí no hay espectadores, reglas, ni cronómetro oficial. Es una conversación contigo mismo, un enfrentamiento con tus miedos y dudas más profundas.
Lo que más temía era no ser capaz de correr tantos kilómetros, que mi mente me traicionara y que el cansancio me empujara a rendirme. Aunque sí llegué a alucinar, me sorprendió darme cuenta de que, a pesar de todo, mantenía cierta conciencia de lo que ocurría. También temía correr solo por la noche, en medio de la nada, sabiendo que cualquier problema o accidente recaería únicamente sobre mí. Sin embargo, esa experiencia resultó ser una de las que más disfruté y agradecí.
El tercer día fue mi punto de quiebre: el dolor en mis piernas y pies era insoportable, y pensé que no podría continuar. Pero al día siguiente, algo cambió. Encontré una fuerza que no sabía que tenía. En The Speed Project dicen: “Es bueno que el corredor sufra; la vida es más valiosa de esa manera”. Hoy entiendo la verdad detrás de esas palabras. Elegir el sufrimiento no solo te muestra de qué estás hecho, también te conecta con algo más grande.
Lo que me motivaba a seguir adelante era la idea de inspirar a otras personas, de demostrar que alguien común podía lograr algo extraordinario. Me impulsaba ver a mi equipo, siempre dando lo mejor de sí por un mismo objetivo. También me motivaba pensar en los otros corredores que, al igual que yo, enfrentaban sus propios miedos y dolores, pero continuaban con una fuerza inquebrantable.
El camino estuvo lleno de momentos surrealistas. La Gendarmería chilena nos detuvo cerca de la frontera con Bolivia, un convoy armado nos interrogó y crucé un basurero en medio del desierto. Más allá de lo físico, estas experiencias me recordaron lo crudo y frágil que puede ser el entorno.
Una de las preguntas que más me hacen es: ¿Por qué haces esto? Al principio, pensé que debía tener una respuesta clara, pero la realidad es que no todas las preguntas necesitan respuesta. Hay cosas que hacemos simplemente porque se sienten necesarias. Las preguntas abren posibilidades, caminos por explorar, cosas por crear y experiencias por vivir.
De lo que sí estoy seguro es que este viaje me transformó. Me hizo crecer, llorar y sentir. Me rompió hasta lo más profundo, pero también me reconstruyó. Me convirtió en una versión más fuerte, más sabia y más humana. En mi caso, entendí que elegir el dolor era una decisión. Podía detenerlo cuando quisiera. Sin embargo, hay personas que viven ese dolor a diario, sin opción, y aún así siguen adelante. ¿Cómo iba a rendirme ante eso?
El running es mucho más que correr. Es una herramienta para conectarte contigo mismo y, al mismo tiempo, un puente hacia lo colectivo. En un mundo dividido, correr nos une. Nos recuerda que, aunque el viaje sea individual, la meta se alcanza juntos.
Atacama es lo más duro que he hecho en mi vida y que guardaré para siempre. Sé que este viaje no es el final, sino el inicio de algo mucho más grande.
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Nota del editor: Emilio Arenas es Ingeniero industrial y trabaja en Procurement. Comenzó a correr hace aproximadamente tres años en pandemia por cambiar su estilo de vida, ha corrido maratones y recientemente se ha enfocado a ultra distancias. Lo que más lo mueve en la vida es compartir y hacer cosas que le dan miedo. Síguelo en Intagram como @emilioarenaso Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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