El primer trimestre de 2025 promete ser un periodo de alta volatilidad, marcado por políticas estadounidenses agresivas en temas económicos, migratorios y de seguridad nacional. Este ambiente generará una amplia cobertura mediática, que podría traducirse en impactos significativos a corto y mediano plazo sobre variables financieras y económicas, particularmente en México.
El que mucho ladra, ¿no muerde?
Uno de los primeros indicadores en reaccionar será el tipo de cambio, que históricamente ha mostrado sensibilidad extrema a eventos políticos y económicos de riesgo global. Pero, incluso el crecimiento económico, una variable trimestral y menos volátil, podría verse comprometida si las negociaciones entre ambos países no se manejan con pragmatismo.
La sólida relación comercial entre México y Estados Unidos podría convertirse en una moneda de cambio en estas negociaciones. Las tarifas comerciales emergen como la herramienta más probable de presión por parte de Estados Unidos, con el potencial de dañar el crecimiento económico de ambos países, independientemente de que existan o no medidas reactivas por parte de México.
Mientras que México representa el principal socio comercial de Estados Unidos con 15% de sus importaciones totales, para México, las exportaciones hacia con su vecino del norte constituye más del 83%, reafirmando el dicho de que una gripa en Estados Unidos podría convertirse en pulmonía para México.
Por otro lado, la victoria aplastante del Partido Republicano en Estados Unidos refleja expectativas de un desencanto injustificado del desempeño económico durante los últimos 4 años, por lo que existe una expectativa de que habrá menor inflación y mayor crecimiento. Sin embargo, el establecimiento de tarifas podría mermar estas expectativas, especialmente en sectores clave como el automotriz, donde las cadenas de suministro dependen profundamente del comercio entre ambos países.
Este riesgo plantea un dilema para la nueva administración de Estados Unidos: mantener un discurso político agresivo para su base electoral o priorizar acuerdos pragmáticos que preserven su liderazgo económico global desde la pandemia y que les permitió tener su victoria aplastante.
En este contexto, es probable que las negociaciones en términos económicos lleguen a buen puerto en la primera mitad del año, ya que un agravamiento de la situación económica podría exacerbar la migración ilegal hacia Estados Unidos, un tema políticamente delicado, pues va en contra de las promesas electorales. El principal reto para Estados Unidos es su disputa con China por la hegemonía global, de aquí que resulta más conveniente consolidar la alianza geopolítica económica con México y limitar así también la influencia de China sobre el país, en particular la expansión del capital chino en México, tema que podría destacarse en la renegociación del tratado de libre comercio y que empieza a palparse con nuevas tarifas para productos chinos que se comercializan electrónicamente.
Todo este contexto ayuda explicar en parte el pesimismo reflejado en las expectativas de crecimiento de México para 2025, con una mediana de las proyecciones de apenas 1.12%, la cuarta peor desde 1999 y sólo superada por crisis de la envergadura de la gran crisis financiera de 2008, la pandemia de 2020 y 2023 con la recesión de Estados Unidos más esperada de la historia (la cual no llegó). Aún más, el desalentador clima de negocios de 2024, que registró el menor promedio mensual desde 1999, de los analistas que esperan mejoras en la economía.
Para los inversionistas en activos mexicanos, la pregunta clave es si deben comprar ahora o vender antes de una posible mayor volatilidad, vale recordar la premisa básica para ganar en los mercados: comprar barato y vender caro. Muchos activos locales ya reflejan descuentos significativos tras los choques de 2024, lo que podría hacer de este un buen momento para acumular posiciones. Para muestras un botón, el peso se aprecia después de seis meses la mayoría de las veces que el pesimismo se dispara.
Sin embargo, como ocurre con la gelatina, las inversiones riesgosas necesitan un entorno frío para cuajar, en este caso, una mente fría que soporte la volatilidad, y aunque la gelatina cuaje bien, no dejará de temblar bajo el embate de las políticas agresivas venideras. Por eso, antes de invertir, pregúntate ¿cuán tolerante al riesgo eres?
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Nota del editor: Ramsé Gutiérrez es CFA, SVP y Co Director de Inversiones de Franklin Templeton. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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