El primer puente del año estuvo cargado de emociones fuertes con la amenaza de una guerra comercial que inició el presidente Donald Trump contra México, Canadá y China. Cada país tuvo sus propias reacciones y movieron como montaña rusa los precios de algunas acciones y el tipo de cambio.
La telenovela de los aranceles
En nuestro país, la presidenta Claudia Sheinbaum se vio hábil y negoció una pausa de por lo menos un mes, a cambio de reforzar la seguridad en la frontera norte con 10,000 elementos de la Guardia Nacional. Sin embargo, todo indica que esta telenovela será larga y generará incertidumbre económica, sin resolver la causa de los problemas que sustenta a los aranceles.
Para imponer un arancel generalizado de 25% a los productos mexicanos, el presidente Trump argumentó que nuestro país ha sido incapaz de detener el flujo de fentanilo ni la migración ilegal hacia Estados Unidos. No obstante, más allá de la presión política, no hay una relación entre el problema identificado y la solución.
De acuerdo con la teoría económica, los aranceles son un impuesto que un país impone sobre los bienes importados de ciertos países. Son una herramienta de la política comercial que se usa para generar ingresos o para proteger industrias locales de la competencia extranjera.
Con la amenaza de Donald Trump, no solo se afecta a las empresas mexicanas que exportan a Estados Unidos, sino también a los consumidores estadounidenses. Por ejemplo, en el corto plazo un coche podría subir de precio hasta en 3,000 dólares en Estados Unidos por las veces que los componentes y piezas cruzan la frontera ante la integración comercial que se ha dado en la industria automotriz.
Si los aranceles son una herramienta con implicaciones económicas, ¿podrían tener un impacto en la crisis del fentanilo y en la migración? No necesariamente.
Ambos problemas sociales son complejos y requieren políticas articuladas internas y binacionales para mejorar. Por ejemplo, en la crisis del fentanilo , no basta solo con detener la entrada de esta droga –que es lo que se espera de México–, sino también se requiere de acciones para prevenir la drogadicción y tener centros efectivos de tratamiento.
A pesar de este panorama, Donald Trump, como cualquier mandatario populista, es un mago de la comunicación. Enmarcar los aranceles en combatir problemas dolorosos como el uso de drogas mortales o la migración es políticamente rentable, porque cualquier ciudadano conecta con estas causas al grado de estar dispuesto a pagar el precio de los aranceles por lo que se percibe como un bien mejor.
Hasta en México quisiéramos que esta guerra comercial sea el detonador para tener una política de seguridad robusta y un combate al narcotráfico más efectivo. Al menos eso pensaba yo mientras leía el decreto.
¿Hasta dónde llegará esta telenovela? No lo sé y creo que con un personaje tan impulsivo como Trump cada episodio podría dar varios giros.
Desafortunadamente, aunque no se concreten los peores escenarios, habrá implicaciones económicas para ambos países. Las empresas difícilmente pueden planear a mediano y largo plazo en este contexto de alta incertidumbre. Escenario que se complica en México todavía más en lo que se concreta el nuevo sistema judicial.
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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
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