“This week, I will also end the government policy to socially engineer race and gender into every aspect of public and private life. We will forge a society that is color blind and merit based.” (Esta semana, también pondré fin a la política gubernamental de imponer la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada. Forjaremos una sociedad ciega al color y basada en el mérito.) Esas fueron las palabras exactas.
Después del evento de toma de protesta, con urgencia firmó un decreto para cancelar los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en las instituciones del Gobierno Federal por considerarlos radicales e innecesarios. Con este documento se acaban las acciones afirmativas que buscaban abrir oportunidades económicas en el sector público para poblaciones en desventaja como mujeres, afrodescendientes y personas con discapacidad, entre otras.
¿Se puede construir una sociedad ciega al color y basada en el mérito sin este tipo de acciones? No lo creo.
Me encantaría pensar que Estados Unidos nos puede demostrar cómo construir, sin acciones especiales, una sociedad en la que no hay diferencias para los ciudadanos que tienen un color de piel diferente y en donde cualquier persona sepa que si se esfuerza alcanzará sus sueños. No obstante, lo que desconoce el presidente Trump acerca de la meritocracia es que en las sociedades desiguales como la estadounidense, y también en la nuestra, para la mayoría de la población el origen es destino.
No todas las personas cuentan con las mismas características sociodemográficas ni con las mismas condiciones para destacar en la ruta profesional como acceder a colegios prestigiosos, conseguir empleos de calidad o tener una red de contactos sólida. Existe un tipo de discriminación estructural que frena el talento de grupos que hoy están subrepresentados. En el sistema social actual, para millones de personas no basta con esforzarse para cambiar su vida y que les vaya bien, necesitan oportunidades.
Este discurso “anti-inclusión” no es nuevo y varias empresas lo han incorporado en su narrativa. Hace unos días, Mark Zuckerberg desmanteló los programas DEI en Meta y dijo que el mundo corporativo necesitaba más “energía masculina”. Sí aquel que fue jefe de Sheryl Sandberg , una de las primeras directoras de los titanes de la tecnología. A esta lista se suman otras compañías como McDonalds y Walmart.