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Fuerzas monetarias

Se busca que la oferta y demanda del dólar sólo obedezca a razones de intercambio en bienes y productos, y no a apuestas especulativas hechas por los adversarios comerciales.
vie 28 febrero 2025 06:04 AM
Peso se deprecia tras dato de inflación local y empleo de EU
El panorama monetario internacional no puede ser más complejo, y al tiempo interesante. Se han venido conformando situaciones que ya habrían emergido en el pasado, pero nunca, más de dos de ellas al mismo tiempo, apunta Gabriel Reyes Orona.

Probablemente KPMG ya se ha hecho cargo del deber de responderle a todos los mexicanos no sólo por la integridad, sino por la legal liquidez de los bienes que integran la Reserva de Activos Internacionales del Banco de México (RAI), así como por la técnica ponderación de las inusitadas decisiones de la Comisión de Cambios. Ello debe hacerse antes de que se decrete un remanente de operación en el instituto central, evento que sólo es posible de haberse repuesto sanamente, a su adecuado nivel, el capital contable, sí, de haber balanceado correctamente el estado financiero del banco central, lo que no es para algún día en el distante futuro, sino que ello debe ocurrir en unos cuantos días.

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El panorama monetario internacional no puede ser más complejo, y al tiempo interesante. Se han venido conformando situaciones que ya habrían emergido en el pasado, pero nunca, más de dos de ellas al mismo tiempo. Ahora veremos espectaculares lances monetarios desde los órganos de gobierno de los bancos centrales. Es cierto que, dada la inconmensurable ignorancia de López Obrador en materia financiera, éste jamás entendió que la artificial fortaleza del peso se tradujo en una constante pérdida de competitividad en las exportaciones, y, por tanto, en afectación al aparato productivo. Creció el sector por eficiencia de los empresarios, no por eficiencia del gobierno o del marco legal, sino a pesar de éste.

Tampoco el tabasqueño pudo advertir que la oferta de dólares fue distorsionada por un torrente incontrolable de divisas procedentes del norte, cuyo origen es aún incierto. Fue, además, incapaz de advertir que la política de pleno empleo promovida ya hace varios años, desde Washington, fue la efectiva impulsora de un “peso fuerte”, habiendo adoptado el gobierno de tal potencia aquella estrategia que Japón empleara en el siglo pasado. La debilidad en el tipo, como ariete comercial.

No lo digo ahora, hace ya años señale que la Fed había encontrado en las remesas un regulador del tipo de cambio, que permitía no sólo el controlar un factor determinante de la paridad (dado que es bien sabido que se trata de nuestro principal ingreso) sino que, también, permite al vecino brindar, suspender, o de plano suprimir, condiciones de viabilidad financiera a todo un país, teniendo así, un poderoso instrumento de dominación, casi imperial, a partir de fondos que no salen del tesoro. Para el regulador financiero, siempre será mejor que ese dinero sospechoso salga del país, y no ensucie los balances propios. La estrategia ha sido implementada de manera magistral.

El número de empleos ha venido aumentando allá, desde que se adoptó el modelo que encarece la importación, al tiempo de favorecer el entorno de recuperación de la inversión local en la industria y el comercio, sin embargo, el proceso ha sido lento e insuficiente. Por ello Trump ha decidido meterle velocidad al tema.

Resulta irrelevante si el TLC o T-MEC están bien, o mal escritos, lo importante es que la situación de la economía americana es incompatible con la apertura comercial, por lo que sólo se ha estado alargando la agonía de tales acuerdos. Escuchar a los autonombrados expertos, quienes estuvieron circunstancialmente involucrados en la confección de tales instrumentos, es inútil. Por un tiempo, la apertura se aplazará. El mundo cíclicamente regresó al proteccionismo. No será por la vía de la apertura como se beneficiará los intereses mexicanos, el giro que ha dado el mundo demanda nuevos esquemas de integración y de complementariedad. Tenemos que aceptarlo, los aranceles llegarán, y no será el consumidor americano el que los pague, o no al menos completos. Es sólo cuestión tiempo, esa variable determinará que sea el exportador quien asuma el costo. Aplazar la colocación de bienes y servicios no es opción, se exporta o se exporta.

Los anuncios por venir seguramente presionarán el tipo de cambio, lo cual seguirá siendo contrarrestado con cargo a la RAI. Aún tienen canicas, y piensan que es suficiente el enriquecer a los especuladores para evitar un ajuste brusco en el tipo de cambio. En realidad, la Junta de Gobierno del Banco de México sólo alarga la subida al siguiente escalón. Es claro ya que Trump tiene el sartén por el mango, pero se engolosina arrancando concesiones gradualmente, lo que hará hasta donde la ingenua postura de los gobiernos de México y Canadá lo permita.

El objetivo de tipo se fija allá, y no acá, pero lo que ya resulta inmanejable es la tasa de interés, la cual seguirán bajando por razones políticas, cuando todo mundo sabe que los recursos prestables son cada día más escasos, y urgentes. La inflación está imparable, y muy deficientemente medida, siendo producto del uso de malabares conceptuales que no hacen sino ocultar el que hace rato alcanzó el nivel de dos dígitos. El ciudadano promedio lamentablemente no puede pagar en caja con estadísticas y huecos anuncios oficiales. Poco a poco, la falta de credibilidad hará que la medición oficial sea sustituida por otros indicadores confeccionados por el sector privado. Como siempre, los de abajo, están pagando el más injusto de los impuestos.

Ya son muchos tiburones del sector, los que saben que Omar Mejía hizo su Gymboree financiero en el año 2021, esto es, que se trata de un recién egresado en la materia, que cuenta apenas con un par de años de experiencia efectiva en asuntos monetarios. Imagínese, hace dos años era el alumno, no el maestro. Llegó a aprender, no a marcar el derrotero, pero no hay quien, por sus fueros, tome la batuta. El personaje, en lugar de andar haciendo lobbying con los especialistas de la fuente, debería advertir que los agregados monetarios ya no son lo que eran hace 10 años, y que las criptomonedas, así como otros sucedáneos del efectivo están modificando sustancialmente la base, así como que estamos a la deriva en materia de la valuación de ésta. La ciega lealtad, y la fijación de una política monetaria eficiente, son incompatibles.

En tanto, es evidente que la guerra monetaria hace rato comenzó. Ésta nunca se declara, ni mucho menos se negocia. Son abundantes y bien diseñados los ataques monetarios de los BRICS en contra del dólar, recordando aquellos que ocurrieron en 1970, cuando, dolosamente, se reclamó el valor en especie del dólar, sí, Mejía aún no había nacido. En su momento, Nixon apagó el incendio abandonando el patrón oro, así como desconociendo los acuerdos de Bretton Woods. El mercado del oro es materia de observación obligada, ya que ha venido cobrando relevancia su demanda, pero ahora, la defensa de la estabilidad de la moneda, que no su paridad, será defendida con medidas metamonetarias.

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China es vanguardia en muchos temas, y lo es, evidentemente, en el que nos ocupa, teniendo ya, años, en la experimentación de una criptomoneda de emisión estatal, cuyo impacto en el valor, y comerciabilidad, de las desarrolladas por empresas privadas, es aún un inexorable misterio. Hay quienes opinan que sucederá algo parecido a cuando las letras de cambio, órdenes de pago, y, en general, las denominadas valutas, creadas por comerciantes en la edad media, fueron sustituidas por el papel moneda, esto es, se asume que serán ordenadamente reemplazadas, pero también hay quienes opinan que sobrevendrá una prohibición gubernamental de las anteriores expresiones, lo que podría ocasionar enormes quebrantos, o al menos, una fuerte devaluación. Lo real, es que a nivel global la oferta de bienes y servicios se confronta con signos monetarios que rebasan y escapan a las decisiones del banco único de emisión.

El Yuan tiene una gran transaccionalidad, el REM, por su lado, ha sido un espectacular ejercicio en medición del mercado monetario. Los rusos e indios aplicarán la estrategia que marque Beijing. El tamaño de los contendientes hará que sus decisiones cimbren al mundo. Bajo ninguna consideración, Trump permitirá que el dólar pierda fortaleza, lo cual, no significa un movimiento alcista en el tipo de cambio, se busca que el emisor mantenga y detente un férreo control de la transaccionalidad, alejándola de quienes albergan importantes tenencias, ya sea por razones financieras o políticas. Es decir, se busca que la oferta y demanda del dólar sólo obedezca a razones de intercambio en bienes y productos, y no a apuestas especulativas hechas por los adversarios comerciales.

Sí, el que el dólar sea un activo de reserva, esto es, que se ahorre en tal divisa, y que gobiernos y empresas mantengan por amplios plazos sus tenencias, representa un constante y estable financiamiento a la economía estadunidense. Mermar esa condición, llevaría al mundo hacia un cambio del activo de reserva preponderante, lo cual, resultaría demoledor para el proyecto Trump. La Fed se ha subido a la red, y sus decisiones se harán sentir en los más recónditos parajes. Hasta ahora, en Banxico hacen lo que hace la Fed, pero la realidad mexicana y la de nuestros principales socios comerciales se ha distanciado brutalmente, y, eventualmente, llegará a ser completamente inversa.

El tema es de vida o muerte, y el peso mexicano resentirá vaivenes que golpearán severamente el entorno de negocios, generándose un entorno de incertidumbre que escapa, por mucho, a los noveles integrantes de la Junta de Gobierno de Banxico, quienes siguen pensando que todos se trata de armar y truquear operaciones en nuestro muy limitado mercado, ello es, hacer apuestas, como en casino, con el tesoro nacional. A veces será alcista, y otras, bajista, pero será la volatilidad lo que dañe. Es importante el destacar que no es el nivel nominal lo que debe preocupar, sino la eficiencia del peso para medir el valor de mercancías y servicios. Perdimos el rumbo, y no será fácil regresar a él. La fijación de un objetivo de nivel oficial resulta sumamente perjudicial, y, tarde o temprano, resulta insostenible.

Antes que las medidas arancelarias y paraarancelarias, el instrumento de cambio dará ocasión a la primera batalla a ser furiosamente librada por las grandes potencias. Hace años comenzó una fuerte confrontación monetaria, pero ésta escapa a la mirada de las masas. La crisis de deuda oficial asoma ya al umbral. La guerra comercial es sólo un componente, más, en el cambio de paradigmas en el orbe. Aquí, desafortunadamente, queremos seguir encerrados en un peligroso patrioterismo de estampita de tlapalería.

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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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