El FOMO no es nuevo. Siempre ha existido esa sensación de querer estar en el lugar correcto y en el momento preciso. Lo que sí cambió, y mucho, es la velocidad con la que esa idea nos bombardea. Antes, podías sentirte fuera de algo por no estar al tanto, pero ahora, cada vez que desbloqueas el teléfono, cientos de mensajes te hacen creer que te falta algo: viajar más, ganar más o invertir mejor.
Vivimos en un mundo hiperacelerado, donde las redes sociales amplifican esa sensación. En un instante, tu feed se llena de vidas perfectas, oportunidades irrepetibles y ofertas que “no te puedes perder”. La presión es real. Pero la gran pregunta es: ¿realmente necesitas todo eso? ¿Vale la pena vivir en un estado constante de ansiedad por no perderte de algo? ¿O sería mejor hacer una pausa y recordar que lo importante es lo que nos llena, no lo que nos dicen que deberíamos desear?
El miedo nubla el juicio
El FOMO es el anzuelo perfecto para los estafadores. Lo saben y lo explotan. Crean urgencia, nos empujan a actuar y, cuando la emoción gana, la lógica pierde.
Un influencer en redes sociales promociona una inversión con rendimientos espectaculares y, sin pensarlo dos veces, metemos nuestro dinero. Vemos una oferta relámpago de un vuelo barato y, sin verificar la aerolínea, ingresamos nuestros datos bancarios. Recibimos un mensaje anunciando que ganamos un sorteo y, por miedo a perder el premio, entregamos información personal sin dudar.
Después, el problema no es solo la pérdida económica, sino la vergüenza. Nadie quiere admitir que fue engañado. Nos culpamos, nos sentimos ingenuos. Y mientras tanto, los estafadores siguen operando, alimentando el mismo miedo que nos hizo caer en su trampa.
Un ejemplo reciente de este tipo de fraude ocurrió con el presidente de Argentina y las criptomonedas que promovió, las cuales resultaron ser una estafa. Este esquema, conocido como rugpull, se basa en que los creadores de un proyecto—ya sea de NFT o criptomonedas—atraen inversionistas utilizando el miedo a perder una gran oportunidad (FOMO). Sin embargo, una vez que logran captar suficientes fondos, desaparecen con el dinero, dejando a los inversionistas sin posibilidad de recuperar su dinero.
Cómo evitar ser víctima
El FOMO seguirá existiendo, pero podemos protegernos para no caer en estafas:
- Pausa y analiza
- Verifica la fuente
- Desconfía de la urgencia
- Consulta con alguien más
- Aprende a decir no
El FOMO nos dice que si no participamos, estamos perdiendo algo. Pero la realidad es otra: no todo lo que parece una oportunidad lo es. La clave está en frenar, cuestionar y resistir.
Antes de hacer clic en ese enlace, antes de transferir dinero, antes de compartir tus datos bancarios, pregúntate:
- ¿Puedo verificar la fuente?
- ¿Me están presionando para actuar sin pensar?
- ¿Cuáles son las intenciones del otro?
- ¿Realmente quiero esta oportunidad o solo me estoy dejando llevar por la presión?