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Temas de la nueva agenda; agencia fronteriza binacional

La creación de zonas de mando común es la única que permite establecer pesos y contrapesos donde abusos, excesos y vicios son más fáciles de combatir.
vie 21 marzo 2025 06:03 AM
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Las autoridades migratorias, aduaneras y de control del flujo de capitales van y vienen de un diagnóstico a otro, ya que se presentan constantemente impactantes estudios e informes, sin que nadie dé cuenta de la evolución de éstos, señala Gabriel Reyes Orona.

Una vez que se entienda que los conceptos, dinámicas y mecanismos empleados en los tratados de apertura comercial han quedado en el pasado, se comenzará a transitar por las avenidas que conducen al futuro de la relación comercial internacional, pero antes, habrá que comprender que los gobiernos también tendrán que establecer nuevas agencias, corporaciones e instituciones que permitan articular esfuerzos comunes, los cuales, en parte, tendrán como objetivo el simplificar procesos, y en otra, permitirán superar entornos de desconfianza que no se puede negar existen.

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Así es, el integracionismo que determinó a principios de los años 90 la creación del TLC ha sido abandonado. El insistir en recordar y repasar lo que sucedió en los atropellados procesos que se quiere presentar como negociaciones del T-MEC, no nos llevará a ninguna parte, ya que en realidad ambos instrumentos fueron producto de llevar a la práctica modelos desarrollados en las universidades del vecino país, en los que los neoliberales estaban más que amaestrados.

Los académicos que le diseñaron no anticiparon que esquema resultaría más favorable a las naciones con mano de obra barata; con un sistema tributario repleto de filtraciones, y con una regulación ambiental que hace posible una intensa, e impune, explotación de recursos naturales. Esto es, no fue el texto del tratado lo que permitió a nuestro país desarrollar el desbalance comercial del que ahora se queja el vecino, sino la capacidad, audacia, y hasta temeridad, de nuestros empresarios, quienes hábilmente supieron tender y articular exitosas alianzas, cadenas y procesos, mismos que pusieron de manifiesto que, en este juego del “libre comercio”, el aparato desarrollado aporta más que el que no lo está.

Advertidos de tal situación, emprenderemos ahora una ruta diferente, en la que lo escrito se va al cesto de basura. La nueva relación supone balances y controles distintos a los que conocemos. La forma de operar de las autoridades en ambos países, así como la forma de procesar y acceder a la información, difiere tanto, que muchas de las reuniones sostenidas por instancias regulatorias resultan completamente frustrantes e improductivas.

Cifras van y vienen, y no falta una estadística; un reporte, o un “paper”, que permita sostener cualquier afirmación, valoración o ponderación de las circunstancias prevalecientes en el comercio exterior, permitiendo sustentar, documentalmente, cualquier propuesta, por extraña que sea. La verdad, es que tendemos a creer cualquier estadística, gráfica o mapeo de datos, dado que quienes las elaboran y propalan se han encargado de crear un mundo confuso, en el que confiar, o desconfiar, de las cifras es más un acto de fe, que producto de la experiencia y conocimiento.

Es muy opinable que exista un serio proceso de captación y procesamiento de datos. El mundo tecnológico nos ha dejado inermes ante la aplastante construcción de bases de datos y las comparativas de éstos. Abundan los profetas y versados, pero la información es tan contradictoria, inconsistente y maleable, que debemos, al menos, dudar de ella.

Las autoridades migratorias, aduaneras y de control del flujo de capitales van y vienen de un diagnóstico a otro, ya que se presentan constantemente impactantes estudios e informes, sin que nadie dé cuenta de la evolución de éstos; de sus contradicciones, e inexplicables cambios abruptos, dado que, para contradecir, desacreditar o descalificar cualquier dato, se precisa hacer un costoso, tardado y complejo estudio, que todo mundo rehúye, por lo que el grueso de empresas y autoridades se abandonan a lo que digan los grandes membretes que han logrado colocarse como “expertos”.

Cansadas y gastadas las agencias de nuestro vecino, han llegado a la conclusión de que seguir la infoteca, en su estado actual, solo les mantendrá en una torre de Babel, por lo que la única manera de lograr mayor eficiencia e impacto va a ser penetrar la realidad directamente, implementando novedosas soluciones, sin tener que confiar en elocuentes presentaciones. Así es, de nada sirve tener caros y complejos aparatos de revisión de mercancías, si es posible comprar que éstos se “apaguen” en una fecha y hora negociada, como tampoco de nada sirve tener destacamentos o batallones, cuando se puede “comprar” la tabla de horarios de patrullaje, o peor aún, la concertada movilización de éstos en el sentido contrario o hacia ruta lejana de aquellas por donde transitarán las caravanas que contrabandean todo tipo de sustancias, equipos o mercancías prohibidos.

De esta forma, una de las propuestas en la mesa es que las agencias que reportan a Washington trabajen y operen, en tiempo real, juntamente con las de nuestro país, de forma que todo lo que suceda tenga a personal binacional presente en la revisión del paso de personas, mercancías y capitales, sin dar margen a que sobrevivan las prácticas, o vicios, que han provocado una frontera brutalmente porosa.

Así es, se piensa ya en el siguiente paso, agencias binacionales, con mandos integrados con funcionarios de ambos lados de la frontera, que permitan que las decimonónicas concepciones que a la fecha rigen, no preserven la proverbial ineficiencia que el crimen organizado ha sabido aprovechar. Así es, el concepto de mando y autoridad compartido en determinadas áreas, zonas y corredores parece será objeto de debate, de forma que, imaginarias líneas no se conviertan en guaridas, vías de escape o evasión de la acción de las autoridades.

En efecto, culturalmente será todo un reto, el pensar que funcionarios, unidades o estructuras integradas por “extranjeros”, giren instrucciones, establezcan estrategias o dirijan la implementación de planes, y eso, de ambos lados. No sé de qué lado pueda ser mayor la resistencia. El nivel de desconfianza es significativo. Son siglos los que nos han formado en la idea de que el suelo en el que pisas determina si debe reconocerse o no a un sujeto investido de autoridad. No nos cuesta trabaja acatar una instrucción en un lado o en el otro de la frontera, pero sólo en uno, unos pasos después todo cambia.

La autoridad se ha creado bajo cánones rígidos que no permiten compartirla, ni integrarla con nacionales de dos provenientes de dos jurisdicciones, situación que ha generado vacíos y limbos en los que todo puede suceder, y de ello vive y crece el contrabando. Sin embargo, la creación de zonas de mando común es la única que permite establecer pesos y contrapesos donde abusos, excesos y vicios son más fáciles de combatir.

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Es claro que la noción choca con el de soberanía y el de imperio de la ley y de supremacía de la autoridad en territorio nacional, aunque en la Unión Europea y en las instituciones de la ONU algo se ha avanzado en con respecto a la operación conjunta. Nuestras fronteras están capturadas, y algo habrá que hacer. Es claro que el control fronterizo es una entelequia y que sólo en aeropuertos de grandes ciudades es posible mantenerlo, en linderos de eficiencia relativamente razonable. Lamentablemente, en breve (espero equivocarme), veremos abusos, excesos y desbordes que nos hará repensar en la idea de compartir el mando en ciertas áreas muy bien determinadas, en lugar de mantener posturas que sólo conducirán a la confrontación.

El reto de establecer un entorno en el que los controles del tráfico de sustancias, armas, personas sea eficaz y eficiente, es enorme, y todo parece indicar que no es posible hacerlo realidad manteniendo el esquema actual, el cual, ha fracasado por décadas, o quizá, siglos.

La idea de mantener institucionalmente, por separado, el control del tránsito de personas, mercancías y capitales no es eficiente, ni tampoco lo es el tratar de hacerlo por separado, en cada lado de la frontera.

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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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