Publicidad
Publicidad

Una historia de unión étnica

Si en un contexto de odio, guerra y destrucción es posible construir confianza y respeto, entonces no hay ninguna empresa en el mundo que no pueda hacerlo.
mar 02 septiembre 2025 06:01 AM
Liderazgo 'emPUEDErador'
La transformación comienza con pequeños actos de escucha y reconocimiento. Incluso en los entornos más rotos, es posible sembrar confianza. Y el liderazgo auténtico no se mide por el poder que concentra, sino por la capacidad de unir, apunta Ichak Adizes.

He trabajado en más de 52 países, pero pocas experiencias me marcaron tanto como la que viví en Bosnia y Herzegovina. Fue justo después de la guerra de los Balcanes, un conflicto que dejó heridas profundas en la región: destrucción, dolor, odio étnico. Llegué a una empresa que antes de la guerra había sido un pequeño emprendimiento privado y que, tras años de violencia, necesitaba reconstruirse desde cero.

Publicidad

Cuando comenzamos el trabajo, me preguntaba si nuestra metodología, basada en la creación de confianza y respeto mutuo, funcionaría en un contexto donde esos valores parecían rotos. Durante nuestras sesiones, musulmanes, croatas y serbios se sentaban juntos. Personas que años antes habían sido enemigos irreconciliables ahora tenían que colaborar para que su empresa, y sus propias vidas, salieran adelante.

Fue un proceso difícil, lleno de silencios incómodos y miradas de desconfianza. Pero poco a poco, algo comenzó a cambiar. Alrededor de la tercera sesión, noté que los participantes ya no hablaban como representantes de su grupo étnico, sino como miembros de un mismo equipo. Empezaron a compartir ideas sin miedo, a escuchar las propuestas del otro y a reír juntos. Fue en ese momento cuando supe que algo profundo estaba ocurriendo.

Al finalizar el proceso, la empresa no solo había diseñado un plan de crecimiento y mejora organizacional. Había nacido algo aún más valioso: una nueva cultura interna, basada en la colaboración, que se convirtió en ejemplo para su comunidad.

Esa experiencia me enseñó algo que nunca olvidaré: si en un contexto de odio, guerra y destrucción es posible construir confianza y respeto, entonces no hay ninguna empresa en el mundo que no pueda hacerlo. La diferencia radica en el liderazgo. Un liderazgo que no impone, sino que integra. Que no divide, sino que genera espacios de escucha, entendimiento y acción colectiva.

Hoy, más de dos décadas después, el mundo sigue enfrentando desafíos similares. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2024 hubo más de 180 conflictos armados activos en el mundo, muchos de ellos con raíces étnicas o religiosas. En países como Myanmar, Etiopía o Sudán, las divisiones internas han generado desplazamientos masivos y crisis humanitarias. Y aunque no todos los conflictos son bélicos, la polarización social se ha convertido en una forma silenciosa de guerra.

El Foro Económico Mundial advierte que la polarización es uno de los cinco riesgos globales más graves para la estabilidad democrática. En sociedades cada vez más fragmentadas, donde el “nosotros” y el “ellos” se definen con rigidez, el diálogo se vuelve escaso y la empatía, casi subversiva.

Frente a este panorama, la historia de aquella empresa en Bosnia cobra aún más relevancia. Nos recuerda que la transformación no comienza con grandes discursos, sino con pequeños actos de escucha y reconocimiento. Que incluso en los entornos más rotos, es posible sembrar confianza. Y que el liderazgo auténtico no se mide por el poder que concentra, sino por la capacidad de unir.

Publicidad

Vivimos en un mundo que insiste en enfatizar nuestras diferencias. Sin embargo, la verdadera transformación ocurre cuando recordamos que, en lo esencial, todos compartimos el mismo deseo de vivir con dignidad, de progresar y de ver a nuestras familias seguras y felices. La historia de esta empresa me lo recordó de manera contundente.

Porque al final, liderar no es solo aumentar utilidades o crecer en participación de mercado. Liderar es crear espacios donde las personas puedan dar lo mejor de sí mismas, sin importar su origen, y construir juntos un futuro mejor.

____

Nota del editor: Ichak Adizes es consultor de gestión global. Como fundador y director ejecutivo del Instituto Adizes, ha dedicado su carrera para ayudar a organizaciones a mejorar su desempeño y efectividad a través de la Metodología Adizes. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad