Posicionarse y marcar distancia con gobiernos, los retos para Meade
Después de su presentación como aspirante presidencial del PRI —en una jornada marcada por las porras de las tradicionales organizaciones sectoriales priistas y por el respaldo de quienes fueron sus compañeros en el gabinete de Enrique Peña Nieto—, José Antonio Meade ahora inicia el reto de construir una candidatura que resulte atractiva y competitiva en las elecciones de 2018.
Así lo señalan analistas políticos y encuestadores consultados por Expansión, quienes coinciden en que la primera tarea para que el exsecretario de Hacienda llegue a ese objetivo es que se dé a conocer entre la población general.
Francisco Abundis, director de la encuestadora Parametría, explica que actualmente el nivel de conocimiento de Meade entre los ciudadanos está apenas entre 19% y 20%. Dicho porcentaje es menor al de otros aspirantes a la presidencia, como Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional de Morena, e incluso al de otros políticos que figuraban como posibles cartas del PRI, como el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
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Sin embargo, los expertos concuerdan en que esta circunstancia no es del todo negativa para Meade, pues no tiene escándalos que pesen en su trayectoria y, con base en ello, puede tratar de formarse una imagen sólida frente a la ciudadanía.
Javier Aparicio, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), considera que el exfuncionario incluso puede intentar sacar provecho de su bajo nivel de conocimiento. Según el académico, una alternativa para Meade sería presentarse como un candidato que, si bien estaría postulado por el PRI, no es militante priista y puede tener cierta independencia respecto del tricolor, lo que le ayudaría a captar simpatías entre votantes de otras fuerzas e indecisos.
"Es alguien que tiene que construir su candidatura. Aprovechando que no se le conoce, puede hacer que lo vayan conociendo, hacer una campaña en la que trate de convencer al electorado de que él no es del PRI", dice Aparicio.
De concretarse su postulación, Meade se convertiría en el primer candidato presidencial del PRI sin militancia en el partido. Apenas en agosto pasado —a 11 meses de las elecciones presidenciales—, el tricolor le abrió la puerta a esa posibilidad, al aprobar una reforma a sus estatutos para eliminar el requisito que exigía un mínimo de 10 años como militante para ser postulado a un cargo de elección popular.
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Sana distancia, versión 2018
Los analistas señalan que otro reto para Meade será, justamente, definir cuál será su distancia respecto de los gobiernos en los que ha trabajado: el del panista Felipe Calderón, en el que fue secretario de Energía y de Hacienda, y el del priista Enrique Peña Nieto, en el que nuevamente encabezó Hacienda y también dirigió las secretarías de Relaciones Exteriores y de Desarrollo Social.
Aparicio comenta al respecto que el aspirante tendrá que resolver el dilema de cómo defender lo que ha hecho en las administraciones con las que ha colaborado y, al mismo tiempo, presentarse como un líder independiente y capaz de tomar decisiones distintas a las que se han ejecutado en los últimos años.
Para Abundis, además, en este terreno tendrá que responder por los resultados de los gobiernos anteriores, incluso en áreas en las que él no haya tenido responsabilidad directa. De acuerdo con el encuestador, dos ejemplos de esto son el combate a la inseguridad y los escándalos por actos corruptos.
"El tema de la corrupción es un reto. El problema es que sí, tú en lo personal estás bien, ¿pero qué pasó durante tus gestiones? Por ahí es por donde (sus rivales) van a intentar torpedearlo. No basta que no tengas casas, que no tengas cuentas, que seas impecable. Van sobre tus responsabilidades", dice.
Daniela Valencia, consultora política y directora de Abella y Valencia, coincide en que sacudirse los negativos que arrastra la "marca PRI" será uno de los desafíos fundamentales para Meade.
"El tema del combate a la corrupción se mantendrá como uno de los principales dentro del proceso electoral y, en ese sentido, la marca PRI es la que más ha sido golpeada en los últimos años por la acumulación de exgobernadores fugados, procesados o encarcelados, entre otros casos", dice.
"Precisamente por eso es que elegir a Pepe Meade fue una decisión astuta, porque, al no ser militante del tricolor, puede mucho más fácilmente construir un discurso que se base más en sus resultados personales como funcionario público eficiente, transexenal y conciliador, que en exaltar la 'conveniencia' de un gobierno de continuidad priista", agrega.
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A conquistar votantes
Si Meade finalmente se convierte en el candidato presidencial del PRI, arrancará su campaña el 30 de marzo y tendrá tres meses para conquistar el mayor número de votos entre más de 87 millones de electores.
Y en ese momento, dicen los analistas, comenzará también otro de sus principales retos: presentarse como una figura con el carisma suficiente para atraer votantes.
Aparicio advierte que no se trata de un desafío menor, pues si bien Meade tiene credenciales académicas y profesionales —como un doctorado en Economía por la Universidad de Yale y 20 años en el servicio público—, 'conectar' con la gente requiere habilidades en las que aún debe demostrar su eficacia.
"Meade tiene un perfil muy tecnocrático. No sabemos cómo le va a ir en los actos de campaña, en los mítines. Para discursos, spots y debates es alguien que tiene la capacidad, una persona preparada, pero hay una parte de la campaña que es a ras de tierra. Esa también hay que irla entrenando. En una de esas resulta ser un candidato carismático", dice el académico.
Para Valencia, en esta etapa se sumarán otros dos requisitos: el que Meade consiga ganarse a las bases priistas —en lo que ya dio sus primeros pasos al ser 'arropado' por líderes obreros, campesinos y populares— y el que pueda "mostrarse como el capitán de su barco", no como una figura manejada por otros actores políticos.
"Meade se ha caracterizado durante toda su trayectoria pública como una persona discreta, pero ahora tocará que estrene su papel de candidato y deje claro que el protagonista será él", concluye la consultora.
En diversas entrevistas concedidas a lo largo de esta semana, Meade ha defendido el legado del PRI y ha insistido en que su trayectoria en la administración pública es una prueba de que tiene las tablas para dirigir al país a partir del 1 de diciembre de 2018. Sin embargo, antes de ello debe superar varias aduanas, como la de ponerse la camiseta de contendiente y llegar en un nivel competitivo a las votaciones del próximo 1 de julio.