Entre el barullo de los puestos, que llenan uno tras otro cada metro cuadrado de siete pisos de tiendas, también conviven las tiendas oficiales de los tres carriers chinos: China Mobile, Unicom y China Telecom. Sin embargo, ahí no se puede resolver la necesidad del extranjero. Para poder comprar un SIM local en una de esas tiendas la dependiente me explica que requiere mi pasaporte y que de alta un número por un periodo de por lo menos un mes bajo contrato, como contratar un plan de Telcel o Telefónica en México.
Isabel, mi guía en China, me explica que desde hace pocos años el gobierno ha impuesto restricciones de control a la compra de estos servicios para evitar que un extranjero use alguno de éstas plataformas de telecomunicaciones fuera de China. Si se contrata, bajo sus plazos, es necesario cancelar el servicio en la misma provincia donde fue adquirido antes de dejar el país. Como turista de corto tiempo tampoco cumplía con el perfil requerido , lo que dio paso a la última opción: un puesto de SIMS sin número o marca.
Finalmente en el puesto pude completar la pieza que me faltaba para poderme conectarme. Adquirí una tarjeta SIM en efectivo y sin necesidad de dar mi pasaporte. Obtuve 10 GB de datos, pero sin número de teléfono, por 55 yuanes, lo que vendría siendo 150.51pesos mexicanos, aproximadamente.
Bastó con cambiar de SIM en el teléfono para empezar a navegar y usando un buscador ajeno a Google, como Ópera de Linux, pude descargar la VPN para Android, claro, con un correo electrónico ajeno a Gmail, como Yahoo o Outlook.
Si bien China es una de las economías digitales más fuertes y crecientes a nivel global, la globalización digital, aún es algo ajeno a su ecosistema y un reto para el turista. Para los locales, según me dice Isabel, también originaria de China, la percepción de restricción y limitantes digitales no existe, pues tienen todos los servicios que buscan, tanto para su día a día como para el entretenimiento en línea con opciones como WeChat o TikTok; viven dentro de una sociedad lo suficientemente digitalizada como para no percibir una diferencia con occidente.
"Para ellos es todo normal, creo que no conocen algo diferente", dice Mariana, una estudiante mexicana viviendo temporalmente en Shenzhen.
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