Y es que la relación del Bitcoin con el medio ambiente no es la mejor. De acuerdo con una estimación de Digiconomist , un sitio especializado en analizar las consecuencias de las tendencias digitales, el consumo de energía de esta criptomoneda es comparable a la tasa anual de Países Bajos.
Además, el consumo de toda esa energía trae como consecuencia una huella de carbono similar a la que producen naciones como Singapur, debido a que las máquinas que realizan las transacciones de Bitcoin —y otras criptomonedas— utilizan grandes cantidades de energía que proviene principalmente de combustibles fósiles.
Si bien puede resultar complejo de entender, la polémica relación entre el bitcoin y el medio ambiente se basa en la necesidad de mineros con máquinas capaces de extraer la criptomoneda, a partir de la resolución de complejos problemas numéricos para verificar que durante las transacciones se envíe o reciba la divisa.
Tras llevar a cabo este procedimiento, las personas detrás de él, es decir los mineros, reciben cantidades de bitcoin ocasionalmente y para aumentar sus ganancias conectan más máquinas para trabajar casi a tiempo completo, por lo tanto, el consumo de energía es demasiado alto.