AlgoRave: de la academia a la fiesta
Platoon Mexico City es un lugar escondido en la colonia centro. Parecido a una bodega más que a un antro, este espacio interdisciplinario hospeda cada año el evento “Dual Alemania-México”. En éste, una noche del 2017, se escuchó una nueva mezcla de sonoros beats y síntesis granular que nos adentraron a una nueva dimensión: al AlgoRave.
En 2012, Alex McLean fue invitado a México para participar en un Simposio Internacional de Música y Código llamado “/*vivo*/”. De pronto, él, junto con Dave Griffiths, Johannes Zmôling y Alberto de Campo comenzaron a tocar música techno. El público estaba efusivo. Era el segundo AlgoRave que se tocaba en el mundo (el primero había sido en el Reino Unido). Alex McLean fue quien acuñó este término, y se deriva de la composición de “algoritmo” con el “rave”, que buscó sacar la música algorítmica del contexto académico y meterlo al concierto de la fiesta.
Conforme fue pasando el tiempo comenzaron a surgir más figuras como solistas y colectivos de live coders que movían esta práctica por el país y, posteriormente, por el resto de latinoamérica. RGGTRON; Híbridas y Quimeras; Piranha Lab y Top Lap Mx son algunos de los ejemplos.
“El reto consiste en que esta es una práctica muy autogestiva; buscar los espacios donde se permita la libertad más allá de lo institucional”, menciona Malitzin Cortés: tecnóloga creativa, docente y live coder mexicana.
Paulatinamente, el AlgoRave se fue popularizando cada vez más, hasta llegar a tocar actos en vivo en festivales masivos como el Corona Capital y MUTEK.
¿Una práctica incluyente?
“Lo técnico siempre va a ser político”, menciona Marianne Teixido: profesora, artista digital y live coder. Una de las principales cualidades del Live Coding es que pretende ser una práctica accesible de programación para todos y todas. “Parece intimidante ver a alguien escribir código; ubican el referente de hacker, nerd, geek… pero si tu vas a un taller de Live Coding de dos horas, sales tocando. Es una práctica inclusiva, comunitaria, hay mucha ayuda y se te va a empujar a que toques”, continúa.
Sin embargo, es un hecho que sigue siendo una práctica a la cual pocas personas tienen acceso por tres principales razones: la primera, se requiere de un equipo de cómputo para aprenderlo y realizarlo; la segunda, se necesitan conocimientos básicos de computación para poder comprenderlo; y tercero, la mayoría de los entornos digitales para hacer live coding se encuentran en inglés.
Se plantea desde una perspectiva de ser incluyente, pero no implica que necesariamente lo sea. Una cosa interesante que comenzamos a plantearnos es cómo se puede hacer la práctica de la programación de manera analógica
dice, Teixido.
Es bajo esta premisa de la inclusividad que Marianne Teixido, Dorian Sotomayor y Emilio Ocelotl fundan PiranhaLab: un laboratorio interdisciplinario que tiene como objetivo impulsar la práctica, el desarrollo, la investigación y difusión de softwares, enfocada en la comunidad que practica live coding en México y Latinoamérica.
“Piranha Lab surgió porque, al estar viajando a distintas partes de latinoamérica para tocar AlgoRaves, nos dimos cuenta que mucha gente de aquí desarrollaba softwares pero nada más lo usaban entre ellos porque no había una comunidad que compartiera su uso. Se decidió organizar un ciclo de talleres en el Centro de Cultura Digital para invitar a que las personas compartieran sus herramientas”, comparte Marianne. “Pero, en general, algo que me late de la comunidad del Live Coding es que es autorreflexiva. Existe un entorno con mirada crítica y planteando una postura tanto ética y política muy clara respecto a la práctica”, continúa.
Rompiendo estructuras patriarcales: las mujeres
live coders
“Las mujeres somos muy buenas tecnólogas. La computadora la inventó una mujer y las primeras programadoras fueron mujeres”, señala Cortés, quien afirma que el estigma de no tener talento para la tecnología es una construcción social.
Dentro de la comunidad del Live Coding ha destacado la participación de mujeres live coders, como Libertad Figueroa, Alexandra Cárdenas, Kate Sicchio, Malitzin Cortés, Mariane Teixido, Joanna Chicau.
“Ha sido importante que haya mujeres en la comunidad porque entre nosotras nos hemos ido apoyando. Tratamos de estar muy unidas y enseñarnos entre nosotras. Hubo un escándalo porque, hace como tres años, sacaron un documental y un artículo sobre el Live Coding. Entrevistaron a puros hombres y la entrevistadora era mujer, pero ni siquiera era parte de la comunidad. En Twitter se apoyó mucho el movimiento”, cuenta Malitzin.
“A excepción de Libertad Figueroa, todas las personas que usaban SuperCollider eran hombres. Era una posición política aprender a usar Super Collider”, dijo Teixido.
Más allá de los retos en el aprendizaje de la práctica, la lucha de las live coders se centró más en su visibilización y reconocimiento. Hernani Villaseñor mencionó que, en un principio, las personas live coders visuales eran mujeres y los hombres se enfocan más al audio. “Es controvertido porque es la división del trabajo”, dijo. Y, en efecto, Marianne Teixido compartió que, cuando comenzaron a formar parte del colectivo RGGTRON, a Yessica y a ella no se les consideraba parte del colectivo. “Ponían nuestros nombres en el cartel con letras muy pequeñas… así que nos aplicamos”.
Sin embargo, tanto Malitzin como Marianne coinciden en que, pese a los retos de ser mujer en el mundo de la tecnología, no fue difícil encontrar apoyo desde un principio.”Nunca se omite a nadie. No es como que por ser latina o mujer no tenga oportunidad de mostrar mi trabajo” dice Malitzin.
La práctica del Live Coding también sirvió como un detonador de ideas, narrativas y prácticas artísticas. Ayudó a que varias mujeres se adentraran al mundo de la codificación y tecnología. “Ahora estoy trabajando con un proyecto de realidad aumentada feminista, y el reto es como desarrollar y trabajar una red nodal de colaboraciones con chicas, pero que no dependan de infraestructuras capitalistas y patriarcales como Google y Facebook”, cierra Marianne.
El futuro del Live Coding
La práctica del Live Coding en México tiene poco menos de 15 años, y Hernani Villaseñor, quien actualmente se encuentra realizando su doctorado en torno a esta práctica, dice que ve tres escenarios para el futuro de esta práctica: la primera, que se va a potenciar su lado académico; la segunda, que tendrá una consolidación mainstream; y la tercera, que tendrá un lado capitalista con las NFT’s.
Muchas de las personas de las primeras generaciones de live coders se encuentran realizando estudios en el mundo académico. “Anda evolucionando con todo. No fue una moda que ya se quitó y está muy presente en las investigaciones de tecnología musical. En Cambridge incluso hay una cátedra de Live Coding a nivel de investigación”, menciona Malintzin.
Por otro lado, la pandemia causada por COVID-19 potencializó que el Live Coding, como muchas otras prácticas, pasara a lo virtual. Sin embargo, esto también sirvió para ampliar la comunidad y fomentar la formación en línea. Se han acrecentado los talleres para los usos de los entornos digitales, y eso ha permitido que la comunidad live coder siga creciendo, compartiendo herramientas y reflexionen sobre la práctica.
Malitzin menciona: “Yo creo que cada vez se va a ir normalizando más porque también la educación digital de los profesionales está enfocada en programar (diseñadores, arquitectos, animadores, diseñadores de videojuegos). Ahora personalizan más las herramientas tecnológicas para la creación. En el arte digital está súper presente todo el pensamiento generativo (…) crear piezas de arte desde este punto de vista en colaboración con la máquina. La compu no hace arte. Un humano la tiene que programar. Es una colaboración muy bella con la computadora”.