Además de especializarse en ciberataques financieros, el líder de Kaspersky dijo que una de las tendencias que más preocupa es el llamada C2C, o sea, cybercrime to cybercrime, la red de grupos de cibercriminales que trabaja para otros generando software o hardware para perpetuar crímenes digitales en el mundo.
“Antes era más común que muchas de estas herramientas que se utilizan fueran importadas de países como Rusia o China, hoy grupos latinoamericanos se han especializado en hacer fraudes financieros y en evaluar sistemas de pago como SPEI, que al funcionar en regiones tan pobladas como América Latina, pueden servir en otros países”, apuntó Martinelli.
La empresa de ciberseguridad también ha identificado la relación de grupos criminales con redes de cibercriminales, lo que ha devenido en ataques como la intervención de la data de organismos aduanales con el fin de ingresar cargamentos con droga.
“No sólo se comunican con cibercriminales de la región, también lo hacen con redes de otras partes del mundo y es cada vez más común ver que grupos criminales recurren al cibercrimen para manipular o buscar información”.
Además de esta problemática, dentro de las tendencias que vio crecer Kaspersky en Latinoamérica permanece el uso de ransomware y preocupa el número de grupos de hacktivismo que han surgido.
“El gran problema que empezamos a ver es que muchos de estos hacktivistas están orillando a gobiernos y empresas a pagar sumas de dinero que terminan financiando redes criminales”, indicó Kaspersky.
Un caso que recupera la empresa es el de Guacamaya Leaks, donde estuvo involucrada la Secretaría de la Defensa Nacional y donde se filtró información que afecta a distintos organismos federales.
“Para poder robustecer la seguridad de los usuarios, gobierno y empresas se requiere de mucha concientización, sobre todo por el incremento de digitalización que vivió la región”, apuntó Jaime Berditchevsky, director general para Kaspersky en México.
Dentro de las recomendaciones que hace la empresa está fijar una estrategia que contemple por lo menos estos tres pilares: inteligencia, educación y herramientas de protección.
“Una mayor conectividad está llevando a los delincuentes a idear continuamente nuevos métodos y ampliar la complejidad y la escala de sus ataques. Los cibercriminales lanzan rápidamente ataques complejos contra el eslabón más débil de la red omnicanal, enfocándose en personas que son inexpertas en realizar transacciones en línea y que cuentan con menos conciencia de ciberseguridad”, señaló por su parte la empresa LexisNexis, que identificó que sólo entre enero y junio de 2022 se registraron 39,000 millones de transacciones fraudulentas.