Para comprar un NFT, se requieren criptomonedas que, más allá de la fluctuación de su valor, han sido señaladas por el nivel de contaminación y consumo energético que conlleva su proceso de minado.
Dan Cartolin, ejecutivo de cuenta para Latinoamérica de Chainalysis, compañía de análisis de blockchain, menciona que el alto valor que han llegado a tener las criptomonedas es una de las principales motivaciones para que más personas participen en su minería, a pesar del impacto ambiental que generan.
Las criptomonedas contaminan porque para obtener un activo se debe llevar a cabo un proceso de minado que se llama “prueba de trabajo”. Este, en términos muy simplificados, consiste en que una computadora resuelva problemas matemáticos, mientras otra los valida y genera una recompensa, que es la criptomoneda.
Aunque parece sencillo, el proceso se replica millones de veces en igual cantidad de computadoras, que requieren mucha potencia y consumen un gran volumen de energía eléctrica, ya que para realizar estas transacciones se necesita una gran memoria de almacenamiento RAM y un buen sistema de enfriamiento.
Según estimaciones de Digiconomist, sitio especializado en análisis de tendencias digitales, el consumo de energía durante el proceso de minería de una sola unidad de bitcoin es de 1,195 kilowatts por hora, lo cual equivale al consumo promedio de energía de un hogar en Estados Unidos por 41 días y genera 439 gramos de residuos electrónicos, el mismo peso que un par de iPhone.
Greenpeace ha criticado a empresas y organizaciones vinculadas con el bitcoin, pues señala que no está haciendo caso del fenómeno del cambio climático y se está quedando atrás en sus estándares para abordar la crisis climática. Mientras, otras tecnologías criptográficas están haciendo cambios para ser más eficientes en la minería.
En noviembre del año pasado, el estado de Nueva York firmó una ley que prohíbe la minería de criptomonedas a través de la prueba de trabajo durante los siguientes dos años, porque la energía necesaria proviene, mayoritariamente, de combustibles fósiles a menos que las empresas utilicen energía 100% renovable.
Una de las criptomonedas más populares, ethereum, ha dado pasos para cambiar los estándares y contaminar menos en el proceso de minado, intentando evolucionar de la prueba de trabajo a la prueba de participación (PoS), que “es más respetuoso con el medioambiente”, dice Cartolin.
Alejandro Rodríguez, director de Block-chain de Dicio, una compañía mexicana de soluciones digitales basadas en blockchain, biometría e inteligencia artificial, explica que la prueba de participación es un mecanismo donde entran en juego los validadores de la red en sustitución de los mineros. Hasta ahora, su ejemplo de uso más relevante es ethereum.
Su funcionamiento se basa en que los validadores, gente que ya cuenta con una cantidad de tokens (en este caso, ethers), los apuestan de forma que entran a un sorteo aleatorio para crear un nuevo bloque o validarlo. Para ser validado se deben poseer, por lo menos 32 ETH. Si no se cuenta con esa cantidad, varias personas se pueden unir para alcanzarla. En términos medioambientales, el impacto positivo de esta propuesta es que ya no se necesita la potencia computacional para resolver problemas matemáticos además de que un minero ya no compite contra las máquinas de otro y, por lo tanto, el gasto energético es menor.
Los especialistas coinciden en que este cambio en el minado puede ser clave para que la industria cripto tenga un futuro sustentable, incluso destacan la posibilidad de comenzar a usar energías limpias en los procesos y evitar la extracción de recursos fósiles para dejar de dañar el planeta.