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Del campo a Instagram: así crecen las comunidades indígenas en redes sociales

Mujeres de la Tierra, Yomol A’tel, Mictlart e Irma son colectivos, empresas y personas que venden sus productos a través de redes, creando lazos comunitarios y reivindicando su lugar de origen.
mié 05 julio 2023 06:00 AM
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Primera foto: Chío, de Mujeres de la Tierra
Segunda foto: Bordado de Tenango de Irma Hernández
Tercera foto: Retrato de Mictlart
Cuarta foto: Café de Yomol A'tel

Cuando Chío era una niña su abuela le enseñó que cuando se siembra en el campo, se ponen tres semillas: una para los animales de la tierra, otra para los animales del cielo y la tercera para los humanos. Fueron esas enseñanzas sobre la comunidad y el respeto a la vida las que muchos años después le dieron fuerzas para huir de la violencia física que vivía en casa y crear Mujeres de la Tierra.

Mujeres de la Tierra es una colectiva conformada por seis mujeres: Griselda, Leticia, Chío, Alma, Juanita y Lupita, y se dedican a cosechar y nixtamalizar el maíz para después vender tlacoyos, gorditas, tortillas y tamales. Pero las ventas eran muy pocas hasta que Chío encontró una plataforma para mostrar su trabajo: Instagram.

Creó @mujer_esdelatierra , un perfil que no solo busca ser un canal para que la gente pueda hacer los pedidos. También, un espacio de difusión sobre sus saberes de la tierra, su lucha por reivindicar el papel de las mujeres indígenas y la soberanía alimentaria. “Pero no solo buscamos la autonomía económica”, dice Chío. Adicionalmente, buscan crear lazos afectivos con la comunidad que les compra.

Los pedidos se hacen por docena con tres días de anticipación a través de Instagram o Whatsapp y las mujeres entregan la comida caliente, recién preparada, en el metro más cercano de la Ciudad de México.

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Pero el caso de Chío como mujer indígena que aprendió a utilizar la tecnología y las redes sociales con el propósito de sacar a más mujeres adelante para huír de la violencia doméstica, se replica en otros espacios, como en Pahuatlán, Puebla.

Ahí, Irma Hernández, mujer otomí y bordadora de Tenangos, también encontró una manera de crear comunidad dentro y fuera de Facebook. Irma no solo borda tenangos con las mujeres de la comunidad para tener autonomía económica, sino que también se dedica a fotografiarlos y venderlos a través de Facebook.

“He conocido a gente de Perú, de Cuba, a mucha gente extranjera”, dice y recalca que este método de venta la ha llevado a viajar a otros países mostrando su trabajo y el de las mujeres de la comunidad no solo para vender, sino también como una manera de reivindicación de los Tenangos.

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Esta reivindicación de la propia cultura y del pueblo de donde uno viene a través de las redes sociales, es algo que también Genaro Tirado, mejor conocido como “Mictlart”, descubrió y aprovechó.

Genaro es de un pueblo llamado Xochitlán, en la Sierra Norte de Puebla, y su abuelo se dedicaba a la carpintería, donde parte de su trabajo era restaurar máscaras rituales. A Genaro le gustaba observar a su abuelo pues no solo veía el arte, sino que también le contaba las historias de las danzas. Esto lo inspiró a crear sus propias ilustraciones digitales.

Las hace con una tableta Wacom que un amigo hace muchos años le regaló. No tiene internet en su casa y “tampoco le interesa”, pues con puros datos del celular “la arma”. Con eso ha logrado más de 170,000 seguidores en su perfil de Facebook y esto lo ha llevado a que, incluso, una tatuadora en Turquía y una banda de punk española utilicen sus diseños.

“Se visibiliza más el trabajo en redes y eso me permite no tener que salir de mi pueblo”, dice.

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Y en otras comunidades como en Chilón, Chiapas, uno de los pueblos tseltales donde solamente cuentan con 48% de cobertura 2G de acuerdo con el Instituto Federal de Telecomunicaciones, Yomol A’tel logró posicionar sus productos en Amazon para obtener ingresos sin salir de la comunidad.

Esta es una empresa de economía social y solidaria que se dedica a sembrar, cosechar, procesar, empaquetar y vender café, así como miel y jabones artesanales. La empresa, que empezó hace 20 años con 22 campesinos, hoy la conforman más de 250 familias tseltales.

De acuerdo con Eduardo Hernández, coordinador de ventas de la empresa, aprendieron a registrarse en el e-commerce y “sin Amazon no tendríamos otro canal de ventas”. A través de la plataforma, venden sus jabones artesanales Xapontic, su miel Chabtic y su café Capeltic, logrando que las familias no tengan que salir de la comunidad para buscar mejores oportunidades laborales.

La palabra favorita de Chío es Vsañí’a, que en su lengua materna, el Popoluca, significa “Gracias”. Y esta es una palabra que repite cada vez que alguien decide comprar sus productos.

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