Guadalajara, Jalisco. - Información falsa, tergiversada o imprecisa la hay sobre cualquier tema, pero cuando se trata de salud, las vidas de las personas pueden estar en alto riesgo. Una supuesta cura o tratamiento, un diagnóstico no profesional o una presunta forma de contagio no reconocida por autoridades médicas, puede resultar en desastre y cobrar vidas. Y esta desinformación se puede potenciar a través de WhatsApp.
Salud e información: Por qué es peligroso enviar mentiras por WhatsApp
La Dra. Joanne Joloy, fundadora de la organización Ya Respondiste y de la empresa JJ Previene, platicó con Expansión en Talent Land 2024, Guadalajara, Jalisco, sobre la desinformación y su impacto en la salud poblacional.
Si la desinformación circula tan fácilmente, en parte puede ser debido a que la población ya no cofía en las autoridades médicas.
¿Cómo recuperar esa confianza?
La desconfianza existe en todos los segmentos, no solamente en salud. Se debe a la cantidad de acceso a información que todos podemos tener, por todos lados. Que médicos y médicas tengamos acceso a comunicar, basado en evidencia, a través de las redes sociales, es una súper herramienta. Pero cuando te metas a cualquier red social y ves a tantos diciendo de todo, puede generar, en lugar de certeza, incertidumbre.
Existen herramientas para detectar quiénes son personas confiables. Hay muchas personas completamente capacitadas que están dedicándole tiempo a las redes sociales y a compartir este conocimiento para llegar a más personas. El eslogan siempre es “hazlo acompañado del profesional de la salud”.
Cuando se habla de la circulación de la desinformación, varios agentes participan: ciudadanos, empresa y gobiernos.
¿Quién tiene la mayor responsabilidad para combatirla?
Para mí es el ciudadano. Porque él es quien se pone los límites y que sabe qué es bueno para él y qué no. Podemos hablar de muchísimos organismos regulatorios, pero cada quien tiene su rol.
Todos somos vulnerables si dejamos penetrar la información
El hecho de que uno tome la decisión de tener acceso a redes sociales, y estar viendo esas redes sociales, quiere decir que tiene ese poder decisión sobre uno mismo para cuidar su salud.
El escenario que se avecina (de la relación entre salud y nuevas tecnologías) ¿te mantiene más positiva o pesimista?
Positiva. Siento que este acceso a la información se me hace lo más valioso. Antes teníamos que ir a una biblioteca e investigar. Y ahora estamos dando estas herramientas, acceso al público, me parece oro molido para la población.
Pero sería oro molido que no necesariamente la gente sabe usarlo.
Es correcto. Depende de cada ciudadano y ciudadana que sepan hasta dónde para ellos algo es saludable. A fin de cuentas, es darles esa información y ya que ellos sepan manejarla según su perfil, edad y necesidades.
Múltiples negocios involucrados con la salud están integrando nuevas tecnologías. ¿Lo ves como cosas casuales o quizá esas tecnologías (eventualmente) podrían asistir o sustituir tareas de profesionales de la salud?
Definitivamente habrá tareas que serán suplidas, eso lo tengo claro. No sólo en salud, sino en cualquier otra carrera o profesión. Para mí el criterio humano, como profesional de la salud, me parece indispensable para guiar estas tecnologías, que vayan de la mano con nosotros.
Hay que encontrar una dinámica que funcione para lo que nosotros necesitamos.
Cuando alguien va a un hospital y le hacen una biopsia, siempre tiene que ser revisada por dos patólogos para tener el veredicto final; pueden acompañarse a lo mejor de Inteligencia Artificial. En lugar de tener a dos patólogos, tener a uno y que el otro sea IA, podría ser mucho más eficiente y rápido obtener resultados. Dependes de una persona que tiene ese criterio, experiencia, estudios, compartido con la IA.
Estas tecnologías pueden traer más información, pero ¿hay un riesgo en que sea demasiada información y cause ruido a profesionales de la salud?
Estoy un 300% de acuerdo. Desde hace muchísimos años el “San Google” resolvía todas las dudas. A la persona le dolía la cabeza y le decía que era cáncer. Genera incertidumbre y ansiedad en las personas, que no acaba siendo algo positivo.
Mi invitación es que no se guíen por el buscador, que dejen de buscar en redes sociales qué tienen, y que se asesoren de un profesional de la salud. Un individuo debe tener esa historia clínica, investigación y escucha activa de un profesional para llegar a ese prediagnóstico, y eso no se puede hacer solamente haciendo una pregunta.
Mencionaste que ves a niños y niñas como los más vulnerables ante la desinformación de salud ¿Por qué?
Todos somos vulnerables si dejamos penetrar la información. A mí me parece que las niñas y niños son más vulnerables porque no tienen ese criterio aún formado. Esperaría que las personas adultas y adultas mayores tuvieran un poco más de criterio para decidir qué es verdad y qué no.
A mí me llegan millones de mensajes al día diciéndome “Oye me recomendaron esto” “Voy a hacer esta dieta” Y cuanta ocurrencia les dice el vecino, tío, primo, y lo toman como si lo tuvieron que hacer. Infórmense quién lo está diciendo, hacia quién va dirigido, y vean que tengan diferentes referencias bibliográficas de salud.
¿Qué te quita el sueño respecto a temas de salud y desinformación?
Me quita el sueño que no haya un límite, y que no haya un horizonte hacia dónde vamos. Nosotros en medicina sabemos el paso 1, 2 y 3, pero en este caso no sabemos cuáles son los siguientes pasos, y simplemente tenemos que ir educándonos para ir viendo hacia dónde vamos.
Este gobierno tomó como referencia al sistema de salud de Dinamarca como algo aspiracional, un país que utiliza la vía telefónica para atender pacientes y evitar la saturación de hospitales públicos. ¿Qué oportunidades ves en las tecnologías que podría aprovechar el gobierno mexicano, este y los que vienen?
Es importante entender que cada país tiene su propio contexto. Cuando regresé de Europa, decía “hay que adquirir el modelo de salud de España. Se me hace el mejor porque las enfermedades crónicas las atienden a domicilio”. Pero no es un modelo que México pueda adquirir porque no es el perfil de la población, de las necesidades de nuestro país.
Primero hay que entender qué es lo que nuestro país necesita. Hay tecnologías básicas, como la telemedicina, que podría estar funcionando y podríamos disminuir la sobresaturación de los centros de salud de nuestro país.
Podríamos pensar que hay ciertos tipos de consulta que se podrían dar de esta forma, pero hay muchas otras que debería ser algo presencial, porque necesitas ver al paciente de forma integral. Personalmente yo no puedo dar una consulta telefónica, si bien lo puedo hacer por videollamada, porque ves las expresiones del paciente, le dedicas el tiempo que necesita, para contar con toda la información.
Hay que encontrar una dinámica que funcione para lo que nosotros necesitamos.