Primera parada: el diseño
“Todo comienza con un análisis de tendencias”, explicó Lassauzet. Por ejemplo, si personajes como Taylor Swift aparecen en el Super Bowl con una chamarra roja, lo más probable es que esta prenda se convierta en una tendencia y los diseñadores de Shein, que se encuentran en China y Singapur, crean las prendas. Según datos internos de la empresa, ‘moda de mujer’ es la categoría más vendida, con los tops, productos de peluquería y camisetas las compras más frecuentes.
Similar a lo que ocurre con los conductores de Uber, también existe la opción de SheinX , donde artistas y diseñadores independientes pueden subir sus creaciones y la empresa maquila y vende las prendas, a cambio de un porcentaje.
Sin embargo, esto también ha traído polémicas a la empresa, como el actual caso de las diseñadoras Krista Petty, Larissa Martinez y Jay Baron, que acusaron a la firma de asociación ilícita e infracción de derechos de autor. Ante esto, Lassauzet respondió que son “una organización de humanos” y que estos errores pueden pasar. “Tratamos de minimizar que sea lo menos frecuente posible y si un diseño se parece a otro, inmediatamente lo retiramos de la plataforma”, explicó.
Segunda parada: la maquila
Al igual que Uber, una de las principales empresas de transporte que no posee vehículos propios, Shein, una de las líderes en la industria de la moda, no cuenta con fábricas de ropa. El modelo de negocio implica la ‘colaboración’ con más de 3,000 fábricas, en su mayoría en China y un menor porcentaje en Brasil.
Según Lassauzet, Shein realiza un proceso de selección de las fábricas colaboradoras y una de las principales condiciones es contar con una certificación ESG, que se refiere a los criterios Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo.
Estas colaboraciones permiten a Shein ahorrar principalmente en dos aspectos: la merma, ya que al operar bajo un modelo 'on-demand' no les sobran prendas, y el almacenamiento, ya que no tienen inventario que guardar.
Sin embargo, Cynthia Gómez, coordinadora de la carrera de diseño de Moda y textiles Sostenibles en la Universidad Iberoamericana, advierte que este ahorro no necesariamente representa un impacto ambiental positivo, pues la producción de cualquier prenda siempre tendrá un 30% de merma.
Otro de los principales ahorros de la empresa es la omisión de retailers en el proceso. Si no hay un intermediario como Liverpool o Palacio de Hierro que venda la ropa y se hace directamente desde el marketplace hasta el consumidor final, se ahorra un gran porcentaje. “Al consumidor solo le queda pagar el envío y ya”, dijo Lassauzet.
Destino final: México
Las prendas vuelan directamente desde China hasta México. Pero, en muchas ocasiones el consumidor tampoco paga envíos, pues la plataforma cuenta con una opción gratuita más tardada y puede ocurrir que tampoco pague impuestos.
Juan Carlos Baker, experto en comercio internacional, explicó que esto es a causa de la regla de mínimos. “Es un mecanismo diseñado para que las empresas de mensajería, como DHL o UPS, puedan traer al país productos de precios bajos sin tener que pagar impuestos por ellos”. En el caso de México, el valor de mínimos de envíos comerciales es de 50 dólares. Si el envío de Shein vale menos que eso, el usuario final no paga este arancel.
"Shein ha sabido llegar al bolsillo de los clientes", afirmó Gómez, pues en medio de la crisis económica, muchas personas no pueden permitirse invertir mucho en ropa.
En 2021, los ingresos anuales de Shein ascendieron a 15,700 millones de dólares . Para 2022, se dispararon a 22,700 millones de dólares, reflejando un incremento del 44%. Se estima que para 2025, estos ingresos alcanzarán los 60,000 millones de dólares, siendo México uno de los mercados más crecientes.
“Pero es moda que no tiene un valor sentimental o una conexión. Entonces, ¿qué pasa? la gente la desecha rápidamente y se convierte en una contaminación impresionante. Mientras más producción a bajo costo tengas, la gente tiene menos relación con sus prendas y su ropa”, resaltó Gómez.
La estrategia de Shein está alcanzando a los líderes de la moda pero, sobre todo, a la generación Z, que en otras circunstancias no habría podido adquirir 91 prendas de ropa nueva y de moda por 900 dólares o menos.
