El primer gran logro de Tim Cook fue invisible para quienes solo miran los escenarios de los keynotes. Desde sus años como jefe de operaciones, construyó la maquinaria logística que permitió a Apple producir, distribuir y escalar a una velocidad inédita en la industria. Lo que le permitió, hasta la segunda presidencia de Trump, mantener márgenes incluso en mercados saturados.
Ante la dependencia del iPhone, Cook impulsó un viraje hacia los servicios, su segundo acierto, pues de la mano de la App Store, iCloud, Apple Music y luego Apple TV+, esta vertical ya representa el 28% de sus ingresos totales y hasta el último reporte trimestral de la empresa generó 28,750 millones de dólares, además es una unidad que genera ingresos recurrentes de forma robusta y que compensa la desaceleración natural del hardware.
El ejecutivo diversificó la manufactura en países como India y Vietnam, reduciendo riesgos geopolíticos y fortaleciendo su resiliencia. Y, en paralelo, convirtió la privacidad y la sostenibilidad en ejes centrales de su narrativa corporativa, reforzando su imagen de marca responsable.
El resultado de esta combinación queda claro en los números, ya que Apple no solo se mantuvo relevante, sino que se convirtió en la primera empresa estadounidense en rebasar la valuación del billón de dólares y en una de las corporaciones más valiosas y rentables al día de hoy.
Uno de los dispositivos que se presentó bajo su dirección fue el Apple Watch, revelado por primera vez en septiembre de 2014, pero que comenzó a venderse oficialmente en abril del año siguiente, llegó a vender más de 100,000 millones de dólares, de acuerdo con estimaciones de IDC.
El desgaste y las preguntas de futuro
Sin embargo, la etapa Cook parece acercarse a su punto natural de inflexión. A sus 65 años, la sucesión empieza a sonar con más fuerza. La salida de figuras clave como el COO Jeff Williams alimenta la narrativa de un reacomodo profundo, pues este último era el candidato natural de la sucesión.
Dentro de las principales críticas en torno al liderazgo de Cook está que la categoría de dispositivos XR aún no despega como se esperaba, y Apple enfrenta demandas crecientes de “disrupción” en un momento donde su crecimiento depende más de optimizar que de reinventar.
Analistas especializados en la marca como Mark Gurman, de Bloomberg, coinciden en que el siguiente CEO quizá deba tener un perfil más orientado al producto, un ingeniero capaz de imprimir velocidad creativa a un gigante que hoy opera con precisión, pero con menos riesgo que en la era Jobs.
Dentro de esa lógica, nombres como John Ternus, quien es el actual responsable de ingeniería de producto, empiezan a figurar como candidatos para encabezar el próximo capítulo.