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La adicción a las redes sociales modifica el cerebro

Diversos estudios señalan que niños y adolescentes son los más afectados por el uso excesivo de redes sociales, pero en adultos también hay impactos.
lun 24 noviembre 2025 05:55 AM
Cuidado con prestarle tu celular a tus hijos: la adicción a las redes sociales sí modifica el cerebro
Los impactos en niños y adolescentes son mayores, pero también los adultos padecen las implicaciones de esta adicción. (fadfebrian/Getty Images)

En cuanto amanece y suena la alarma cientos de personas lo primero que revisan son sus redes sociales y de mensajería. Mirar el brillo azul es un gesto mecánico que activa los circuitos de recompensa del cerebro.

“El uso digital habitual de redes sociales modifica trayectorias neuronales a largo plazo”, señaló el estudio publicado en Scientific Reports en 2024, donde un equipo liderado por S. Nivins siguió a cientos de niños durante cuatro años para observar cómo el consumo constante de plataformas alteraba su desarrollo cerebral.

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Aunque el efecto es ‘pequeño pero consistente’, lo relevante es que ante más estimulación del sistema de recompensa, más sensibilidad a señales sociales externas.

El fenómeno no es nuevo, en 2017, He Qinghua y su equipo de investigadores demostraron que el uso excesivo de redes estaba asociado con cambios en la amígdala y el cuerpo estriado, dos regiones clave en la regulación emocional y la búsqueda de recompensas, y que en el caso de infancias el impacto es mayor al no tener una maduración de la corteza prefrontal, la zona encargada del autocontrol.

“El cerebro es un órgano que responde a su entorno, de la misma forma como evolucionamos con el uso de herramientas, se modifica su aspecto con las interacciones que tiene el ser humano en su vida cotidiana de la actualidad”, señaló Feggy Ostrosky Shejet, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la UNAM.

En 2022, Luca Braghieri y sus coautores demostraron que la introducción de Facebook incrementó síntomas de depresión entre universitarios estadounidenses.

“El efecto es causal y significativo”, concluyeron, por lo que el exceso de estimulación en redes sociales no sólo afecta a los niños y adolescentes, sino también a los adultos, quienes son más propensos a tener problemas de ansiedad y depresión.

Mientras que la American Psychological Association (APA) señala que la exposición repetida a recompensas sociales digitales altera “patrones de reactividad en regiones vinculadas a evaluación social y motivación”, y estos cambios persisten incluso cuando el uso deja de ser intensivo.

Es decir, las redes sociales no sólo condicionan comportamientos, sino que moldean la forma en que el cerebro anticipa placer y amenaza. La adicción deja marcas duraderas, especialmente en edades tempranas, cuando la plasticidad neuronal está en su punto más alto, de acuerdo con el estudio de APA.

En cuanto al desarrollo cerebral, el estudio publicado en JAMA Pediatrics en 2023 apunta que los adolescentes que revisaban compulsivamente sus redes mostraban cambios longitudinales en circuitos asociados a la sensibilidad social.

“La conducta habitual de revisar impulsa una mayor reactividad neuronal al recibir señales sociales”, un efecto que podría consolidarse con el tiempo.

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¿Cómo reducir la adicción a las redes sociales?

De acuerdo con Ostrosky, esto requiere un trabajo en distintas escalas, en los individual, familiar, escolar, tecnológico y regulatorio.

A nivel personal, la evidencia científica muestra que el control no depende solamente de fuerza de voluntad, porque los circuitos de recompensa y los hábitos automáticos están profundamente implicados, pero se puede limitar el uso de redes a 30 minutos diarios, ya que esta medida reduce la ansiedad.

En el campo educativo, la especialista subraya que es crucial enseñar a niños y adolescentes cómo funcionan los algoritmos, qué tipo de sesgos refuerzan y por qué los contenidos que generan ira, ansiedad o polarización son más visibles. Esta alfabetización fortalece el autocontrol cognitivo y reduce la vulnerabilidad emocional a estímulos diseñados para enganchar.

Otra medida es ajustar horarios de sueño, especialmente en adolescentes, y crear “zonas libres de pantallas” antes de dormir, pues esto reduce tanto la impulsividad como la dependencia a notificaciones. La actividad física regular también tiene un efecto neuroprotector en circuitos de control ejecutivo, lo que ayuda a gestionar mejor el uso de plataformas, de acuerdo con el estudio de JAMA Pediatrics.

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