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Cada vez cuesta más desarrollar videojuegos y hacerlos rentables

La industria del videojuego domina el entretenimiento global, pero su modelo económico muestra grietas. Producir un título AAA cuesta cientos de millones y cada vez es más difícil recuperar la inversión.
vie 28 noviembre 2025 01:30 PM
La paradoja de los videojuegos: cada vez es más desarrollar y hacerlos rentables aunque dominan la industria
A la hora de pensar en crear un videojuego, además, es necesario tener en cuenta cómo llegará a más gente. Un lanzamiento requiere campañas globales, acuerdos con creadores de contenido, presencia en eventos y plataformas, descuentos estratégicos, activaciones en redes sociales, y todo un aparato de distribución que cuesta cada vez más. (Foto: Mario Jasso/Cuartoscuro.)

Durante la última década, la industria de los videojuegos ha vivido una transformación profunda. Se trata del actor más grande del entretenimiento, superando a la música (38,00 millones de dólares) o al cine (34,000 mdd). Y mientras los ingresos globales crecen y las audiencias se expanden, los grandes estudios enfrentan una realidad contrastante: hacer un videojuego nunca había sido tan costoso ni tan difícil de rentabilizar.

En 2023, el negocio de los videojuegos superó los 196,000 millones de dólares a nivel global y se espera que llegue a los 257,000 millones para 2028, según datos Bain & Company, pero a pesar de que la demanda está ahí, los márgenes ya no se comportan como antes. Las compañías venden más, pero ganan menos.

Hoy, producir un gran videojuego AAA –con alto presupuesto para desarrollo y marketing– pueden superar varias centenas de millones de dólares. Según datos que salieron a la luz tras el juicio para la adquisición de Activision Blizzard, el juego Black Ops. Cold War, de la popular franquicia Call of Duty rebasó los 700 millones de dólares y vendió 30 millones de copias.

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En otras empresas, como PlayStation, las cifras no son menores. En 2023, como parte del mismo juicio, un error filtró documentos de Sony en donde se detalló que The Last of Us II costó 220 millones, mientras que Spider-Man 2, alrededor de 300 millones de dólares.

Este crecimiento obedece a varias razones combinadas, como lo son una mayor complejidad de los juegos, equipos más grandes de desarrollo, estándares gráficos de realismo casi cinematográfico, soporte postlanzamiento, servidores permanentes y un ritmo industrial donde cada nueva entrega debe superar a la anterior.

David Alonso, director del Departamento de Videojuegos, Animación y Tecnología de la Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología (UDIT), también agrega que los videojuegos actuales requieren equipos de cientos de profesionales, herramientas tecnológicas cada vez más avanzadas y ciclos de desarrollo que pueden extenderse durante cinco, seis o más años.

“Esto eleva los presupuestos a cifras que superan con facilidad los cien millones de dólares, lo que a su vez incrementa enormemente el riesgo financiero, ya que cualquier retraso o problema técnico puede impactar directamente en la viabilidad del proyecto”, detalla.

A la hora de pensar en crear un videojuego, además, es necesario tener en cuenta cómo llegará a más gente. Un lanzamiento requiere campañas globales, acuerdos con creadores de contenido, presencia en eventos y plataformas, descuentos estratégicos, activaciones en redes sociales, y todo un aparato de distribución que cuesta cada vez más. Sin estas acciones de marketing, incluso una obra técnicamente perfecta corre el riesgo de pasar desapercibida, afirma Alonso.

De acuerdo con el informe mundial de gaming 2025, elaborado por la consultora Newzoo, lograr que un juego sea visible en un mar de lanzamientos se ha vuelto un reto enorme, además, los periodos de descuentos y eventos especiales generan menos impacto que antes, lo que obliga a invertir más para obtener los mismos resultados.

Al mismo tiempo, el comportamiento de los jugadores ha cambiado. Newzoo documenta que las horas de juego están cada vez más concentradas en unos pocos títulos dominantes, como Fortnite, Call of Duty, GTA o títulos deportivos, que absorben la mayor parte del tiempo y del gasto. El resto del catálogo (miles de juegos lanzados cada año) compite por migajas de atención.

Esta concentración crea un efecto dominó, apunta el reporte, ya que si solo unos pocos títulos capturan el valor de mercado, entonces el resto, incluso aquellos desarrollados con presupuestos gigantes, tiene menos margen para recuperar su inversión.

Un necesario cambio de cultura

Según datos reportados por Bloomberg, el objetivo de Microsoft este año fue que sus videojuegos alcanzaran un margen de beneficio del 30%, sin embargo, muy pocos lograron tal proeza y esta misma situación provocó despidos masivos en la división de Microsoft Gaming, la cancelación de proyectos, aumentos de precios controvertidos y el impulso multiplataforma que llegó desde el liderazgo de Satya Nadella.

Para los estudios, este comportamiento se mostró en que juegos como Everwild, del estudio Rare, y el reinicio de Perfect Dark, de The Initiative, fueron cancelados tras años de desarrollo, al igual que Project Blackbird de ZeniMax Online Studios, lo que además provocó despidos masivos.

Aunque en industrias como el cine, una película necesita recaudar entre 2.5 y 3 veces su presupuesto para ser rentable, el objetivo que impuso Microsoft era irreal, pues de acuerdo con Bloomberg, el margen de beneficio promedio en la industria se sitúa entre el 17% y el 22%. En los últimos seis años, Xbox se situó entre el 10% y el 20%, mientras que en el primer trimestre de 2025, PlayStation logró un margen de beneficio del 16%.

Frente a este panorama, algunos estudios están replanteando sus estrategias. Se dieron cuenta de la necesidad de desarrollos más largos, lanzamientos más espaciados y más énfasis en la sostenibilidad de los equipos aun cuando la estructura económica del gaming contemporáneo está pensada para grandes éxitos globales.

Aunque Nintendo no es ajena al aumento en los costos de desarrollo, es una de las grandes firmas que ha sabido responder al reto. En una sesión de preguntas con inversores, el CEO de la compañía, Shuntaro Furukawa, admitió que “los tiempos de desarrollo se han hecho más largos” y que esto supone un riesgo mayor, pues representa el potencial de que el costo también aumente.

Sin embargo, al tener claro ese punto, la compañía japonesa apuesta por la diversificación de los desarrollos para mitigar los costos. Según las declaraciones de Furukawa, la compañía alterna superproducciones con juegos de menor escala, cuyos ciclos de creación son más cortos.

La idea es que esos juegos más pequeños, que requieren menos tiempo y recursos, “ofrezcan novedades a los usuarios” de forma más regular, mientras los grandes proyectos siguen su creación paralela. Esto permite, detalla el ejecutivo, distribuir la carga de inversión a lo largo del tiempo, no depender únicamente de lanzamientos gigantes para generar ingresos y mantener un flujo constante de contenido y mantener a la base de usuarios comprometida.

“Un juego de Nintendo se lanza cuando está listo”, menciona Pilar Pueblita, PR Manager de la firma para Latinoamérica. Y si bien la frase podría parecer soberbia, la realidad es que su ritmo de lanzamientos demuestra que la empresa confía en su estrategia.

Metroid Prime 4. Beyond, se anunció por primera vez en 2017 y saldrá a la venta el próximo 4 de diciembre. No obstante, la diversificación de títulos fue clave para tener un nuevo título en el mercado al mes durante ocho años tanto en Nintendo Switch, como en Switch 2.

“Evidentemente tenemos que atender algunos elementos de estrategia de ventas y posicionamiento, pero la intención es tener una librería más completa para que la gente pueda tener acceso a las diferentes funcionalidades con la que se introdujo la consola nueva”, puntualiza.

Dentro del catálogo de la empresa nipona, juegos como Welcome Tour o Drag & Drive requieren de menos recursos para desarrollarse que un título AAA, como Mario Kart World, y le permiten “respirar” al negocio sin arriesgar decenas (o cientos) de millones de dólares en cada título.

“La industria AAA opera bajo un modelo muy polarizado en el que unos pocos títulos son éxitos absolutos y generan ganancias gigantescas, mientras que la mayoría apenas recuperan la inversión o incluso fracasan”, concluye Alonso. “La rentabilidad, lejos de estar garantizada por el prestigio o el presupuesto, depende de un delicado equilibrio entre calidad, timing, optimización tecnológica, estrategia comercial y recepción del público”.

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