“Los desarrolladores necesitan una visión más amplia del mundo. Ser solo un desarrollador muy único no te ayudará en el futuro, necesitarás saber a profundidad más lenguajes, pero tener un carácter curioso, casi renacentista”, apuntó Vogels.
El nuevo valor ya no está en escribir código, sino en entender qué problema resolver, cómo supervisar a la IA y cómo integrar soluciones en sistemas complejos. La definición que hace Vogels como desarrollador renacentista es un profesional que combina profundidad técnica con una amplitud de habilidades humanas, estratégicas y de negocio.
Además, Vogels enfatiza que aunque la IA puede generar código más rápido que cualquier humano, la responsabilidad no desaparece. Si un sistema falla, sobre todo en sectores como salud, finanzas o retail, el regulador no demandará al modelo, buscará al ingeniero.
Esa responsabilidad obliga a los desarrolladores a ejercer juicio crítico, validar resultados y comprender el impacto operativo. Por eso, Vogels explica que la próxima generación de talento tendrá que ser “T-shaped”: especialistas profundos con capacidad de dialogar sobre datos, arquitectura, seguridad, UX y objetivos del negocio.
“La barra horizontal del desarrollador T son tus habilidades amplias; la vertical es donde eres un experto profundo”, enfatizó el director de tecnología en AWS.
El informe de McKinsey How an AI‑enabled software product development life cycle will fuel innovation afirma explícitamente que la IA puede transformar el ciclo de desarrollo de software y este cambio implica que el valor ya no reside únicamente en “teclear código”, sino en diseñar producto, coordinar equipos, supervisar calidad, integrar contexto técnico y tener contexto de negocio.
Este cambio también coincide con una preocupación global por parte de este tipo de roles, pues muchos desarrolladores han sido despedidos en varias empresas de tecnología. Un informe de SHRM , una consultora enfocada en capital humano, indica que aproximadamente 39.7% del empleo en la ocupación “software developers” está “altamente expuesto” a automatización, es decir, tareas donde al menos la mitad podría automatizarse.
Esta conversación es particularmente relevante para México, donde el 75% de las empresas ya mide la experiencia del cliente, pero solo la mitad logra convertir la IA en impacto tangible.
En este contexto, el desarrollador renacentista no solo es clave para construir software; también es fundamental para habilitar experiencias de cliente consistentes, seguras y diferenciadoras. Su rol se extiende desde la arquitectura técnica hasta la calidad de la experiencia del usuario.