Ambas cifras, sin embargo, se quedaron cortas frente a las expectativas de los analistas. Para una compañía que logró reposicionarse en el feroz mercado de la nube, cualquier desliz en el ritmo de crecimiento se magnifica.
Pero el contraste más evidente estuvo en la velocidad del gasto, pues la inyección en esta apuesta alcanzó los 12,000 millones de dólares, muy por encima de los 8,500 millones del trimestre anterior y lejos de los 8,250 millones que esperaba Wall Street.
Oracle preyectó un gasto anual de capital de 35,000 millones, una cifra que la coloca entre los jugadores más agresivos en la carrera por construir infraestructura para IA.
La empresa asegura que ese gasto acelerado es estratégico. Clay Magouyrk, uno de los dos nuevos directores ejecutivos, tras la salida de Safra Catz, defendió la apuesta.
“La empresa es muy buena construyendo y gestionando centros de datos en la nube de alto rendimiento y rentables”, señaló en la llamada con inversionistas.
Sin embargo, los inversionistas no recibieron bien la apuesta y aumenta la presión porque Oracle ha contraído deuda considerable y se ha comprometido con múltiples arrendamientos para nuevos centros de datos, una carga que pesa más en un entorno financiero aún restrictivo.
La acción, que cerró en 223.27 dólares antes del reporte, perdió cerca de un tercio de su valor desde el 10 de septiembre, cuando el optimismo por la nube de Oracle llevó a la empresa a máximos históricos.
La compañía insiste en que la estrategia está en marcha y que la construcción de infraestructura es solo el prólogo del crecimiento que vendrá. Pero en Wall Street la paciencia tiene límites.