El alcohol como remedio a enfermedades cardiacas, una cuestión de clase social
Existe un mayor riesgo de morir de enfermedades cardíacas si bebes con frecuencia, especialmente si te encuentras en la clase socioeconómica más baja, según un estudio publicado a principios de enero en la revista PLOS Medicine.
"Aunque varios estudios previos han encontrado un 'efecto protector' del consumo moderado de alcohol, según los resultados de nuestro estudio, este parece ser cierto solamente entre las personas con una posición socioeconómica más favorecida", dijo el Dr. Øyvind Næss, autor principal del estudio y científico del Instituto Noruego de Salud Pública. "Este ‘efecto protector’ está casi ausente entre los desfavorecidos".
La paradoja francesa
La relación entre el consumo moderado de alcohol y la enfermedad cardíaca fue advertida hace décadas como parte de "la paradoja francesa".
Según explica el Dr. Michael Goyfman, director de cardiología clínica del hospital Longwell Jewish Forest Hills-Northwell Health en Nueva York, la paradoja es esta: los franceses suelen comer los tipos de alimentos grasos que conducen a problemas cardíacos, sin embargo, las enfermedades cardiovasculares son menos comunes de lo esperado en Francia.
Los científicos plantearon la hipótesis de que esto se debe a que los franceses también suelen beber vino tinto con sus comidas, dijo Goyfman.
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"A lo largo de los años han realizado numerosos estudios en los que finalmente demostraron que el consumo de vino tinto y otros tipos de alcohol parecían disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares", agregó.
La "parte novedosa" del nuevo estudio, señaló Goyfman, es que Næss y sus coinvestigadores no solo observaron los efectos del alcohol en la salud, sino que estratificaron los efectos según el nivel socioeconómico.
No es lo que bebes, sino lo que acompaña a la bebida
Recopilando datos socioeconómicos y de salud del Instituto Noruego de Salud Pública en Oslo, un equipo de investigadores internacionales analizó información de 207,394 adultos que respondieron el cuestionario del censo entre los años 1960 y 1990. La posición socioeconómica de cada persona se clasificó como alta, media o baja en función de 20 indicadores, incluidos los ingresos y la educación.
Durante el período de estudio, hubo un total de 8,435 muertes causadas por enfermedad cardiovascular.
Los investigadores encontraron que el consumo esporádico de alcohol estaba asociado con un menor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares.
Los investigadores definieron el consumo esporádico entre una vez al mes y una vez a la semana. El consumo moderadamente frecuente se definió como dos o tres veces por semana, mientras que el consumo muy frecuente fue de cuatro a siete veces por semana.
El consumo muy frecuente se asoció con un mayor riesgo de muerte cardiovascular, pero solo entre aquellos con una posición socioeconómica baja, descubrieron los investigadores. Como grupo, los participantes de bajo nivel socioeconómico que bebían con frecuencia experimentaron alrededor de 42% más muertes debido a enfermedades cardiovasculares que los bebedores esporádicos, estimaron los autores del estudio.
Los investigadores también descubrieron que los bebedores moderadamente frecuentes tenían un riesgo menor de morir de enfermedades cardiovasculares que los bebedores esporádicos: en general, los bebedores moderadamente frecuentes reportaron alrededor de 22% menos muertes debido a enfermedades cardíacas, de acuerdo con las estimaciones del estudio.
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Esta relación beneficiosa era ligeramente más marcada entre los bebedores moderadamente frecuentes de alta posición socioeconómica, señalaron los investigadores. Los bebedores moderadamente frecuentes de clase alta experimentaron aproximadamente 33% menos muertes que los bebedores esporádicos, según las estimaciones del equipo.
Este hallazgo "sugiere que el beneficio de beber una copa de vino por día podría ser más bien el estilo de vida que acompaña a esa copa, y no el contenido de la copa misma", advirtió Eirik Degerud, coautor del estudio y becario postdoctoral en el Instituto Noruego de Salud Pública.
Cinco o más copas en la misma ocasión constituyen una borrachera o ingesta excesiva. (En Estados Unidos, cinco o más tragos se consideran una borrachera para los hombres. Para las mujeres, el estándar es de cuatro o más tragos). En la pregunta relativa a la frecuencia con la que se emborrachaban, las respuestas de los participantes incluyeron "ninguna el año pasado", "algunas veces (en un año), "una a tres veces al mes" y "una vez a la semana".
Los investigadores estimaron que los bebedores con consumos excesivos o borracheras semanales experimentaron aproximadamente un 58% más muertes debido a enfermedades cardíacas que los que no bebían a ese nivel.
El consumo excesivo de alcohol fue igualmente frecuente entre las personas de todas las clases socioeconómicas, señaló Degerud. "El hallazgo más importante fue que el consumo excesivo de alcohol aumentó el riesgo de mortalidad cardiovascular en los participantes tanto con una posición socioeconómica alta como baja", dijo.
En opinión de Goyfman, los resultados del nuevo estudio son "importantes".
Efectos basados en el "entorno social"
"Una cosa a tener en cuenta es que este estudio solo se basa en un análisis de datos de un cuestionario", dijo Goyfman. El estudio no puede probar la causalidad; no se puede decir que "solo estar en la categoría de bajo nivel socioeconómico en sí mismo es lo que causa este efecto menos beneficioso".
Tal vez las personas en un nivel socioeconómico más alto tengan más tiempo para hacer ejercicio, o tal vez compren alimentos de mayor calidad y más saludables. Aún así, el estudio se puede utilizar como un primer paso para "profundizar más en este tema", dijo Goyfman.
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Christina Mair, profesora asistente de ciencias de la salud comunitaria y del comportamiento en la Universidad de Pittsburgh, también espera que el estudio genere más investigación.
Mair, que no participó en el estudio, cree que tiene una "fortaleza clave" en su "gran base de datos poblacional".
El mayor impacto del consumo de alcohol en las personas con un nivel socioeconómico más bajo es "una importante disparidad de salud para medir, comprender y tratar de reducir", dijo Mair. Pero debido a las diferencias en el estatus socioeconómico entre Noruega y Estados Unidos, señaló, "los resultados pueden no ser aplicables en el caso de Estados Unidos".
"Gran parte de mi trabajo se centra en los determinantes sociales ambientales de estas disparidades", explicó Mair. Por ejemplo, ella ha estudiado las formas en que los barrios de bajos ingresos están más desorganizados socialmente y tienen menos acceso a recursos que protegen la salud, incluidos los alimentos saludables, y tienen en cambio un mayor número de licorerías, que están relacionadas con la violencia.
"Sin abordar las condiciones ambientales dispares y el acceso a los recursos, no podremos eliminar estas disparidades evitables", dijo.
Según los autores del estudio, las diferencias en el riesgo a la salud entre las clases socioeconómicas podrían haber sido influenciadas por factores desconocidos, como por ejemplo si el consumo de alcohol se acompaña de un conjunto diferente de conductas en cada clase. Por ejemplo, aquellos de estatus socioeconómico más alto pueden tener una mayor probabilidad de comer una comida saludable mientras beben.
Aún así, estudios anteriores han demostrado que las personas de bajo nivel socioeconómico tienen un mayor riesgo de padecer efectos desfavorables para la salud al beber, indicó Degerud. "El riesgo de hospitalización por eventos relacionados con el alcohol, como violencia o accidentes, parece ser mayor entre aquellos con posición socioeconómica más baja", detalló.