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La dieta mediterránea es benéfica… según la calidad de los productos que compres

La calidad, la frescura, la variedad y la pureza de la producción pueden diferenciar verdaderamente las dietas incluso cuando parezcan ser las mismas.
sáb 19 agosto 2017 07:15 AM
Dietas
Dietas Generalmente, las dietas "se centran en la cantidad, en lugar de en la calidad" de los alimentos. (Foto: vm/Getty Images)

La dieta mediterránea puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, sin embargo, solo las personas con mayores ingresos o más nivel educativo, o una combinación de ambos, experimentan este beneficio, concluyó un estudio publicado el lunes en la revista International Journal of Epidemiology.

La dieta mediterránea acentúa el consumo de alimentos vegetales, incluyendo verduras, frutos secos, frutas y granos enteros, además de pescado y aves de corral. La dieta también recomienda limitar la carne roja, reemplazar la mantequilla con aceite de oliva y hacer ejercicio. El vino tinto con moderación es opcional, que de acuerdo con la investigación científica puede ser saludable para el corazón.

Marialaura Bonaccio, autora principal del nuevo estudio e investigadora del IRCCS Istituto Neurologico Mediterráneo Neuromed, un centro italiano de investigación clínica, dijo en un correo electrónico que este mismo problema, a saber, que las personas de diferentes niveles de ingresos obtienen resultados diferentes de la misma dieta -también puede ser cierto para otras dietas.

¿La razón? Las dietas "se centran en la cantidad, en lugar de en la calidad" de los alimentos, explicó.

Datos de la dieta

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Bonaccio y sus coautores reclutaron aleatoriamente a más de 18,000 personas que vivían en la región de Molise, al sur de Italia, entre marzo de 2005 y abril de 2010. La Fundación Pfizer, que ayudó a financiar los costos de registro, no influyó en el análisis o la interpretación de los resultados, advirtió Bonaccio.

Ella y su equipo calcularon la actividad física total, el índice de masa corporal (IMC), el tabaquismo y el historial de salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. Los datos disponibles para cada participante también incluían nivel educativo, ingreso familiar y estado civil.

Utilizando la puntuación de la dieta mediterránea, Bonaccio y sus colegas evaluaron la ingesta de alimentos de los participantes, examinando la variedad de frutas y verduras, carne y pescado consumidos. Puntuaron los métodos de cocción de los participantes, detallando si están usando métodos saludables tales como hervir y cocer o métodos menos saludables como freír y asar. Las verduras se clasificaron como orgánicas o no, y el pan como integral o no.

Durante un período de seguimiento de aproximadamente cuatro años, los participantes experimentaron un total de 5,256 eventos de enfermedad cardiovascular, incluyendo incidentes de insuficiencia cardíaca, diagnósticos de enfermedad coronaria (acumulación de placa en las arterias) y accidentes cerebrovasculares.

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Al analizar los datos, los investigadores descubrieron que la dieta mediterránea redujo efectivamente el riesgo de enfermedad cardiovascular, pero solamente entre un selecto grupo de participantes: aquellos con mayores ingresos o más educación.

"Encontramos que los beneficios cardiacos se limitaban a los grupos de alto nivel socioeconómico, incluso si los grupos mostraban la misma adherencia a la dieta mediterránea", escribió Bonaccio. Esto es, no hubo beneficios para los participantes en el grupo de bajos ingresos y bajo nivel educativo.

Diferencias en la calidad de los alimentos

Sorprendidos por este resultado, los investigadores profundizaron más en los datos y hallaron una posible razón para la diferencia: la misma puntuación de adherencia a la dieta mediterránea incluía ligeras diferencias en el consumo de alimentos.

"Por ejemplo, en comparación con los participantes de menores ingresos, las personas con alto nivel socioeconómico tendían a consumir pescado con más frecuencia ", advirtió Bonaccio. Añadió que, más allá de la adherencia a la dieta, los participantes en la categoría más favorecida económica y educativamente reportaron una dieta de mayor calidad, que incluyó un mayor consumo de productos orgánicos y alimentos de grano entero.

"Digamos que dos personas siguen la misma dieta, es decir, cantidades iguales diarias de verduras, frutas, pescado, aceite de oliva, etc. de modo que reportan la misma puntuación de adherencia a la dieta mediterránea", explicó. "Por tanto, puede ser que, más allá de la cantidad, existan diferencias en la calidad, por ejemplo, en el aceite de oliva".

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Señaló que es poco probable que una botella de aceite de oliva virgen extra con un precio de 2 a 3 euros (de 40 a 60 pesos) tenga las mismas propiedades nutricionales que uno que cuesta 10 euros (208 pesos). Dado que es razonable suponer que los participantes de mayores ingresos son más proclives a comprar la botella de 10 euros en comparación con los participantes de menores ingresos, "nuestra hipótesis es que las diferencias en el precio pueden producir diferencias en los componentes saludables y futuros efectos para la salud", dijo.

Según Bonaccio, la forma en que los alimentos se cocinan o preparan también podría contribuir a las diferencias en los resultados, aunque admitió que las diferencias en los procedimientos de cocción (“una especie de indicador de las numerosas diferencias que persisten entre los grupos socioeconómicos”) probablemente no justifica "sustancialmente" las disparidades en el riesgo cardiovascular.

¿Y los resultados en Estados Unidos?

Mercedes Sotos-Prieto, profesora asistente y científica visitante de la Harvard Chan School of Public Health, dijo que la evidencia, incluida la de su propia investigación, demuestra que una dieta mediterránea es "una de las mejores opciones para mejorar la salud".

Sotos-Prieto, que no participó en el nuevo estudio, señaló que esta nueva investigación, que se basó en datos reportados por los propios participantes, no demuestra que el estatus socioeconómico causó los beneficios vistos para la salud; únicamente muestra una relación entre los ingresos y/o la educación y los resultados en la salud.

"Estudios previos ya han mostrado un gradiente socioeconómico con respecto a la adherencia a la calidad de la dieta", escribió Sotos-Prieto. Debido a esto, una diferencia similar en los resultados de la salud en función del estatus socioeconómico también puede estar ocurriendo en Estados Unidos entre los que siguen una dieta mediterránea, dijo.

La Dra. Barbara Berkeley, especialista en el manejo del peso y médico en Beachwood, Ohio, dijo que "una advertencia en la interpretación de estudios como éste es que se basan en lo que el participante recuerda que comió. Es generalmente muy difícil para las personas mantener registros exactos de los alimentos y existe una tendencia entre los participantes de registrar sus dietas de la manera más positiva posible".

Aunque Berkeley no participó en esta investigación, estuvo de acuerdo con la hipótesis de los autores. "Una buena dieta es, sin duda, algo más que una lista de compras", dijo. "La calidad, la frescura, la variedad y la pureza de la producción pueden diferenciar verdaderamente las dietas incluso cuando parezcan ser las mismas".

Berkeley señaló que los llamados "desiertos alimentarios" en las zonas de menores ingresos significan que tanto la calidad como la variedad de los alimentos frescos pueden ser limitadas, mientras que los productos orgánicos pueden ser demasiado caros o ni siquiera estar disponibles.

"Una dieta saludable no es la suma de sus partes sino la calidad de sus elementos", resumió Berkeley.

Maria Korre, investigadora de la Harvard Chan School of Public Health, señaló que "entre las barreras percibidas más importantes para una alimentación saludable están el tiempo y el costo de las compras". Korre, que no contribuyó al nuevo estudio, agregó que "debemos trabajar para identificar formas de superar estas barreras".

"Como resultado de las epidemias mundiales de obesidad y diabetes, somos testigos de un interés fuerte y renovado en la dieta mediterránea tradicional", apuntó Korre. Sin embargo, el atractivo de esta dieta se extiende mucho más allá de los beneficios probados para la salud.

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Con su amplia gama de alimentos coloridos, la dieta ofrece "deliciosas comidas" y "debido a su énfasis en el consumo limitado en vez de la renuncia a las carnes rojas y los postres", además de su inclusión de la ingesta moderada de bebidas alcohólicas, "la dieta mediterránea representa un saludable estilo de vida, si bien complaciente y atractivo, que se puede mantener durante largos períodos de tiempo", dijo Korre.

Según los autores del estudio, las personas de alto nivel socioeconómico acaso estén seleccionando alimentos que son más ricos en polifenoles (micronutrientes que se encuentran en las plantas) y antioxidantes (un nutriente que se encuentra en las frutas y verduras que ayuda a reparar daños en nuestro cuerpo). Tales opciones diarias podrían resultar en ventajas para la salud que no reportan aquellos que, por su nivel de ingresos, hacen diferentes selecciones.

"Esta hipótesis solo podría ser probada por una medición directa de tales compuestos naturales en muestras biológicas, por ejemplo, los niveles sanguíneos o la excreción urinaria de polifenoles", dijo Bonaccio. Adelantó que pondrá a prueba esta teoría.

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