Katara: el corazón de la escena artística de Catar
Lo que primero que llama la atención de la Villa Cultural Katara es el inmaculado césped que rodea las dunas artificiales. Una vez dentro del laberinto de pasadizos estrechos y empedrados, una sensación de grandeza nos inunda.
Construido en terrenos recuperados en la franja costera de Doha, el complejo se ha convertido en el corazón de la escena creativa de Catar desde su apertura en 2010.
Diseñado para ayudar a posicionar a Doha como un destino mundial de arte, aloja una variedad de galerías, teatros y salas de conciertos, que ofrecen un programa de exhibiciones, espectáculos y festivales durante todo el año.
Katara es popular entre locales y extranjeros por igual y, según dice la jefa de relaciones públicas del complejo, Malika Mohammad Al Shraim, encarna un "punto de inflexión" en los esfuerzos del país para aumentar la conciencia cultural y promover todas las formas de intercambio artístico.
Katara está situada entre los relucientes rascacielos de la zona central de West Bay y Pearl, una elegante isla artificial con torres residenciales, restaurantes de primera clase y puertos deportivos poblados de yates.
Para llegar allí tienes que abrirte paso entre las obras que se llevan a cabo en las calles de Doha, una misión algo complicada toda vez que la capital de Catar se prepara para organizar el Mundial de la FIFA 2022.
Pero al llegar sientes que te sumerges en una época pasada.
Dondequiera que mires, un tono amarillo pálido le otorga a los edificios un aire de arena.
Estas estructuras están modeladas según la arquitectura local tradicional, al igual que sus intrincadas puertas, marcos de ventanas y postigos.
Durante el día, los toldos dan sombra a las veredas entre los edificios, ofreciendo un necesario alivio al feroz sol del Golfo.
Por la noche, una luz cálida se escurre por las paredes de color ámbar, añadiendo un toque de misterio al entorno.
"Es como si entraras a otro lugar. Es muy diferente a todo lo demás aquí", dice Georgian Sgura, un estudiante rumano de 21 años residente en Doha que trabaja en su computadora portátil dentro del Katara Art Center.
La entrada a Katara es gratuita, y el complejo se siente como un laberinto de callejones serpenteantes y recuerda a un antiguo zoco.
En una dirección, las estrechas callejuelas se abren a amplios patios de granito flanqueados por coloridas fuentes de agua. En la otra, emerge una espectacular rambla frente a la playa.
Puedes entrar y salir de docenas de galerías y lugares que exhiben las creaciones de pintores, escultores, fotógrafos y otros artistas locales e internacionales. Entre las más recientes exposiciones está Skate Girls of Kabul, una serie de imágenes de la fotógrafa Jessica Fulford-Dobson en la QM Gallery y una retrospectiva del célebre artista callejero francés JR.
En el exterior, la playa de arena de 1.5 kilómetros de Katara ofrece actividades para la familia, desde natación y bote a pedales hasta paseos en canoa y kayak.
Pero Katara realmente cobra vida cuando celebra sus eventos emblemáticos, y el festival anual de Jazz Europeo, los espectáculos folclóricos y las proyecciones de películas son los favoritos del público.
Otro punto a destacar es el Traditional Dhow Festival, que se celebra cada noviembre y rinde homenaje al rico patrimonio marítimo de Catar.
Una exposición internacional dedicada a la cetrería, el deporte nacional y parte de la identidad cultural del país, también tuvo su primera edición en 2017.
"Hay tantas cosas sucediendo en Katara, muchos festivales y exhibiciones de arte", dice Louisa Agnelika, una indonesia de 22 años que ha vivido aquí casi toda su vida.
"Especialmente en esta época del año, cuando no hace tanto calor y el clima es más agradable en comparación con el verano".
Estructuras impresionantes
Aunque hay autobuses turísticos, la mayoría de los visitantes de Katara llegan en sus propios automóviles o taxis.
Dentro de los terrenos del complejo, una flota de carritos de golf eléctricos están listos para transportarte sin costo, algo que es muy útil si tiene dificultades para atravesar las pasarelas de piedra.
Si bien es un lugar popular para muchas de las atracciones culturales de Catar, el punto focal de Katara es un imponente anfiteatro con vistas a las tranquilas aguas del Golfo Pérsico.
Aunque raramente se llena, la estructura de mármol de 3,275 metros cuadrados tiene capacidad para 5,000 personas. Su diseño está inspirado en la antigua Grecia, pero los rasgos tradicionales árabes, como las vigas de madera expuestas y los techos, añaden un toque local en reconocimiento del pasado arquitectónico de la región.
El lugar fue inaugurado oficialmente en 2011 con un concierto del compositor griego Vangelis y desde entonces ha presentado una variedad de actuaciones musicales, espectáculos de danza tradicional y proyecciones al aire libre.
A pocos pasos, a la sombra de las gradas del anfiteatro, se encuentra la Golden Masjid. Cubierta con pequeñas laminillas de oro, esta pequeña mezquita de estilo otomano y su minarete nunca dejan impasibles a los visitantes.
En el otro extremo del complejo se encuentra la impresionante Katara Masjid, diseñada por el renombrado arquitecto turco Zainab Fadil Oglu. La mezquita se inspira en similares lugares de adoración que se hallan en otras partes del mundo musulmán.
Una auténtica obra maestra, con un mosaico de azulejos predominantemente turquesa y púrpura, adornos intrincados y bellas celosías de madera.
Junto a ella se halla otro sello distintivo de Katara que es una delicia para los fotógrafos: las torres de palomas.
Estas estructuras tradicionales se elevan hasta 15 metros en el cielo de Doha y miden unos 4.25 metros de ancho. Hechas de ladrillos y arcilla, las torres están salpicadas de agujeros y perchas de madera en patrones simétricos.
Katara aloja también una Casa de la Ópera, la única obra de este tipo en Catar.
Fusionando elementos arquitectónicos modernos con un diseño islámico tradicional, el suntuoso local tiene aforo para 550 invitados.
También hay bibliotecas, salas de conferencias y una serie de espacios donde aquellos con inquietudes artísticas pueden asistir a talleres para perfeccionar sus habilidades en todo, desde el retrato y la pintura al óleo hasta la caligrafía y la cerámica árabes.
Mezze y karak
Katara tiene mucho que ofrecer a los amantes de la buena comida. De hecho, algunos de los mejores restaurantes de Doha se pueden encontrar aquí, principalmente a lo largo de su amplia explanada junto al mar.
Uno de ellos es Mamig, un restaurante de dos pisos en el paseo marítimo que sirve tentadores platos armeniolibaneses: el kebab de cereza y la muhammara son los favoritos.
El lujoso Sukar Pasha está a solo unos metros de distancia. Aquí degustarás platos tradicionales otomanos mientras descansas en cómodos sillones debajo de un techo pintado a mano. Los platos mezze valen la pena. Puedes ordenar a través de una tablet.
Luego están los cafés y lounges. Los fanáticos del dulce deben visitar Chac'Late por su amplia selección de deliciosos pasteles y fuentes de chocolate.
Shisha también es popular en Katara, pero una visita al lugar no estaría completa sin una taza de karak, una bebida clásica de Catar por décadas.
El karak, una versión ligeramente más cremosa del masala chai de la India, es una bebida caliente generalmente hecha con té negro fuerte, leche condensada, cardamomo y azúcar.
Se puede disfrutar en el patio de la cafetería Chapati & Karak, o puedes hacer fila en la ventanilla del sitio y pedirlo para llevar.