“Día cero” en casa: Cómo viví 24 horas con el agua racionada
Es una sensación frustrante despertarse y darse cuenta de que no tienes agua corriente.
Como todas las mañana, hoy abrí el grifo del lavabo esperando que el agua saliera a borbotones. Pero no salió nada, estaba seco. No fue un incidente, sino una decisión, mi familia y yo elegimos cerrar el suministro de agua por 24 horas. Nos limitaríamos a 25 litros por persona en solidaridad con los habitantes de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, que enfrentan restricciones de agua sin precedentes debido a la sequía.
La situación de Ciudad del Cabo nos toca de cerca. Mi esposa y yo nos conocimos allí. Ella nació y se crió allí. Y yo viví allí durante casi una década, trabajando como meteorólogo de televisión, antes de mudarme a Atlanta para trabajar para CNN.
Fijamos 24 horas con agua racionada para representar el "Día Cero", el día en que se espera que los grifos de Ciudad del Cabo se sequen, no porque lo hayan elegido, como nosotros, sino porque ya no habrá más agua en los embalses. Los 4 millones de residentes de Ciudad del Cabo se verán obligados a esperar en fila en los puntos de emergencia distribuidos en toda la ciudad. A cada persona se le asignarán 25 litros por día.
Lee: Ciudad del Cabo retrasa el día que se quedará sin agua
Puedo afirmarlo, veinticinco litros no es mucho. En comparación, el estadounidense promedio usa entre 300 y 375 litros por día según el Servicio de Prospección Geológica de Estados Unidos.
Esta podría ser la primera vez en la historia moderna que una importante urbe se ve obligada a cerrar el suministro de agua para conservar las últimas gotas y evitar un desastre. Gracias a las personas que ahora están cuidando el agua, el día cero se ha postergado un poco.
En nuestra experiencia, parece que no hay forma de que una ciudad pueda continuar con solo 25 litros diarios por persona. Para nuestra familia de tres (tenemos una hija de 11 meses y otro bebé en camino), racionar el agua puso a prueba nuestra paciencia. La mía especialmente, ya que mi esposa, Tara, me negó agua extra para mi usual segunda, tercera y cuarta taza de café.
"Tendré que restarla a tu ración de agua para beber si lo deseas", dijo.
Negarme una taza adicional de café a primera hora de la mañana es como quitarle a un niño sus juguetes. Uso el café como un ejemplo frívolo, pero, por supuesto, tuvimos que tomar medidas más extremas para cumplir con las estrictas restricciones de agua que enfrenta Ciudad del Cabo.
Este recurso que habíamos dado por sentado ya no estaba disponible libremente, y debimos adaptarnos.
Esta experiencia realmente nos golpeó cuando nos quedamos mirando los 20 bidones de un galón (aproximadamente 75 litros para una familia de tres) sobre la mesa del comedor. Necesitábamos bañarnos, usar el baño, lavarnos los dientes, lavar la ropa, cocinar, mantenernos hidratados y alimentar a nuestra mascota con menos de una décima parte de lo que usa diariamente el estadounidense normal.
OPINIÓN: Cambio climático, ¿un vaso medio lleno o medio vacío?
Para hacer rendir al máximo este recurso finito, tuvimos que hacer cambios radicales.
Tomar una ducha fue algo interesante… y frío. Claro, no habíamos pensado en no tener el lujo de que el agua caliente saliera de los grifos. Así que calentamos unos cuantos galones en la olla más grande que pudimos encontrar.
Maya, mi hija, fue la primera. La bañamos en la tina. El agua sucia que quedó en la tina la usamos luego para Tara. Le añadimos un poco más de agua limpia y caliente para que ella pudiera bañarse.
No fue una experiencia relajante y olvídate de intentar lavarte el pelo. Tara dice que el champú seco es la mejor opción, pero su madre, que vive la sequía en Ciudad del Cabo, dice que es imposible encontrarlo en Sudáfrica porque a todos se les ocurrió esta idea. Algunos incluso están recurriendo a rastas para el futuro cercano.
nullTomar un baño se había convertido en un deporte de equipo. Como el agua de la tina se enfrió rápidamente, mi esposa me trajo el resto del agua de la estufa. Me lavé lo más rápido que pude con pequeñas cantidades de jabón y lo di por bueno. Este baño de esponja no era, ni de lejos, mi estándar para estar listo para salir en tele.
Hay tantas cosas que habíamos dado por sentado, como la disponibilidad constante de agua caliente. Eso y tirar del inodoro.
Después de ver a los capenses en las redes sociales, aprendimos que el agua limpia no es necesaria para descargar un inodoro. Siguiendo su ejemplo, agarramos un balde, lo sumergimos en el agua sobrante de la tina y lo depositamos en la cisterna vacía de nuestro inodoro.
Uno de los usos más abundantes del agua en el hogar es el inodoro. Elegimos dividir nuestros baños para dos funciones corporales muy diferentes. Nos empeñamos en cumplir con el método "si es amarillo, no jales, si es marrón, jala". Te sorprendería la cantidad de agua que puedes ahorrar.
Cepillarnos los dientes fue parecido a cuando íbamos a acampar: una taza de agua, mojas el cepillo y te enjuagas la boca, listo. Afeitarme requería tapar el lavabo y enjuagar mi navaja de afeitar en el agua asignada, no fue un gran sacrificio, pero sí un cambio a lo que estoy acostumbrado.
Lavar mi ropa me obligó a modificar mis hábitos. Normalmente, guardaría la ropa sucia de una semana y simplemente la arrojaría en la lavadora. ¡Hoy no!
Nunca antes había lavado a mano, pero ¿qué otra opción teníamos? Tomamos dos cubetas: una para agua con detergente y otra para enjuagar.
Lavar nuestra ropa fue de lejos el consumo más grande de nuestra agua asignada. Gastamos 22 litros solo en eso. Y solo lavamos nuestra ropa de uso diario. Ni siquiera lavamos las otras cosas que normalmente lavaríamos, como la ropa de cama y las toallas.
Descubrimos que era más fácil cocinar con nuestra ración de agua de lo que habíamos previsto. Como planeamos nuestro menú, pudimos hacer comidas que requerían poca agua.
Pero fregar los platos fue un desafío. Cada lado de nuestro fregadero tenía un tapón. Un lado lo usamos para agua jabonosa; el otro para enjuagar. A medida que avanzó el día y comíamos notamos que el agua para enjuagar se volvía inservible, por lo que la reemplazamos varias veces.
Otro truco que aprendimos de nuestros amigos y familiares en Ciudad del Cabo es utilizar platos desechables cuando sea posible, y si necesitas fregar los platos, limpia cualquier resto de comida antes de lavarlos.
Al final de un día agotador, mi familia de tres (más nuestro gato) había logrado utilizar menos de los 75 litros asignados, dejando aproximadamente 3 litros de agua de sobra.
Todo esto se debe a la diligencia de Tara, que hizo una hoja de cálculo con la cantidad de agua que podíamos usar para nuestras rutinas diarias. Eran alrededor de las 4 p.m. cuando se dio cuenta de que sin la asignación de Maya, ya hubiéramos agotado nuestras raciones individuales de agua. Sucede que un niño de un año tiene una huella hídrica más pequeña que los 25 litros asignados.
Lee: Estos son los síntomas más alarmantes del cambio climático
Fue un ejercicio desafiante, y no se lo deseo a ninguno de mis amigos y familiares en Ciudad del Cabo. Pero cuando te ves obligado a cerrar el grifo, creemos que 25 litros por día es viable y podríamos ajustarnos para adaptar el racionamiento a nuestro estilo de vida.
Pero uno se da cuenta de que vivir con restricciones de agua durante 24 horas no se acerca a la realidad de hacerlo durante semanas o meses. Y hacerlo podría tener un efecto en nuestros niveles de estrés. Para comprender realmente los efectos de estas restricciones en nuestra familia, deberíamos aplicar el racionamiento por un período más largo.
Veinticinco litros por día es posible pero no ideal. La esperanza es que el “día cero” siga siendo postergado y que la temporada de lluvias llegue pronto.
Pero la verdad es que incluso si no ocurre este año, los climatólogos dicen que sucederá. Tal vez no en Ciudad del Cabo, pero es probable que, en vida, lleguemos a ver ese día en una ciudad importante.