La improvisación en el jazz, ¿clave de la creatividad?
Los dedos se deslizan sobre el teclado, listos para tocar. La trompeta sube hacia los labios. Las baquetas se elevan en el aire, listas para caer. Empieza la improvisación y este grupo de jazzistas crea al instante una melodía que nunca antes se había escuchado.
Conforme los instrumentos secuestran la melodía, la tonada se reinventa en formas que ni el músico entiende. Miles Davis, el venerado trompetista, lo explicó así: "Primero tocaré y luego te diré que es".
Para el neurocientífico Charles Limb, el jazz es creatividad pura en acción.
"Cuando escuchas buen jazz, como a John Coltrane o a Miles Davis, tiene cierta cualidad asombrosa y es cuando ocurre lo que se ha llamado el 'sonido de la sorpresa'", explicó Limb. "Piensas: 'Vaya, esa no es únicamente una música fenomenal, es neurobiología fenomenal".
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¿La improvisación en el jazz podría ser la clave para entender cómo inventa el cerebro? ¿Podría estudiarse esta creatividad? Limb, jazzista consumado, fue el científico perfecto para encargarse del proyecto.
"Siempre he entendido intuitivamente que el proceso creativo de la improvisación en el jazz es muy diferente al proceso de memorización", explicó. "Esto se nota inmediatamente cuando tocas".
Decidió pedirle a unos jazzistas que tocaran una canción que hubieran memorizado mientras analizaba sus cerebros en una imagen por resonancia magnética funcional (IRM) y luego que improvisaran un poco para encontrar las diferencias.
"Los jazzistas pueden improvisar a la menor provocación, así que desde una perspectiva experimental, es realmente fácil de estudiar en comparación con, digamos, un novelista", señaló Limb, director de la división de Otología, Otoneurología y Cirugía de la Base del Cráneo de la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos. "Nada más imagina que te pido que escribas una novela en un instante y que cada sesenta segundos te pida que cambies de algo original a algo que hubieras memorizado. Es discordante, no es como trabajan los novelistas normalmente".
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Los jazzistas sí trabajan así, pero había un gran problema: el campo magnético del aparato de IRM. El magnetismo es tan poderoso que cualquier metal que haya en la habitación saldría volando hacia el núcleo de la máquina y quedaría destruido.
Para resolver el problema, Limb mandó a hacer un piano no magnético con teclas de plástico que el músico pudiera tocar en su regazo mientras estuviera dentro del aparato. El trabajo comenzó y los resultados, que se publicaron en 2008 , fueron fascinantes. Mientras los músicos improvisaban, las partes del cerebro que permiten que los humanos se expresen (la corteza prefrontal medial o "red por defecto") estuvieron más activas.
De igual forma, la parte del cerebro responsable de la inhibición y el autocontrol —la corteza prefrontal dorsolateral— se desactivó.
Al inhibir la parte del cerebro en la que yace la autocrítica, los músicos pudieron mantenerse en el flujo creativo.
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"Para mí, esta es la descripción neurológica de dejarte ir", dijo Limb. "Si eres demasiado autocrítico, es muy difícil ser libre creativamente".
No nada más en el jazz
No se trata nada más del jazz. Limb también estudió el cerebro de algunos raperos durante una improvisación.
"Si comparas la historia del jazz con la del rap, podrías afirmar que el rap es el jazz de la actualidad", señaló. "El jazz fue una forma de arte radical nacida en Estados Unidos; el rap tiene muchos paralelos con el jazz porque gran parte se crea al momento y es una especie de música de la calle".
No pasó mucho tiempo para que Limb también echara un vistazo al coco de los comediantes y los caricaturistas.
"En 30 segundos, ese artista puede dibujar una caricatura de cualquier cara que vea", dijo. Agregó que los comediantes que improvisan funcionan de forma parecida. "Me di cuenta de que esto era análogo a lo que pasa en un solo de jazz de estilo libre. El cerebro toma una estructura conocida y se desvía de ella intencionalmente, sin planearlo".
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"El jazz es un gran modelo para empezar, pero no quiero que quede allí", prosiguió Limb. "Si piensas en los artistas como expertos creativos de nuestro tiempo, y crees que puedes aprender cómo funciona la creatividad humana observando el arte, te das cuenta de que cada clase de arte representa una pieza única del pensamiento humano".
En la pasada década, el campo de la neurociencia de la improvisación ha cobrado auge. Los investigadores han analizado el cerebro de músicos clásicos, personas que no son músicos, escritores, y pensadores "divergentes", personas que pueden encontrar rápidamente formas de usar objetos cotidianos, como un ladrillo.
Uno de los primeros mitos que se desmintieron fue que las "personas en las que predomina el cerebro derecho" no son más creativas. De hecho, las redes de ambos lados del cerebro están íntimamente relacionadas con la creatividad y el cambio, dependiendo del tipo de tarea y de la etapa del proceso creativo.
"Estamos analizando las redes de la función creativa del cerebro, la interacción de esas redes y del rol de la aptitud", dijo Rex Jung, profesor de Neurocirugía de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, quien estudia la aptitud, la inteligencia y la creatividad. "Todo el mundo es creativo; es una simple cuestión de grado. Tenemos esta idea prototípica de la creatividad artística, pero somos creativos en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, cuando cocinamos o incluso cuando acomodamos nuestra casa de forma diferente".
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Cuando menos en las artes, parece que el éxito en la improvisación creativa está relacionado con la experiencia, la maestría generada a través de mucho esfuerzo. Las investigaciones indican que a los músicos que han dedicado cientos o miles de horas a practicar les es más fácil dejarse llevar por "la corriente" de la improvisación.
"Lo que los expertos capacitados muy creativos siempre revelan es que fue la práctica, mucho esfuerzo y práctica, lo que les dio esa sensibilidad creativa —señaló Limb—, no tanto la genialidad, el talento o la aptitud con la que nacieron".
"Así, una de las cosas que aprendimos es que si quieres crear una sociedad más creativa, no hay más que intentarlo", prosiguió. "Vemos que el cerebro creativo evoluciona con el tiempo. No está fijo al nacer. Al practicar estas conductas, mejoramos nuestras habilidades creativas".
Jung coincide: "Entre más material puro tengas, entre más tiempo dediques a desarrollar un conjunto de habilidades, más fácil será improvisar. Se necesita experiencia para tener material suficiente para ser creativo. Encuentra un tema que te interese, desarrolla experiencia en ese tema y luego empieza a crear y a desarrollar algo extraordinario".