Monjas mexicanas, 'la gran esperanza' para el achoque, primo del ajolote
PÁTZCUARO - Un grupo de monjas tiene un nuevo objetivo: salvar de la extinción a los achoques, unos animales parecidos a los ajolotes. Varias horas al día, monjas dominicas dejan de lado sus rezos para concentrarse en el apareamiento de estos animales.
Guiadas por un sacerdote y con información de un biólogo, las religiosas comenzaron a reproducir achoques en cautiverio. Aprendieron todo, como pro ejemplo que la mejor forma para reproducirlos "es uniendo un macho con tres hembras".
La primera hembra en desovar es la que finalmente se queda en la pecera y el resto se traslada a otras de las que hay en dos cuartos del monasterio. Cada hembra pone entre 300 y 400 huevecillos.
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Usando pequeñas redes, las tres monjas dedicadas a la reproducción del achoque sacan los huevos de la pecera, los cuentan uno a uno e identifican a la hembra madre y la separan "para cuidar la genética".
"Si no hacíamos algo nosotras se iba a extinguir del medio (...) por justicia con la naturaleza empezamos a trabajar en el rescate de la especie", dijo sor María del Carmen Pérez.
Poco a poco alcanzaron la capacidad de población máxima del acuario, 300 individuos, pero el lago de Pátzcuaro no es ideal para recibir a los achoques reproducidos en cautiverio, según sor Ofelia Morales, que lleva 18 años trabajando en la protección de la especie.
"Un porcentaje de la población la donamos a universidades y a los que nos quedan los sacrificamos para hacer los jarabes", agregó.
La religiosa evitó dar cifras sobre las ganancias que obtienen por el medicamento "naturista".
En riesgo por la contaminación
La especie vive en el cada vez más contaminado lago de Pátzcuario, Michoacán. Aguas residuales sin tratar, restos de materia animal y vegetal que caen al lago y la introducción ilegal de peces invasores son algunos de los factores que han provocado que la población del achoque haya disminuido "de manera dramática" desde la década de 1980.
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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza advierte que "la especie está en un declive muy serio, y podría estar cerca de la extinción".
El ajolote, endémico de Xochimilco, y su primo el achoque tienen la mayor capacidad de regeneración celular entre los vertebrados; pierden la cola por una pelea, rápidamente les sale otra.
Por esas virtudes, el achoque ha alimentado la mitología purépecha. Pero también ha alimentado en forma de sopa a los lugareños, e incluso los ha supuestamente curado de enfermedades bronquiales y anemia a través de un jarabe dulce que preparan desde hace más de un siglo las monjas del monasterio de María Inmaculada de la Salud de Pátzcuaro con todo el anfibio excepto sus vísceras.