Pero ya no. Imágenes por satélite recientes revelan que el iceberg, que pesa casi un billón de toneladas métricas, se desplaza ahora rápidamente más allá del extremo norte de la Península Antártica, ayudado por fuertes vientos y corrientes.
Según el glaciólogo Oliver Marsh, del British Antarctic Survey, es raro ver un iceberg de este tamaño en movimiento, por lo que los científicos seguirán de cerca su trayectoria.
A medida que gane velocidad, es probable que el colosal iceberg se lance hacia la Corriente Circumpolar Antártica. Esto lo dirigirá hacia el Océano Antártico en una trayectoria conocida como "el callejón de los icebergs", donde se pueden encontrar otros de su clase flotando en aguas oscuras.
Queda por ver por qué el iceberg está huyendo ahora.
"Con el tiempo, probablemente se ha adelgazado ligeramente y ha adquirido un poco más de flotabilidad que le ha permitido elevarse del fondo oceánico y ser empujado por las corrientes marinas", explica Marsh. El A23a es también uno de los icebergs más antiguos del mundo.
Es posible que el A23a vuelva a encallar en la isla Georgia del Sur. Eso supondría un problema para la fauna de la Antártida. Millones de focas, pingüinos y aves marinas crían en la isla y se alimentan en las aguas circundantes. El Behemoth A23a podría cortar ese acceso.
En 2020, otro iceberg gigante, el A68, hizo temer que colisionara con Georgia del Sur, aplastando la vida marina en el fondo del mar y cortando el acceso a los alimentos. Esta catástrofe se evitó en última instancia cuando el iceberg se fragmentó en trozos más pequeños, algo que también podría ocurrir con el A63a.
Pero "un iceberg de estas dimensiones puede sobrevivir mucho tiempo en el océano Antártico, a pesar de que es mucho más cálido, y podría abrirse camino hacia el norte, en dirección a Sudáfrica, donde podría perturbar el tráfico marítimo", afirma Marsh.