Durante los últimos días, el nombre de Sister Hong ha causado revuelo en redes sociales. Se trata de un hombre originario de China que se hacía pasar por mujer para tener encuentros sexuales con otros hombres, los cuales eran grabados sin el conocimiento ni consentimiento de las personas involucradas.
Sister Hong: el caso que confronta la ética sexual en tiempos de redes

Jiao Moumou, nombre real del hombre de 38 años que durante al menos cuatro años se hizo pasar por mujer para concretar estos encuentros por medio de apps de citas, ya fue detenido y se encuentra a la espera de juicio por sus actos.
Según medios internacionales, el hombre decía ser una mujer divorciada con dificultades económicas. No pedía dinero a cambio de los encuentros, sino alimentos, despensa, pequeños electrodomésticos u otros obsequios menores.
Sin embargo, lo que no revelaba era que grababa esas sesiones íntimas y subía los videos a una plataforma de paga, de donde obtenía ingresos. El caso ha generado un amplio debate sobre la privacidad en internet y los límites éticos para generar contenido a cambio de dinero.
Por otro lado, el caso también ha puesto sobre la mesa cómo algunos hombres están dispuestos a aprovecharse de una mujer en situación de vulnerabilidad económica. Aunque al final se trató de una estafa, expone una realidad incómoda: muchos accedieron a "ayudar" solo a cambio de favores sexuales.
Al principio se difundió que el número de personas involucradas en este caso podría superar las 1,600. Sin embargo, la cifra real rondaría las 250.
¿Qué delitos cometió Sister Hong?
En primer lugar, el hombre habría vulnerado el llamado derecho a la imagen y a la voz, que protege a las personas de ser expuestas en situaciones comprometedoras sin su consentimiento. En este caso, las víctimas creían estar en un entorno completamente privado y nunca autorizaron que su imagen fuera difundida en plataformas digitales.
Según un artículo de la revista Estudios en Derecho a la Información del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM , “los derechos a la imagen y a la voz son derechos de la personalidad que le permiten a la persona poseer esas cualidades de su identidad”. Si bien una persona grabada en la vía pública forma parte de actividades abiertas, registrar a alguien en su intimidad sin permiso sí puede constituir un delito en varios países.
En México, por ejemplo, existe la Ley Olimpia , que sanciona la violencia digital. Esta legislación castiga a cualquier persona que grabe, sin consentimiento o mediante engaños, a otras en situaciones íntimas —como actos sexuales— y que posteriormente difunda esos materiales de manera unilateral en plataformas digitales.
Además, en muchos países, hacerse pasar por otra persona para obtener un beneficio económico se considera fraude o estafa. En este caso, Jiao Moumou no es una persona transgénero, sino un hombre que utilizaba una identidad femenina como fachada para obtener ganancias económicas, por lo que podría ser juzgado por dichos delitos.
De hecho integrantes de la comunidad LGBT, especialmente personas trans, han pedido en redes sociales no vincular el caso de Sister Hong con su movimiento, pues esto solo reafirma el estereotipo de que los hombres y mujeres transgénero buscan sacar alguna especia de beneficio de su transición.
Hasta el momento, se desconoce qué clase de sanción puede enfrentar la llamada Sister Hong por sus actos, sin embargo, desde 2021, grabar actos sexuales sin permiso es ilegal en China, según establece la Ley de Protección de la Información Personal.
Las lecciones del caso
El caso de Sister Hong no solo revela un grave abuso a la privacidad y al consentimiento, sino que también deja al descubierto dinámicas preocupantes: por un lado, la facilidad con la que alguien puede lucrar con contenido íntimo en plataformas digitales sin regulación efectiva; por otro, la disposición de muchos hombres a intercambiar "ayuda" por sexo, incluso cuando creen estar frente a una mujer en situación vulnerable.
Aunque la estafa fue descubierta, el caso exhibe una doble explotación: la de las víctimas que fueron grabadas sin consentimiento, y la de una supuesta "solidaridad" masculina que solo se activa cuando hay una recompensa sexual. El proceso legal contra Jiao Moumou avanza, pero el debate social apenas comienza.